—¿Y quién eres tú para callarme? Maldito bicho.—Le gritó a Nin.
—¡cállate, niñato estúpido! ¿A caso crees qué estás con cualquier persona? Ten un poco, un mísero respeto. Por eso tu padre te abandonó, por un problema, eres un problema para todos, ¡hasta para tu mamá!
—¡Nin! Vete de aquí, inmediatamente.
—pero, señor. Lo lamento.
—¡Que te vayas Nin, es una orden!
—Sí, señor Agnar, disculpe, lo siento, me retiro.
—Noel, puedo comprender que estés frustrado, disculpa a Nin por favor, ella no suele ser así y sobre lo de tu padre, lo que ella dijo, no es verdad, el no te abandonó.
—Pero, entonces dime tú. —me acerco siendo presuntuoso.— Vamos, dime, viejo.
—Noel, soy mucho más viejo que tú. Por favor no me hables mal.
—Pero habla.
—Está bien, te contaré. Pero debe ser mañana.
—¿Por qué mañana?— le pregunto y a la vez escucho la voz de mi mamá.
«¿Noel, dónde estás?”»
Sí, mejor es para mañana.
—Bien, Noel. Hasta mañana.
—Sí, cómo sea, chao.
Editado: 06.08.2019