Notas A Tessa

Maldito libro de récords

 

 

–Tengo mi modo detective activado, mi radar está prendido y está en busca del admirador.

A Margot le había entrado la locura, había estado todo el almuerzo tratando de investigar y descubrir información sobre el chico mudo. La demente ya había perdido la cabeza y tengo miedo de que haga una locura...ya saben, es demente Margot. El demente antes de su nombre lo dice todo.

–Entonces. Dices que debe vivir unas casas más adelante que la tuya ¿Por casualidad no viste si tenía una motocicleta? Yo te dije que es uno de esos chicos malos, tienen mil novias, de día, tarde y noche.

–Te dije que no lo juzgaras de esa forma, ni siquiera lo conocemos. Definitivamente demente es la palabra que te define. ¿Estás segura que no te llamas demente?–dije molestándola mientras reía, ella no reaccionó de la mejor forma posible, así que me lanzó una servilleta usada por ella en toda mi cara–Aparte de demente sucia y asquerosa.

No pude ver su expresión porque estaba limpiando la comida de mi cara, pero puedo saber que era de indignación.

Volví la vista hacia mi loca amiga, ahora sus ojos estaban puestos en algo o alguien detrás de mi.

–Mayday, Mayday. Chico mudo a la vista, repito, chico mudo a la vista. Tenemos un 3312 Tess, mueve tu trasero y voltea–susurraba mientras simulaba que su mano era un woki toki–.

Rodeé los ojos y volteé, Finn iba con su almuerzo en manos mientras Kenai iba tras él con sus fieles servidores a su espalda, igual de idiotas por cierto. Lo empujaban y le hacían constantes burlas e insultos.

Tomaron los lentes de su rostro y los botaron al suelo, mientras lo pisaban con fuerza y rabia.

–Idiotas.–susurré mientras me levantaba de mi asiento decidida a confrontar a ese trío de sin neuronas, pero fui detenida por Margot la cual me susurró que me quedara en mi puesto si no quería buscar más problemas con Kenai–.

Lo que más me molestaba era que nadie hiciera algo al respecto y seguían en sus mesas comiendo como si nada estuviera pasando. Supongo que tienen la misma cantidad de neuronas que esos tres.


–¡Uhg! Mira estas piernas de animal, no me depilo hace cinco meses–dijo Margot mientras masticaba su preciado y típico sándwich de queso–Anota eso Tess, un nuevo récord para nuestro libro–.

Sacó aquel montón de hojas de su mochila, dudo que se le pueda llamar libro, está hecho un desastre gracias a Señor Patitas Cortas. Una razón más para que Margot lo odie.

Bueno, hace un año comenzamos a escribir los récords que hemos logrado. Hoy es el turno de las piernas de Margot, la última vez no se las había depilado por dos meses, hoy son cinco. Temo que pronto se convertirá en un año.

Hace un mes Margot metió dos cheetos en su nariz, le puse el reto de que se los quitara al final del día. Mi amiga lo cumplió, para rematar los disfrutó gustosamente comiendolos en el autobús. 

Yo rompí el récord de comer una bolsa de bombones en menos tiempo, seis minutos y cuatro segundos para ser exactas.

Margot recostó su cuerpo sobre la banca, la misma banca que está al frente de mi casa, casi siempre la usamos para hablar y hacer cosas sin sentido.

–volteó a verme con esa sonrisa maliciosa y traviesa, cada vez que la hace sé que algo va a salir mal. Es igual al payaso Pennywise solo que ella es rubia y pues...¿Qué digo? Son prácticamente iguales–Tengo una brillante idea, y tú sabes bien que cuando ocupo brillante e idea en una misma oración se aproxima algo brutalmente grande–.

El tono en el que lo dijo me asusto, sin esperar una respuesta de parte mía, la rubia despeinada y para nada depilada saca un bolsa con bombones dentro de este. Tenía razón con lo de brutalmente grande.

–Los comerás todos, hasta que vomites. No entrarás a esa casa–dijo apuntando mi hogar dulce hogar, en el cual deseaba estar para esconderme de esta loca que hace tres años es mi mejor amiga–Sin terminar este paquete lleno de chocolate y azúcar, eres una guerrera y tú puedes con esto. Haz que esos seis minutos con cuatro segundos sean tres o dos–comenzó con su discurso para convencerme. Adivinen qué, le arrebaté aquella bolsa de sus manos y ahora me encuentro tragando como cerda. Esta loca sabe controlarme.

–¡Todos! ¡Hasta el último! ¡Quiero ver esa bolsa vacía señorita Woods!–gritaba sin importarle en lo más mínimo que pasaran vecinos por la calle. Después de esto van a odiarme–¡Llevas dos minutos cuarenta y ocho segundos! 

Mis mejillas estaban apunto de explotar cuando siento la mirada de alguien al lado mío.

–Y yo era el raro ¿No es cierto?–chico mudo se encontraba a un lado mío, mirando la extraña escena, Margot arriba de la banca alborotada y con cronómetro en mano y yo con mi boca llena de bombones.

¿Este será el fin de Tessa Woods? Descúbralo después de los comerciales.


Definitivamente era mi fin, veía la luz. Mamá, Papá, dejo todos mis ahorros para mis libros en manos de mi querido gato. Cuenten mi historia.

Y así fue como Tessa murió a sus 17 años. 

Fin.

¡Obvio no! Solo me encuentro tirada en mi cama lamentándome por haber comido esa bolsa completa. Sí, me la comí completa, hasta el último bombón.

Ahora mi pobre estómago se encuentra pagando por las idioteces que hago

Algo interrumpe mis dolorosos pensamientos. El mismo ruido de aquella piedra u objeto chocando contra mi ventana.

Me levanto de la cama como puedo ya que siento que voy a explotar en cualquier momento si es que doy un paso más.

Al acercarme veo la misma nota de hace unas noches atrás, pero al tomarla y verla con detención me doy cuenta que lleva escrito algo distinto en ella.

"No hay ningún encanto que iguale la ternura del corazón"

-Jane Austen

Una particularidad de esta es que llevaba la esquina derecha doblada, las tres notas, contando esta, tenían el mismo detalle.



#30819 en Novela romántica

En el texto hay: adolescente, romance, escuela

Editado: 11.11.2020

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