Noche Oscura

CAPÍTULO 22

Ezequiel salió del callejón meditando donde volver a buscar a Nerea, no tenía ni idea de a donde podría haber llevado a Nicholas. Miró en todas direcciones tratando de pensar en alguna solución.

“Esta en la mansión abandonada de Bridges” escuchó que alguien le hablaba al oído lo que le estaño es que no era la misma voz del demonio con el que había hablado “No permitas que ella se quede en Alemania”.

Miró en derredor buscando al dueño de la voz, pero seguía solo en aquel estrecho lugar.

—¿Quién eres? —preguntó frunciendo el ceño, pero no recibió respuesta. Meditó un momento las palabras como no tenía idea de dónde buscarla, tomó en consideración dichas palabras y caminó a la supuesta mansión donde se encontraba.

Jamás pensó que realmente se encontraría con el BMW negro de ella estacionado afuera de la cochera. Debía admitir que el lugar era el adecuado para cometer un asesinato, era un terreno completamente abandonado y apartado de los suburbios, además sabía que el recinto contaba con una famosa leyenda que ponía en duda el poner un pie dentro de tal lugar; incluso él entendía perfectamente el porqué. La casa parecía tener un huésped al cual no le agradaban las visitas, como si acechara a todo el que se acercara a la redonda para ahuyentarlo. 

La explicación de un fantasma poseyendo la vivienda podría parecer tonta y sin sentido, pero creyente o no de los espíritus, Ezequiel tenía claro que los demonios si existían, ya que tenía a uno que lo molestaba continuamente, por lo que no dudaba que aquel recinto quizás albergará a otro.

Dio un último vistazo buscando alguna señal de que se encontraba en el interior, pero todo estaba tranquilo y en silencio. así que solo le quedaba inspeccionar el interior. Intentó entrar por la puerta principal pero se encontraba atascada, así que comenzó a buscar el acceso que habría utilizado Nerea, descubriendo que la puerta trasera estaba abierta. Entró con sigilo recorriendo el interior con la mirada. La cocina estaba completamente vacía y cubierta de polvo, las alacenas y estantes se encontraban dañados, las paredes  cercanas a las ventanas o puerta estaban grafiteadas. 

Continuó su recorrido por toda la planta baja sin encontrar nada relevante además de un notorio reacomodo de las pocas cosas que aún tenía, estaba claro que alguien se había llevado algunos mueble o tal vez solo cambiado de lugar. Para cuando la encontró en el segundo piso, ella ya se encontraba en cuclillas sobre el hombre, o lo que quedaba, rasgando la carne con sus largas y afiladas uñas en forma de garras.
La observó en silencio preguntándose qué tan mal sabría la carne de un humano tan viejo.
Ella se levantó limpiando la sangre que chorreaba de su barbilla con el dorso de la mano y entonces volteó a verlo asombrándose de no haber percibido su presencia hasta ese momento. 

Ezequiel comenzó a aproximándose con la mirada fija en el cadáver. Ya sabía lo que ella era, pero verla comer a ese hombre le borró cualquier mínima duda que aun tuviera. Ambos eran la misma clase de monstruo.

El shock de Nerea por haber sido atrapada en ese momento crucial y la afirmación a sus sospechas por parte de Ezequiel, ai como el hecho de que  él también le estaba desvelando sus propios secretos en respuesta de aquel penetrante aroma a carne fresca y sangre, los hizo quedarse callados formando un incómodo silencio en el ambiente.

Pero un segundo después se rompió por Nerea, quie arremetió contra él, pero Ezequiel solo necesitó una milésima de segundo para esquivar el ataque y hacer una llave para inmovilizarla en el suelo con ambas manos sujetas a la espalda.

—Cálmate, no soy tu enemigo.

—¡Entonces, suéltame! —bramó frustrada de estar en esa posición mostrando sus largos colmillos.

—No hasta que te calmes.

Forcejeó un poco más para intentar soltarse, pero entre más se movía, él ejercía más fuerza en su agarre.

—Dime que eres realmente —volvió a hablar mirándola.

—Suéltame  —repitió ella retorciéndose.

—Respondeme —contraatacó.

—Un monstruo como tú, supongo—respondió entre dientes.

Ezequiel la miró divertido y dijo:

—Me intriga saber por qué piensas que no soy un simple humano —contestó sabiendo la respuesta, pero le pareció divertido hacerla hablar de todos modos.

Se quitó de encima liberándola de su prisión en el suelo y se apartó para que ella pudiera ponerse de pie.

Nerea maldijo entre dientes molesta mientras se levantaba.

—Ningún humano normal podría haber usado la fuerza que tu usaste —contestó sobando sus muñecas. Realmente la había lastimado—. Además, te ves igual de terrorífico que yo —señalo sus propios ojos para indicar a qué se refería.




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