Ambos bajaron del carro, y pusieron los pies en marcha, adentro esperaba mucha gente aglomerada, tanto que ni siquiera podían contarlas, los embajadores de los demás reinos también disfrutaban de la velada idílica, la luna estaba llena y se podía ver sus rayos de luz con generosidad, estos rebotaban en las paredes y creaban una luminiscencia perfecta y suave.
Mau disfruto de toda la compañía, los invitados aplaudieron cuando llego y paso tras las puertas de vidrio diáfano, los colores adentro del club eran muy mixtos, pero le encantaba, tal vez fue la primera discoteca del lugar, pero con mucho mas glamour. Helena se encontraba sentada en una silla especialmente triada para ella, los bordes eran de oro y perlas cubrían a su alrededor los empotrados de la misma, muchos detalles pero lo que más resaltaba era una figurilla de un murciélago encima del espaldar, Mau dibujo una sonrisa en su cara, a sabiendas de lo que significaba, adyacente a la silla de helena, también había una con dibujos rocosos y una luna llena en su centro, definitivamente era la de Mau. Uki sostenía a su bebe, se había encariñado bastante el último mes. Y no solamente ella, también casi todos los generales habían mandado regalos a la casa de Mau para el pequeño Mauricio Alejandro Primero.
Con pasos rápidos Mau y Víctor entraron en el podio, donde las sillas estaban colocadas. Helena saludo a Mau con un beso enardecido.
Alexander D. también había asistido, como se iba a negar, coqueteaba con algunas doncellas y luego se emborrachaba con el vino. Darius con mirada sabias tenía que saber cómo haría para eliminarlos.
Helena y Mau bailaron toda la noche, hasta que sus pies estaban tan cansados que solamente querían acostarse en una cama, pero Mau todavía no había terminado con ella, ni con la fiesta, hizo que la música parara por un momento y se quedó mirándola atentamente a sus ojos, ella sentía un poco de vergüenza, aunque no como estar en la sala de guerra de su padre. En cambio esto era más fácil. Miro a los ojos tan oscuros como la misma noche de su lobo, esperaba que de su boca yacieran algunas palabras, pero en cambio su arrodillo delante de ella, y revolvió en sus bolsillos tratando de encontrar algo con ansiedad.
Helena inmediatamente se desboco, su interior se llenaba de vergüenza y a la vez de asombro, tanto que era capaz de salir volando a abrazarlo.
Una sola luz que era la que más brillaba iluminaba a Mau, era una escena tan típica pero tan conmovedora que no pudo decir nada. Solamente se tapó la boca con sus dos manos, haciendo un hueco en su barbilla, su rostro ya se había enrojecido tanto como una manzana y hasta sus pezones estaban erizados, simplemente estaba conmovida hasta los huesos, nunca antes pudo sentir algo que se asimilaba, era tan profundo como el dolor y ansiedad que sentía en su pecho. Simplemente era magnifico.
Ya cuando la gente se aglomero detrás de Mau él se dignó en decir las tan esperadas palabras.
—Helena de Vonclais—Él puso sus en su corazón así como hacían el saludo necesario— yo Mau Silver, quiero pedir tu mano para llevarte al altar en matrimonio. —Lentamente de su bolsillo una cajetilla y cuando la abrió, un anillo pequeño pero resplandeciente y casi que brilloso se dejó ver, llevaba una perla en su interior, una luna hecha a mano en la parte interior y dos rubís a cada lado del anillo. Helena estaba por llorar, no sabía qué hacer, Uki igual de sorprendida también estaba tan conmovida que salían lágrimas de sus ojos, la vampira pequeñita con quien había jugado a la muñeca cuando eran niñas ahora creció.
—¡Mau! Yo… —Miro a todos, ¿Cómo iba a decirle que no? Si la mejor parte de su vida había sido con el— si quiero—Vocalizo fuertemente antes de que en el salón se escuchara un estruendo tan bulloso que temieron por partir los vidrios de las puertas y ventanas, Mau corrió hasta sus brazos para abrazarla y luego besarla apasionadamente— quiero que pasemos toda la eternidad juntos mi lobo—ella se aferró a las espaldas del lobo— quiero que hagamos un centenar de hijos. Yo soy solamente tuya.
Mau le abrazo de sus cinturas aferrándose a su silueta, no la quería soltar nunca. Ni mañana ni en años, nunca la soltaría.
—Yo también te amo mi pequeña princesa vampira.
Volvió a besarla apasionadamente, tanto que apenas le dio lugar para besarla, Helena tuvo la impresión que la lengua de su lobo le llegaba a su garganta pero tampoco quería pararse a pensar.
—Haremos que nuestra villa sea pequeña. En comparación a lo que es nuestro amor.—Dijo Mau haciendo mimos a la barbilla de Helena.
La noche siguió disimuladamente con buen tiempo, mientras eran observados por los ojos de todos, por los ojos de la maldad, también del amor.
En un momento de la intrincada noche Víctor se acercó a Mau precisamente cuando este se servía ponche de la mesa gigantesca que albergaba un festín.
—En hora buena Mau, ahora creo que seré el padrino de la boda, mas labores para mi.—Afirmo con pereza.— sin embargo quería decirte algo que es más complicado que lo que hiciste hace rato.
La cara de Mau entonces se desfiguro, la curiosidad iba invadiendo su corazón.
—¿Qué es?
El miro alrededor antes de poder hablar algo.—Mejor vamos a los jardines te aseguro que no es el lugar para hablar de esto, es algo muy importante.
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Editado: 27.09.2020