Tan pronto como llego a casa, dejó de forzar su cuerpo, sintiendo al instante un estremecimiento que parecía ser una clase de agradecimiento ante el dolor y cansancio que había estado experimentando. Poco a poco sus malestares se fueron apaciguando.
Ahora en lo único que podía pensar era en dormir, pero antes de cumplir su deseo debía realizar un par de tareas, como el llamar al señor Hughes para informarle que mañana lo vería, pero no contestó nunca el teléfono, por lo que se vio obligada a dejarle un mensaje adjunto al itinerario de su deberes del día siguiente.
Fue a la cocina por algo de comer, planeando tomar un par de bocados y servirlos en un plato, pero su hambre era tal que tan pronto tuvo la carne frente a ella comenzó a devorarlo sin más. Cuando terminó, estaba completamente manchada de la cara y manos, cual niño que come dulces con descuido.
Se limpió con un trapo que desechó a la basura y se tiró en el sillón observando cada una de las cicatrices en sus manos recordando su propia tortura. La idea de hacer uso de ello para emplearlo en Hughes le pareció buena, ya que no tenía ganas de ponerse creativa.
Tomó la carpeta que había dejado en la mesa y comenzó a revisar los horarios de Iris. Tenía aproximadamente 24 horas para llevar a cabo el trabajo y presentarse a tiempo en el aeropuerto para tomar el vuelo a Alemania.
Chasqueó la lengua mientras pensaba en cuál sería la mejor forma de acomodar su plan, sabía que el tiempo que tenía era poco y que no podía cometer errores. En un inicio había pensado en llevarlo al búnker que había en el bosque, pero eso implicaba tener que dejarlo inconsciente para poderlo llevar y eso, por sí solo, ya era un trabajo innecesario.
En cuanto el plan tuvo forma en su mente se levantó de un salto para ir a su closet por un cambio de ropa cómoda y posteriormente salir de casa mientras en su mente se alentaba con la idea de que ya tendría tiempo para dormir como se debía.
***
El comentario de Connor le había causado demasiada confusión, no entendía a qué “marcas” se refería y no había pasado suficiente tiempo como para que alguien más le pudiera causar tal daño ella, por lo que se vio obligado a investigar de que se le estaba culpando.
Esperó paciente a que ambos hermanos se retiraran del lugar para dirigirse a toda prisa a la casa de Connor con la esperanza de encontrar a Nerea y poder esclarecer esa duda. Afortunadamente la había visto salir del condominio a pie. Sin perder tiempo la comenzó a seguir cuidando dejar una distancia prudente para no ser detectado por ella. La distancia no el permitió ver si portaba o no las supuestas marcas que Connor había mencionado, pero ciertamente sus vestiduras daban a entender que quería mostrar la menor cantidad de piel posible.
Pasó cerca de una hora antes de que ella se detuviera en una farmacia e ingresara por unos segundos para salir con una pequeña bolsa en mano, caminó hacía una camioneta estacionada a la vuelta como si en ella hubiera llegado y subió para recorrer el resto de su viaje en ella.
Ezequiel maldijo en voz baja sabiendo que no sería capaz de seguirle el paso como un simple humano. Miró en todas direcciones tratando de pensar en cuál era la mejor decisión, quedarse y esperar a que volviera a ese lugar o irse a la casa de Connor para volver a seguirla una vez que ella volviera a casa. No tenía certeza de que volviera a ese punto, pero tampoco sabía en qué momento regresaría a casa y por lo que había estado observando era más espontánea que Connor enamorado.
Su teléfono comenzó a vibrar, sacándolo de su pensar. Era un simple mensaje de un número oculto el solo decía “comisaría”. Guardó el teléfono y se dispuso a ir al lugar que indicaba. No le agradaba la idea de ir con Matthew cuando estaba valorando cuánto peligro representaba Nerea para Iris y Connor, sin embargo, ya no había mucho que hacer en ese momento, su presa se le había escapado por el momento.
Llegó a la comisaría y sin decir nada, ignorando a todos los policías que lo miraban cual bicho raro, entró en un área restringida.
—Disculpe, pero no puede pasar a esta área —comentó uno de los policías obstruyendo el paso, estaba nervioso por la simple presencia de Ezequiel, pero no se movió.
—Claro, como soy un idiota, he decidido ingresar a un área restringida de la comisaría para asaltarlos, así que tiene sentido que no me permitan el paso —respondió mirando al hombrecillo frente a él.
El sujeto pasó saliva sin saber qué responder.
Lo rodeó para seguir su camino y entonces dijo:
—Soy un colega del investigador Hopkins.
Llegó hasta la oficina de Matthew donde entró sin tocar la puerta.
—¿Qué quieres? —espetó cerrando la puerta.
—Me he visto con “él” y me a pedido que te entregue esto —abrió un cajón de su escritorio y sacó una pequeña caja negra que le tendió—, me ha dicho que estará más seguro en tus manos que en las mías.
Ezequiel tomó la caja abriendola para ver el contenido, un anillo plateado con una gema cuadrada de obsidiana. Sacó el anillo para observarlo mejor, tenía grabados decorativos a los cuatro lados de la piedra y en interior el nombre de Zuger con una elegante letra cursiva.
—Que interesante, ¿ahora también seré tu caja fuerte a prueba de robos? —comentó con burla mostrando el anillo.
—No me agrada que lo tengas, preferiría guardarlo yo mismo, pero si no confío en la palabra de Dios ¿En qué puedo confiar?
—“Él” no es Dios —contestó obvio levantando la mirada del anillo.
—No, pero es su mensajero y voz para los simples mortales. Además tu eres un guardián, desterrado, pero al fin uno, así que deberá estar seguro en tu poder.
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Editado: 14.02.2022