Me fui conversando con Nin, la hada. Y pues, la verdad, no me quiso contar nada más allá de lo que sabía.
Sólo me dijo su nombre y quien era Agnar. Era una especie de “Gran Sabio”. También me dijo que era un poco grande para ser de la especie de los gnomos.
Por otro lado, mi mamá se enojó conmigo porque hice no sé qué cosas que le dijo el inspector. Yo le dije que eran puras mentiras de él, pero, aunque sigue sin creerme, ya no está enojada conmigo como hace un rato.
—Nin ¿Estás ahí?
—Sí, aquí estoy Noel.
—Ya podemos irnos.
—Noel, lo único que te exijo es que seas educado con Agnar, es mucho mayor que todos nosotros juntos.
Y ahí fuimos camino a la guarida o como se diga, de Agnar.
Creí que nos iba a tomar más tiempo, pero resulta que la guarida estaba dentro del árbol que está en mi patio.
—Hola Noel ¿Cómo has estado todo este tiempo? Qué bueno, estás aquí más temprano de lo que había estimado.
—Bien.
—Oh, veo que tienes muchas dudas.
—Pues, la verdad es que sí.
—Aquí estoy para pronunciar las verdades que se me destine.
—¿Usted sabía que vendría a aquí?
—Sí.
—Entonces ¿Puede ver el futuro?
—Querido Noel, Ciertamente sabes que existe la magia, los seres mágicos y muchas cosas que no son perceptibles, palpables para cualquier ser vivo. No todos tienen el derecho de vernos, solamente porque ellos mismos no se los dan y dejame decirte, ver el futuro no es tan simple como para decir y saber que tu vendrías.
Para saber el futuro debemos ver el tiempo y el tiempo no existe, nada más que el presente, por supuesto.
El pasado y futuro no son más que recuerdos y expectativas de lo que fue y podría ser.
Pero también es muy concreto decir que el futuro existe en un punto tan frágil que, si lo observas, cambiaría de dirección dando a uno de los tantos billones de futuros posibles en lo que no es posible predecir lo que sucederá.
—Vaya… usted sí que es sabio.
—Aciertas, soy un sabio. Pero no cualquier sabio, soy el más sabio de los sabios. Eso no quiere decir que lo sepa todo, también no sé nada.
—¿Entonces se puede decir que usted es un sabio tonto? —Me dio risa, pero a la gente parece que no le agrado que le dijera tonto, que graves.
—¡Eso es, Noel! Ya captaste la idea.
—Oiga pues, Don Agnar. ¿Para qué me mandó a buscar con la hada tonta?
—Noel, te conozco desde el día que naciste. Siempre atraías a las ninfas del patio.
Siempre tuviste algo que nos llamó la atención a todos y ahora comprendo la razón.
Y también conocimos a tu padre.
—¿Mi padre?
—Sí, tu padre siempre se sentaba y conversaba con nosotros, O eso creíamos.
—¿Creían?
—Tu padre se sentaba al lado de la puerta del árbol, creíamos que se había dado cuenta del portal hacia nuestra aldea.
Pero, solo se sentaba a mirar el cielo y hablaba de muchas penas que tenía en su alma.
—¿¡Pero de qué penas me estás hablando!?
—Noel, sólo te puedo decir que tu padre era muy tierno, amable. El resto no puedo contarte yo.
—¿Pero por qué no? Es primera vez que puedo oír de mi padre ¿y usted no es capaz de decir, aunque sea sobre sus penas?
—Noel, debes comprender que esa tarea no me concierne a mí.
Editado: 06.08.2019