Tanto fue mi estado sorpresivo que literalmente me desmayé ya que mi cerebro tuvo un error de sistema, uno que produjo un pitido constante en mi cerebro como una máquina de pulso cuando detecta que su paciente ya está muerto… bueno, así.
Nanako estuvo muy preocupada y Sesshomaru pidió disculpas ante el bombardeo de sinceridad, pero es muy difícil para mí enojarme con él, para ser una criatura sanguinaria, poseía la curiosidad de un niño y eso le hacía verse adorable… de cierta manera, ya que no creo que todos compartan el mismo punto de vista que yo.
―No ocurre nada, es solo que me sentí asombrado y aterrado a la vez. ¡Cualquier persona normal le hubiese dado un ataque al darse cuenta de que Onigumo estaba cerca! Y mucho más en que mantuve una corta conversación con él.
―Estás temblando ―pronunció.
―Se me debió bajar el azúcar o se me subió la tensión, cualquiera de las dos, no es nada grave, se me pasará. ―Intenté aligerar un poco el ambiente, ya que Sesshomaru se denotaba tenso, tal vez se sienta culpable ― No debes tener miedo en decirme la verdad, pero no me bombardees tanto, me dijiste varias verdades muy deprisa y mi cerebro no pudo con tanta información.
―Entonces ¿qué debo hacer para no alterarte?
―No sé, tal vez decirlo con más calma para que yo pueda procesar lo que me dices, que se platiquen las cosas, intercambiar opiniones y tener una conclusión clara antes de soltarme otra verdad, no sé, eso es lo que pienso.
Sesshomaru asintió, no sé si de verdad haya entendido a lo que me refería o solo asentía para reconfortarme, reconozco que en estos estados digo las cosas sin pensármelas tanto, incluso podría decir la primera estupidez que se me venía a la mente, supongo que la universidad me jodió el cerebro cuando nos pusieron a memorizar especies de este continente y el de otros para recibir una maestría extra, pude recibirla, aunque no con tantos honores como Kain.
―Bueno, ahora me encuentro mejor, por lo tanto, ya puedes seguir hablando, prometo no colapsar de nuevo. ―Me encuentro un poco embobado por mirar mucho el rostro de Sesshomaru, pero esos son efectos secundarios.
Él pareció dudar un poco, ya que miraba al suelo constantemente como si estuviera pensando en qué decir, me gusta saber que pueda experimentar emociones humanas y yo tengo que enseñarle a clasificarlas, con solo pensarlo se me acelera el pulso de la emoción.
―Si quieres puedes contarme un poco de tus tutores anteriores, no tienes que hablar de Naraku si no lo deseas, al fin y al cabo, tú decides cuándo contármelo.
Suspiró por la nariz y dijo:
―Los detestaba. Los dos primeros eran un dolor de cabeza constante, me trataban como si fuese un idiota solo porque mi modo de vida era distinto a la de los humanos. Me intentaban amaestrar como si fuese a ser su mascota.
―Entiendo ese sentimiento, tal vez no de la misma manera, pero yo odié a mi profesor de inglés, el muy imbécil parecía creerse superior solo por pronunciar bien ese idioma. Digamos que nos gusta sentirnos poderosos de vez en cuando.
―¿Te has sentido así?
―¡Por supuesto! El día en que tomé el último helado antes de que llegara mi primo era como saborear la gloria… La gloria sabía a galleta.
Sesshomaru esbozó una sonrisa que se me hace muy cautivadora, corrijo, ese hombre es cautivador, me siento culpable por estar mirando con otros ojos a mi paciente, me siento tan confundido en estos momentos.
―No me debe de extrañar en que las mujeres yokai digan lo guapo que te ves sonriendo.
Soy testigo de cómo esas orejas puntiagudas adaptan un color rojizo, «debe sentirse tímido cuando le dicen guapo», esto me recuerda un poco a mis primeros días de noviazgo, cada vez que Koujaku me decía lo lindo que era siempre me avergonzaba.
―En fin, creo que interrumpí tu relato por mi aburrida anécdota de vida, puedes continuar.
―No son aburridas.
―¿Eh? ―Creo que escuché mal.
Mi vida sería poco emocionante a comparación de la de un lord inukami que vivió por muchos siglos.
―Tus anécdotas no son aburridas.
―Me tientas a darte un abrazo ―bromeo―. Últimamente te has vuelto muy considerado, eso hace que mi corazón de tutor novato se sienta orgulloso. Creo que perdí el hilo de lo que estábamos hablando, ¡ah, sí! Sigue hablando, estoy notando que me pones hablar de más.
No sé si fue idea mía, o pude ver cómo Sesshomaru parecía tragar en seco, tal vez no se sienta preparado para revelar más de su experiencia con sus tutores, por mucho que me pique la curiosidad, no puedo obligar (o sentir obligada) a una persona en contarme la verdad, es cierto que estaba comprobado en que los daiyokai eran más fuertes a nivel psicológico que los seres humanos, sin embargo, eso no quita el hecho de que Sesshomaru pueda sentirse incómodo y un poco temeroso por rebelar un hecho traumático para él.
―Si quieres podemos dejarlo para otro día ―propuse―. No quiero que te sientas obligado a contarme.
―No ―objetó de golpe, tanto que me sobresalté un poco ante esa respuesta. Sesshomaru apoyó una mano en la colcha y dijo―: Quiero contarte todo… tengo la necesidad de contártelo todo, no sé por qué.
―Vas hablar de Naraku ―mi voz sonó más tranquila de lo que había planeado―, es por eso que te ves tan inseguro, ¿no es así?
Él me miró con esos hermosos ojos dorados que siempre me hacía sentir nostalgia ―por alguna extraña razón― y asintió con un brillo de determinación. Sonreí y extendí mis brazos, algo que le confunde un poco.
―Mi madre siempre me abrazaba para escuchar mis problemas con facilidad, no sé si funcione contigo o que es una mala ide… ¡Wow! ―Me sorprendo cuando se me abalanza para corresponder al abrazo, mi pulso acelera por dos razones distintas: la primera, es que eso me dio un susto de muerte; la segunda, era por el contacto que estaba teniendo con Sesshomaru.