Nosotros

CAPÍTULO X

Se miraron otra vez  con las manos entrelazadas. Faltaban menos de 3 meses para el matrimonio de ambas. Amelia había acudido a casa de su amiga con la esperanza de ofrecerle su solidaridad en ese difícil trance que tendría que atravesar, mientras que Nicolás sería enviado a Europa sin fecha próxima de retorno.  

Amelia  conocía a León sabía que era un hombre de buen corazón, pero dudaba que permitiera aquella locura, en el fondo de su corazón los envidiaba un poco ya que su futuro matrimonio  había sido pactado sin preguntarle ni una vez si la idea le agradaba, se pondría de su lado, pero dudaba que salieran airosos de aquella aventura. Luis interrumpió sus pensamientos al decir:

  • ¿Amas a Carlos... como amas a León?
  • El matrimonio pocas veces tiene que ver con el amor, me temo, querida Luisa – dijo con resignación Amelia.
  • Entonces entiendes que mi corazón le pertenece a él – replicó con firmeza
  • Sabes que es imposible, tu padre va a evitarlo
  • No es mi padre – dijo arisca Luisa
  • ¿Quieres ser razonable, Luisa? – dijo cansada Amelia

Unos pasos poderosos se acercaban con furia a las inmediaciones de la salita. La charla entre ambas se interrumpió inmediatamente después de que la fornida figura trigueña de León Rangel apareciera el umbral de la puerta con una de sus poderosas y fuertes manos  cogiendo por el cuello de las ropas a Nicolás, quien tenía un hilo rojizo de sangre brotándole de la nariz y la comisura del labio, su mirada hosca traspasaba a su padre con chispas de furia. Las mandíbulas de ambos lucían tensas y temblaban. Al ver aquellos rostros tan similares con la misma expresión  nadie podía dudar de que eran padre e hijo.

  • ¿Qué es todo esto, Luisa?
  • Amor, señor – dijo ella altiva – prefiero morir a no estar con Nicolás
  • ¡Tonterías niña! – bramó él – tu compromiso se llevará a cabo
  • ¡NO!

En dos zancadas León cruzó la sala y le sacudió. Luisa superó la sorpresa inicial para cerrar los puños, Nicolás se interpuso entre su padre y Luisa. Y Amelia al ver todo el caos y la violencia sollozo un poco y aquellas lagrimas hicieron que los otros tres se olvidaran de su pelea, ya que a ninguno  les gustaba ver a aquel noble corazón llorar, logro controlarse a fuerza de voluntad  para decirles trabajosamente:

  • Tu familia necesita esta boda Luisa, tanto como necesita la de Nicolás – les miró a ambos con tristeza - es necesario tener un aliado poderoso.. en tiempos tan inciertos... se necesitan los contactos, el respaldo de un buen nombre.
  • Me niego a que se me trate como moneda de cambio – protestó débilmente ella,
  • Temo mucho que las mujeres de buena cuna como tú y yo, raramente  tenemos opción

Nicolás estaba taciturno, con una la tristeza y el dolor reflejados en el rostro; la misma expresión tenía Luisa... ambos sabían de sobra que no tenían opción alguna...Los problemas alrededor de la disminuida fortuna de los Rangel y el cambio de las familias que rodeaban al virrey, la pérdida de contactos comerciales al haberse casado con la madre de Luisa... todo confabulaba en contra de los cuatro seres que simplemente deseaban poseer la libertad para quererse sin sacrificar a los otros.

 

MAIA Y ESMERALDA

Nada más entrar y mirar a su amiga, Esmeralda estuvo segura de que algo había sucedido. Maia le sonrió y la abrazo con fuerza mientras se disculpaba torpemente:

  • Lo siento Esme, de verdad... fui una completa idiota... es obvio que sólo querías que te apoyara y yo... en vez de eso te decepcioné y me porté terrible contigo...
  • Tranquila, Maia... – dijo Esme con cierto fastidio – ya pasó.

Maia asintió con aire culpable y la soltó, en completo silencio levantó la mochila  y su bolso para dirigirse a su habitación sin decir nada más cerrando la puerta suavemente. Extrañada Esmeralda la siguió con la vista, pero no dijo nada, sabía que algo había pasado, pero no imaginaba si se trataba de algo bueno o malo, su amiga simplemente parecía estar completamente fuera de sí, así que lo que hubiera pasado seguro era algo importante.

Se levantó con la intención de tocar la puerta de su habitación para charlar con ella cuando el interfon interrumpió sus buenas intenciones. Caminó hasta el aparato con el entrecejo fruncido, era raro no esperaban a nadie, era domingo por la noche así que no había amistades que solieran visitarlas a esa hora... aunque por otro lado tal vez era Ámon... una sonrisa instantánea se formó en sus labios mientras respondía:

  • ¿Hola? – dijo una voz que se le hizo familiar
  • ¿Si? – dijo ella curiosa
  • ¿Maia?
  • No – y tras una pausa agregó – Soy Esmeralda
  • ¡Ah! Buenas noches, Esmeralda – dijo la voz un poco tensa– puedo hablar con Maia por favor, soy Roberto
  • ¿Roberto? – repitió Esmeralda con cierto  fastidio – escucha creo que está dormida...
  • Ah en ese caso... puedes decirle que me llame por favor
  • Si claro...




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