La noche estaba comenzando y la habitación donde se encontraba madre e hija estaba iluminada únicamente por las llamas de la chimenea.
—A oscuras y segura —comentó en voz baja la madre mirando al fuego embelesada en su propio pensar—, por la secreta escala, disfrazada.
La joven que se encontraba sentada en el suelo cerca del fuego leyendo, volteó a ver a su progenitora sin entender del todo qué estaba diciendo.
—¡Oh dichosa ventura! —continuó sin prestar atención al repentino interés de su hija.
—¿Qué? —soltó la joven frunciendo el ceño.
—¿Qué? —repitió, como sacudida de un sueño— ya es tarde, ve a dormir.
—¿Qué es lo que decías, madre? —preguntó cerrando su libro para prestar más atención a la contestación.
—Es sólo un poema.
—¿Es el nuevo poema que me enseñaste? —preguntó recordando que un par de días atrás le había dado un escrito para que lo leyera.
—Si es ese —admitió— ¿Ya lo has memorizado?
La joven asintió.
—También aprendí la historia de cómo lo conociste tú.
—Si, recuerdo que te mencioné que fue en un viaje con tu padre —habló mirando a la nada como si recordara aquel momento—: "En una noche oscura, con ansias en amores inflamada, ¡oh dichosa ventura!, salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada"
—Desde que lo leí me pareció un poema siniestro —comentó interrumpiendo a su madre.
—Fue escrito para contar lo que sucede con el alma cuando la persona muere y como llega a encontrarse con Dios —explicó mirando a los ojos a su hija.
—Para mí no suena como un futuro encuentro con Dios.
—Explícate, ¿cómo lo interpretas tú? —ordenó sin entender del todo las palabras de su joven hija.
—Bueno, si lo leer de forma literal el poema cuenta que la amada busca al amado en medio de la noche, en secreto, donde es guiada por una luz que le permite llegar a con él y entonces agradece a la noche por permitirle conducirla hasta la unión con su amado. Pero me has enseñado que los poemas guardan el mensaje real entre sentimientos y alegorías, por lo que es difícil saber que realmente quiso expresar su creador. Entonces, si dejamos las cosas así, que la amada y el amado sean personas simples, solo parece un romance. Sin embargo, si cambiamos el trasfondo y suponemos que la amada si es el alma y la casa es el cuerpo, el amado no precisamente tiene que ser Dios, puede ser alguien más, un familiar, amigo... también puede ser un animal como una mascota, quizás algún demonio.
—Probablemente, pero el autor lo hizo con un sentido religioso.
—Un demonio también es de origen religioso, sí, es un villano, pero a fin de cuentas de la misma historia.
—Deja de decir tonterías y ve a dormir.
—Cómo digas —torció los ojos, tomó su libro y se puso de pie para ir a su alcoba.
***
Nerea despertó desconcertada por haber soñado con un pasado bastante lejano. Rara vez soñaba y cuando lo hacían en su mayoría eran pesadillas, pero ya ni siquiera recordaba cuando había sido la última vez que había tenido una. Tras pensarlo un momento, supuso que soñó eso por el tema del poema, pero no estaba del todo segura, también estaba la posibilidad de que solo fuera nostalgia por estar en el pueblo donde vivió con sus padres. Fuera lo que fuese no resolvía su duda, así que hizo a un lado esos pensamientos y simplemente se alegró de haber visto una vez más el rostro de su madre; aunque fuera solo en sueños.
Se levantó para ir a lavarse la cara e intentar peinarse, después salió del baño tarareando una tonada al azar mientras buscaba su teléfono. Lo tomo de la mesa donde lo había dejado y fue a sentarse al sillón que minutos antes era su cama improvisada.
—¿Pasó algo mientras dormía? —preguntó John frotándose los ojos. Estaba sentado en la cama con todo el cabello desordenado.
—¿A qué te refieres? —respondió con su atención puesta en el celular, mirando las notificaciones y descubriendo que tenía un mensaje de Alexia.
—Rara vez tienes ese tipo de expresión en tu rostro; de hecho podría jurar que no te he visto así más de tres veces con esa cara y mira que te conozco hace bastante tiempo.
—¿Que expresión? —soltó levantándose para verlo.
—Una de felicidad.
—Seguido sonrió —aclaró.
—Pero no de verdad y lo sabes. Así que muero de curiosidad por saber qué pasó.
—Nada importante. Lo que sí es importante es averiguar porqué demonios no podemos salir o entrar del pueblo —argumento volviendo a su teléfono para abrir el mensaje y comenzó a leer en silencio. John la miró extrañado, parecía que lo que fuera que estuviera leyendo no eran buenas noticias.
—¿Qué ocurre ahora? ¿Por qué tienes esa cara?
—Le pedí a mi mascota que buscara alguna noticia de este pueblo y se dio la noticia de que en este lugar hay un posible asesino serial oculto. Al parecer un grupo que exploraba una de las rutas turísticas que hay dentro de la selva negra, encontraron un cadáver semienterrado y creen que esta muerte está vinculada al asesino por las evidencias encontradas en el cuerpo.
—¿Y es malo…. porque fue el cadáver que tu dejaste? —preguntó temeroso.
—No, yo me deshice del cadáver en en el lago y está claro que nadie ha ido a ese lugar en más de 400 años, así que es bastante seguro. Este cuerpo fue encontrado del lado opuesto, en el norte. Mi temor nace en que van a investigar a todos en este pueblo y ambos tenemos cola que nos pisen.
—Tranquila, vamos a resolver esto, yo iré a buscar un cyber; algo podré hacer desde una computadora cualquiera. Mientras tanto quedate e intenta pensar en algún escape que estés pasando por alto, tu conoces mejor que nadie este pueblo e incluso la selva negra.
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Editado: 14.02.2022