Noche Oscura

CAPÍTULO 23

El aeropuerto se encontraba lleno de personas yendo de un lado a otro con sus maletas. Nerea entró al lugar buscando la aerolínea en la que viajaría, al encontrarla muesco un asiento cercano para esperar la llegada de Iris. Sentada en la banca de metal sacó su celular y comenzó a leer las noticias actuales para pasar el rato.

De pronto, alguien se detuvo frente a ella haciendo desviar su mirada de su móvil hacia la persona, descubriendo que era a quien estaba esperando.

—Debo reconocer que no esperaba que llegaras antes que yo —habló Iris.
—Le dije que no volvería a pasar —guardó el teléfono y se puso de pie—. Deme los papeles, iré a hacer la documentación.
—Yo lo haré, quiero revisar un par de cosas con respecto a la aerolínea. Tú espera aquí —ordenó y desvió su mirada a la única maleta que traía Nerea— ¿Solo llevas esta pequeña maleta?
—Si ¿algún problema? —preguntó indiferente.

—No. Me la llevaré para que la pasen al avión. 

—Como diga —asintió y volvió a tomar asiento. Sacó su teléfono nuevamente y comenzó a buscar entre sus contactos a John para enviarle un mensaje simple informando con un juego de palabras la localización exacta de la cabeza de Hughes.
Al poco rato, Iris volvió informando que dentro de poco tendrían que pasar a la sala de espera. Ya en la sala, ambas se sentaron en silencio ha esperar la hora de abordar hasta que el teléfono de Iris comenzó a sonar rompiendo así el incómodo silencio que se había formado. Sacó el teléfono de su bolsa para contestar, pero ignoró la llamada en cuanto vio la pantalla.
—¿No piensa contestar? Me puedo retirar un momento —ofreció suponiendo que quizá no contestaba por estar ella a un lado.
—No es necesario, es solo que...
Ahora fue el teléfono de Nerea el que comenzó a sonar interrumpiendola.
—Lo siento —se disculpó apenada por interrumpirla.
—No te preocupes, contesta.
Asintió y tras ver que era un número desconocido, tomó la llamada.
—¿Esta Iris a tu lado? —preguntó una voz masculina tan pronto puso el auricular en su oído.
—Antes dígame quién habla —contestó tratando de buscarle un dueño a esa voz.
—Soy Ezequiel—soltó en un suspiro— ¿Está contigo o no?
Nerea se despegó el teléfono del oído y se lo tendió a Iris.
—La busca Ezequiel —informó.
Ella chasqueó la lengua y cogió el móvil.
Nerea esperó a conversaran para que le devolviera el teléfono y cuando lo hizo volvió a ponerlo en su oído al ver que la llamada continuaba.
—¿Sí?
—Si algo le sucede, serás la primera en pagar ¿entiendes? —espetó con demasiada calma que difícilmente podría parecer una amenaza a pesar de serlo.
—Relájate —respondió sabiendo que esa amenaza era completamente verdadera—, tenemos un acuerdo que no planeo romper y no soy tan idiota como para hacer algo a estas alturas —respondió mientras volteaba los ojos fastidiada. 

La llamada terminó y guardó el aparato en el bolsillo delantero de su pantalón.
—Ezequiel puede ser demasiado gruñón si se lo propone, pero no es una mala persona —soltó de pronto Iris mirándola con una sonrisa de disculpa.

Nerea la observó un momento y entonces habló: 

—Lo dice como si quisiera que mi opinión de él sea buena.
—No era mi intención, solo quería que supieras que... Olvidalo, no sé ni lo que digo —dijo tapándose el rostro con ambas manos.
—No sé qué relación tiene con él, pero pareciera como si quisiera llamar su atención de alguna manera.
—Quizá tengas razón, mi padre y mi hermano son tan cercanos a él que me hace desear ser igual que ellos, pero por alguna razón conmigo siempre ha sido más reservado.
—Si tanto desea tener una buena relación con él, ¿por qué no lo intenta? ¿Qué no es la gran Iris Hamilton, la que hace lo que quiere sin arrepentimiento?
Iris de volteó a verla sorprendida.
—¿Tan famoso son mis escándalos? —preguntó sin poder creerlo del todo.
—No conozco ninguno de sus escándalos, pero su padre siempre se la pasa presumiendo sobre sus dos hijos cada vez que va a la empresa para supervisar de forma general las cosas, siempre pavoneándose de lo orgulloso que está de ambos —admitió Nerea como si aquello fuera algo que continuamente tuviera que explicar.
Al escuchar eso, la comisura de sus labios se curvó lo suficiente para saber que estaba feliz e intentaba ocultarlo. 

 

***

 

—Lauren me dijo que habías venido hace poco, así que no pensé que volverías tan pronto —habló el padre de Connor saliendo del estudio.

—Mi deber es cuidar de todos, no solo de tus hijos, James —respondió Ezequiel de forma automática—. No porque tengas 53 años, estas libre de mí. 

James negó divertido. 

—A veces olvido lo viejo que eres. 

Le respondió con un sutil movimiento de cabeza apenas perceptible a la vista. 

James observó la caja de madera que traía Ezequiel en manos.
—Siempre me he preguntado que guardas en esa caja, desde niño recuerdo verte con ella. 

Lo miró a él, luego a la caja en sus manos y sin decir nada se la tendió. Una invitación silenciosa a ver su contenido. Él abrió la pequeña caja y tomó con cuidado un conjunto de collares raros que estaban dentro. Parecían ser simples piedras perforadas para ser amarradas por hilos, solo algunas piedras de mayor tamaño se encontraban talladas con símbolos raros.

—¿Qué son? —preguntó sin quitar la vista de los collares. 

—Son ajuares funerarios hechos con huesos de gacela, que se acostumbraban poner en la cadaveres cuando se realizaba el ritual —comentó mirando los collares. En su miraba había una mezcla de tristeza, duda y alegría. Cada una de sus emociones compitiendo por la supremacía, apareciendo y desapareciendo a intervalos regulares.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.