Nerea aparcó el automóvil en el estacionamiento del hotel donde se hospedaba el señor Hughes y miró la hora en su reloj de muñeca suspirando aliviada de estar a tiempo.
El día anterior había dejado el coche en el trabajo y como Connor la había llevado a casa, se tuvo que levantar particularmente más temprano para ir por su carro y, de ahí, recoger a Nicholas al hotel.
Cuando llegó, bajó del coche tomando su bolso y se dirigió al lobby donde lo esperó por un par de minutos, hasta que apareció sonriente.
—Buenos días, señorita Morgan ¿Lista para ser mi chófer/secretaria? —comentó alisando su saco.
—Por supuesto —se paró ofreciéndole una pequeña sonrisa a forma de saludo.
Algo le decía que ese sería un largo día, quizá era la voz de su larga experiencia.
A lo largo del día se dedicó únicamente a llevarlo a los diferentes lugares que estaban marcados en su agenda y recibió las llamadas ocasionales en nombre de él.
También aprovechó el día para observar su comportamiento y así poderle dar un servicio personalizado cuando lo tuviera que matar. Sin embargo, se asombró al descubrir que al mostrar alguna inconformidad, fuera cual fuese, su actuar era comparable con el berrinche de un crío, pero era lo bastante astuto para no hacerlo frente a personas importantes, sino cuando ella era su única compañía.
Volvió a casa bastante tarde. El reloj de la sala marcaba las once de la noche, cuando ella se quitó los zapatos y se tiró en el sofá disfrutando del silencio que la estancia ofrecía.
—John me la va a pagar y muy caro —sentenció tapando su rostro con su antebrazo— ¿En qué demonios pensaba cuando acepté este trabajo?
Apenas había pasado un día y ya no quería volver a saber nada de Nicholas. Era peor que un niño a la hora de pedir cosas. Todo tenía que hacerse exactamente como él decía.
Ahora entendía perfectamente porque lo querían muerto y, por un instante, admiró al pobre hombre que trabajaba a tiempo completo como su secretario.
Se levantó al recordar que aún tenía trabajo por hacer si quería que esta pesadilla terminara cuanto antes. Fue a una de las habitaciones, la cual solo tenía un pequeño librero y un escritorio. Encendió la computadora y todo lo que restó de la noche se la paso trabajando.
Cuando el reloj marcó las seis de la mañana Nerea se levantó para darse un rápido baño y al salir se miró en el espejo.
—Increíble, aun con mi “condición”, una noche de desvelo forzado me cobra una factura alta —comentó viendo sus grandes ojeras—. Espero que John haga su trabajo lo más pronto posible o terminaré matando a Nicholas sin que él regrese al país.
Salió del baño solo envuelta en la toalla y fue a la cocina por algo de comida. El teléfono comenzó a sonar en respuesta a una llamada entrante. Dejó las cosas en la encimera y fue a contestar.
—¿Sí?
—El señor Hamilton me ha informado sobre tus últimas acciones —suspiró— ¿Quieres explicarme porque de pronto mi personal más confiable se ha vuelto el achichincle del señor Hughes? —comentó molesta la señora Rivera al otro lado de la línea.
—Usted sabe que nunca hago algo sin obtener un beneficio —dijo regresando a la cocina—. Pronto verá los frutos de mis actos y le aseguro que estará más que conforme —acomodó el teléfono entre el oído y hombro para tener las manos libres.
—No desconfió de ti, pero temo de lo que pueda hacer él —Nerea soltó una pequeña risa al descubrir la ingenuidad de su jefa—. A pesar de ser un socio importante, ten en cuenta que ese hombre es doble cara.
—Lo sé y no tiene de qué preocuparse, deme lo que resta de la semana y le tendré maravillosas noticias para la empresa —habló llenando su botella con sangre.
—Morgan, hablo en serio, vuelve a tu puesto dentro de la empresa. No quiero que compliques las cosas.
—Si le cuento mi plan y lo que estoy segura de que obtendré ¿lo reconsiderará? —negoció cambiando de lado el móvil.
—Te escucho.
—Una fuente confiable me ha confirmado que el señor Hughes está metido en temas ilegales y podría ser arrestado, si los detectives encuentran las pistas correctas y es una suerte que su secretaria actual está dispuesta a dar toda la información necesaria. Y todo esto beneficiará a la compañía de dos sencillas formas; uno, tendríamos la atención del empresario Arosander, quien ha estado interesado en hacer negocio con nosotros, pero se ha abstenido por la estrecha relación que aún mantenemos con Hughes; y dos, la empresa podrá quedarse de forma legal con más de la mitad de sus acciones —explicó recordado la información que anteriormente John le había proporcionado por medio de un correo.
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Editado: 14.02.2022