Nosotros y las estrellas

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En un mundo gobernado por la jerarquía, donde los alfas son los dominantes, un beta como Alaska no era nadie. Incluso su estatus era menos visible que el de los omegas y eso había causado estragos en su carrera.

Desde que nació supo que algo iba mal. La gente a su alrededor se decantaba por los encantadores omegas o por los traviesos alfas, pero nunca, por un beta.

Y no es que renegara de su naturaleza, al contrario, estaba encantado con ello,  estaba feliz de no ser un ser primitivo que solo se dejaba dominar por sus hormonas, pero en cuestión de cargos, era otra historia.

Al ingresar a la universidad en la facultad de medicina se topó con la cruda realidad. Todos ellos eran alfas y uno que otro omega.

Pero pesé a las dificultades logró ingresar como interno al Hospital Nacional, como el primer de su rango en hacerlo.

Y vaya que era algo raro, porque el rumor corrió tan rápido como el agua de un río,  pues en su primer día ya todos sabían su nombre.

Pero las cosas no pararían ahí,  puesto, cuando sus compañeros se enteraron de la especialidad a la que apostaba todas sus fuerzas, se burlaron de él. 

Neurocirugía es solo de alfas.

Pero alguien como él que nunca tuvo nada de lo que quería hasta que trabajo y lucho por ello,  aquellas palabras no significaban nada.

 

 




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