John miró de reojo a Connor quien estaba dando vueltas por la habitación como loco y de alguna forma le recordó a Nerea haciendo lo mismo esa mañana.
—No me molesta que te quedes, pero digamos que no me agrada verte caminando de un lado a otro mientras intento concentrarme en mi trabajo —dijo sin dejar de hacer anotaciones en una libreta de bolsillo.
—¿A ti no te da curiosidad saber de qué hablan esos dos y más aún porque no querían que fuéramos con ellos? —cuestionó.
—El humano es curioso por naturaleza, así que mentiría si digo que no, pero nunca me meto en los asuntos de ella, a menos que sea ella quien quiera decírmelos —explicó.
Connor lo miró mientras se preguntaba cuántas cosas podría saber de Nerea que incluso él desconocía de ella y sin darse cuenta terminó soltando la pregunta antes de ser consciente de que la estaba diciendo.
—¿Hace cuánto que la conoces?
John dejó las hojas que tenía ahora en mano.
—Creo que prefiero que vuelvas a caminar por toda la habitación —suspiró—. Y la conozco hace muchos años, no sé con exactitud, la primera vez que la conocí fue en los inicios de mi adolescencia.
—Entonces si tienes demasiado conociendo a la ermitaña.
—¿Ermitaña? ¿En serio te parece que es una ermitaña? —soltó asombrado por escuchar ese adjetivo para describirla.
—Claro, nunca sale de casa a menos que sea realmente necesario, de hecho, me sorprendió cuando descubrí que trabajaba con mi hermana y que viajaría con ella fuera del país. Aunque no entiendo cómo te relaciona a ti y porque mi hermana ya está por regresar, pero sin Nerea.
—Creo que ahora entiendo porque ella actúa como actúa contigo —estaba claro que Connor era demasiado observador y que eso no era nada bueno por ningún motivo, pero el alejarlo solo causara que él sospechara más, por lo que entendió el por qué Nera había optado por tenerlo cerca como un amigo—. En fin, te puedo asegurar que de ermitaña no tiene nada o su casa sería un maldito vertedero, creo que incluso yo soy más ermitaño que ella.
—¿A qué te refieres con que actúa como lo hace?
—A nada en realidad, solo que ella rara vez se hace amiga de sus vecinos y me pareció extraño que tú le hablaras muy casualmente cuando fui a su casa.
—Ya entiendo —dijo mostrando una sutil sonrisa, como si le alegrara saber que ella había cambiado un poco a causa de él.
John se levantó para guardar todos los papeles en el bolsillo de su chamarra y tras acomodarse la ropa volteo a ver a Connor.
—Qué te parece si vamos a fuera a caminar, creo que nos servirá a ambos, a ti para distraerte de tu curiosidad y a mi para conocer más de este pueblo plagado de enigmas ¿Que dices?
—Solo si aceptas hablarme de Nerea.
—Te contaré todo lo que pueda si eso te sirve.
ambos salieron a caminar por las calles del pueblo mientras Connor se maravillaba con cada mínima cosa. John sonrió al pensar si esa era la primera vez que realmente estaba viendo el lugar donde se encontraba, parecía como que hasta ese momento era consciente de que estaba en otro país con cultura y costumbres diferentes.
Como era un lugar pequeño, no tardaron mucho en recorrer las zonas de importancia.
—Dijiste que la conoces desde hace años, ¿cómo era ella por aquel tiempo? —preguntó.
—No ha cambiado mucho, siempre ha sido reservada con respecto a su vida, no habla mucho, pero cuando lo hace suele ser entretenida e incluso divertida y me parece que ella siempre se ha comparado con una tormenta—dijo mirando un pequeño charco cerca de él.
—¿Por qué una tormenta? —fue lo único que respondió.
John levantó los hombros.
—Según ella, porque crea un desastre a su paso, pero con el tiempo sus huellas se borran y todos la olvidan.
—Tiene una percepción muy triste de ella misma.
—Estoy de acuerdo, además yo creo que se equivoca, porque no es una tonta lluvia. Para mí es el mar mismo. Salvaje, impredecible, peligroso, plagado de misterios y, sobre todo, sumamente hermoso. Mostrando sólo una pequeña parte de todo lo que es y escondiendo miles de secretos en su interior, en un fondo tan lejano que aún es desconocido por todos, a espera de que alguien pueda sumergirse y conocer esa profunda oscuridad; una que incluso ella desconoce —guardó silencio un momento para dejar a Connor hablar, pero al no obtener respuesta continuó—. No importa que menciones del mar, siempre parecerá que estás hablando de ella.
—Ciertamente conoces mucho mas de ella que yo, pero te doy la razón, si se parece al mar.
—Por cierto, tu hermana también la comparó con el mar, con las olas para ser específico —dijo ignorando las palabras de Connor.
—¿Qué dijo de Nerea? —preguntó curioso por saber qué pensaba su hermana.
—Que era como una ola que se acerca y luego retrocede. Te hace cosquillas en los pies, pero cuando bajas a tocarla, ya se ha ido. Según ella, Nera es el tipo de persona que no puedes manejar.
—Hasta mi hermana es buena juzgando a la gente.
—Lo dices como si tú no lo fueras —soltó anodino.
—Porque así es.
***
Estaban todos en la sala de reuniones de la comisaría aun a pesar de ya ser cerca de la media noche. Nadie volteó cuando Ferdinand entró en la habitación hasta que habló dejando una caja en la mesa.
—Les tengo nuevos juguetes.
—¿Qué es? —preguntó Viveka parándose a ver con curiosidad el contenido de la caja.
Dentro había varias cosas guardadas en bolsas de plástico, desde ropa hasta objetos pequeños como una cartera, un reloj y una cadena de oro.
—Las pertenencias de la víctima —aclaró tomando asiento.
—Bueno, está claro que el asesino no es ratero o solo tendríamos la ropa —bromeó Herman.
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Editado: 14.02.2022