La vampiresa vio al lobo al otro lado del rio, en primera instancia se asustó tomo una espada de plata que cargaba siempre que salía de caza con el resto, ella también se había separado de su grupo. Helena se acercó un poco más al lobo con miedo pero atenta a todo lo que pasara. El agua del rio pasaba entre la patas del caballo de helena mientras que la luna estaba completamente llena. Mau se quedó entre los matorrales del bosque. No quería hacer un acercamiento mientras que ella se acortaba la distancia con leves pasos.
Helena cuando cruzo el rio se bajó del caballo, la espada la tenía empuñada y los ojos rojos de la chica brillaban. Mau dejo su forma animal al ver a la chica. Entonces recobro su confianza Y se acercó a ella de espacio y con calma. Helena vio como un hombre salía del espeso bosque y levanto la espada.
—¿Quién eres?— Dijo Helena en un susurro discreto.
—Soy un hombre lobo, pero quieta no te hare nada puedes bajar la espada— Helena no confiaba en la palabra del hombre lobo, pero envaino la espada.
—Estaba casando y ¿tu?— Pregunto Mau. Helena estaba dudosa en contar como llego al lugar.
—¿Estas solo?— Dijo ella con interés. La vampira sabía que podía ser solo una trampa, y estar rodeada de feroces lobos lista para desmembrarla y hacerla rehén.
—Si estoy solo— ella sin ningún tipo de justificación confió en él.
—¿Porque estas solo?— El dejo la oscuridad de los árboles, y empezó a caminar hacia el brillo de la luna. Helena pudo contemplar aquella belleza que cubría la bestia. Sus ojos eran claros, grises como las nubes de lluvia, su piel era clara y su cabello negro. Helena admiro tales rasgos físicos.
—Me perdí— respondió con algo de vergüenza poniendo una sonrisa en su cara. También tenía ese acento seductor que la hacía alucinar, una voz ronca, áspera y profunda que se calaba en las orejas y llegaba a lo más adentro de su cabeza.
La chica también sonrió siguiendo el juego de la luna, Mau se sorprendió, la belleza de la chica era embriagante, sus ojos rojo parecían manzanas jugosas que podían morderse, mientras que su piel pálida, brillaba entre un gris y un blanco pálido, el lobo tenía ganas de morder aquel apetitoso cuello. Mientras que una su línea de cuerpo era delgada en la cintura y anchas en sus caderas y pechos, como si fuera una abeja pero no tan deslumbrante.
La chica dio dos pasos hacia atrás, choco con una roca y cayó al piso, el lobo ágil con sus ávidos movimientos la tomo de la mano antes de que cayera. Ella se asustó, pensaba que el lobo le iba a hacer daño. Cerró los ojos fuertemente. El chico estrecho a la chica en un fuerte abrazo
—No te asustes, te ibas a caer— dijo rápidamente para que ella no temiera.
La chica sintió el calor del pecho del lobo, sus músculos eran rígidos y firmes perfectos para apoyarse en ellos. El silencio era idílico, ninguno de los dos pronuncio una palabra, el rio dejaba escuchar su caudal donde los pequeños rápidos hacían quebrar el agua, con el ambiente más silencioso, entre las cuerdas musicales de los grillos y los murmureos de los búhos ella también conoció el latido de un hombre lobo.
—¿Ya estás bien?
Mau estaba tan excitado que temía que la vampira sintiera la erección detrás de su pantalón, estaba tan duro como una roca y lleno de voluptuosidad, aquel abrazo había sido la pólvora que seguramente iniciara la guerra entre los clanes. Pero Mau sentía toda una explosión de cosas en sus cuerpos, ella se acoplaba perfectamente a sus músculos y también a su pecho, quería arrancarle la ropa y hundirse en ella, hasta que llegara el amanecer, la locura se estaba apoderando de él, pero ver a la raza enemiga tan débil e insegura hacia brotar su lado más humano, mas sentimental y piadoso.
Helena después de unos minutos escuchando el creciente murmullo del corazón del hombre lobo acelerado y agitado fuerte y tenaz, se separó con dulzura intentando no tocar el pecho tonificado. Mau la miro directamente a la cara, a los ojos, donde su brillo deslumbro al lobo.
—¿Cómo te llamas?— Mau pregunto con voz ronca y lenta, como si estuviera completamente entretenido y lo estaba pero en ella.
—Me llamo Helena— ella sonrió y vio a los ojos mate del lobo.
—¿Y tú?—Pregunto al mismo tiempo que le regresaba la sonrisa.
—Yo me llamo Mau— la chica pensaba. Un silencio breve se sintió entre ellos, hasta que la brisa del aire el obligo a hablar, al mismo tiempo en armonía. Chocando sus palabras
—Tu primero—Dijo ella riéndose un poco. Mau no dudo en hablar como pudo pero estaba nervioso.
—¿Porque vagas sola por las penumbras?— la chica inclino la cabeza como si no supiera de que estaban hablando.
—Creo que también me perdí—. Rio con algo de picardía e ignorancia.
—Oye pero andas a caballo, porque no haces que el busque a tu manada— Ella rio.
—Nosotros no somos manada como ustedes, nosotros somos una cuadrilla, y creo que me perdí cuando estaban cazando a unos humanos— el chico se puso pálido como si hubiera visto un fantasma, pero era la única mentira que podía salvar a Helena. Él no podía conocer que estaba escapando de casa.
—¿Humanos?— Ella afirmo con la cabeza.—Esto es malo, si mi manada se encuentra con los humanos van a empezar una guerra— Ella se sentó en una roca.
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Editado: 27.09.2020