"Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen." (Hechos 5:29-32)
En ocasiones hemos podido pensar que por ir a la iglesia, leer la Palabra y orar de vez en cuando ya nos hacemos merecedores de que el Espíritu Santo haga milagros y prodigios con nosotros, pero ¿estamos siendo obedientes a Dios?
Así como fue necesario que Abraham y sus descendientes guardaran el camino de Jehová para que Él hiciera realidad lo que les había prometido (Génesis 18:19), y que Josué siguiera cada mandato que Dios le dio para poder ver cumplida cada promesa del Señor en su vida y en el pueblo (Josué 21:45). Pedro nos dice que “…Dios da su Espíritu Santo a todos los que lo obedecen” (Hechos 5:32)
Recordemos que al Señor le agrada más la obediencia que los sacrificios (1 Samuel 15:22), y es ella la que mueve Su mano para ver cumplida la promesa del Consolador.
“Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.”
1 Samuel 15:22
Hagámonos merecedores del Espíritu Santo y del sacrificio de Cristo en la cruz obedeciendo a Dios de verdadero corazón.