Luego de lo que me ha contado me he estado preguntado como lo ha hecho mamá, tiene hijos, marido (bueno muy pronto ex marido), puede reír e irse a dormir como si nada. Se me ha roto el corazón, ella debe estar rota y no solo ahora, sino que por más de 20 años.
Ella estaba cocinando cuando llegué llorando por mi ruptura. Una ruptura que debió haber ocurrido hace mucho tiempo, es más nunca debió haber existido esa relación, pero como dicen por ahí "el diablo es puerco" y caí. En fin, eso es cuento para otra historia.
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Es otro día más en la dura vida de mamá, con tan solo 18 años tiene que ir a trabajar. En su casa y en esos tiempos no existía calefón y hacer fuego era la única opción por agua caliente. El baño constaba de un cuarto pequeño de madera, una tina vieja que su papá (mi abuelo) encontró por ahí y una manguera asomada puesta bien alto de la cual corre el agua fría. Ella joven y hermosa de 1.60 m, muy delgada y no por opción, sino que, debido a la escasez de comida en casa, en ese tiempo de cabellera larga y mojada en su totalidad cuando se disponía a salir.
Su padre un hombre borracho, totalmente machista, golpeador y abusador, totalmente distinto al hombre que ahora se ha mantenido sobrio por más de 8 años. Se consumía todo lo que ganaba, al menos la mayor parte por lo que no le quedaba más remedio a mi abuela que trabajar, y que apenas mi madre tuviera edad suficiente también entrara al mundo laboral. Y así fue.
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Mientras va pelando las verduras, noto en su rostro una sensación de tristeza al contarme lo que pasaba en su casa en esos tiempos. Lo recuerda tan bien, como si el tiempo no hubiera pasado desde ese entonces. No sé si los ha perdonado. Continua:
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-Ese día salí muy temprano, aún estaba muy oscuro, y tenía que ir al centro. Con mi cabello largo goteando, bien presentada, tacones, falda corta y blusa. Siempre me ha gustado vestirme así. Por eso siempre te digo que tienes que andar presentable, uno siempre femenina- me dice, mientras toma otra papa y continua- Tenía que bajar unas seis cuadras para tomar la bendito micro porque en las mañanas no llega hasta acá arriba. -cabe señalar que vivimos casi a los pies del cerro- Así que ahí yo partía caminando rapidito sin mirar a nadie, concentrada total en llegar al paradero.
Era viernes y llegué temprano a la empresa (que se dedicaba a confeccionar ropa) entré a la oficina de mi jefa La Sra. Isabel que era la Diseñadora y aprovechando que aún no llegaba preparé de inmediato su escritorio que era una mesa blanca muy grande. Era fascinante porque desde que me tomó como su asistente costurera, estaba encargada de traer retazos de telas hermosísimas para las barbies, aportar con idea a los diseños, eso significaba platita extra y utilizar la mejor máquina de coser de todas. Además, tenía el privilegio de ver los diseños mucho antes que las envidiosas de mis compañeras.
Como siempre le salían imprevistos a la Sra. Isabel con su joven novio y cafiche por lo demás, me dejaba sola terminando los últimos detalles de los diseños que hacía durante el día. Trataba siempre de terminar rápido los moldes originales cerrar su oficina e irme. Así lo hice. Era primavera en ese entonces, la brisa del verano lo podía sentir y eso significaba para mí muchas preocupaciones acerca del trabajo y la vacaciones, dado que no sabía si iba a poder continuar trabajando ahí ya que si estaba en esa empresa era para terminar la práctica del colegio. Subí a la micro pensando en eso y en lo que iba a pasar en casa si es que no tenía trabajo, pero nunca me llegué a percatar de aquel joven. Ese joven que al sentarse a mi lado me invadió con su presencia y su perfume, que nunca olvidaré.