Notas invisibles

Día 49 - Ya no estamos ensayando, estamos recordando

Querido diario:

Hoy desde el momento en que cruzamos la puerta del estudio, algo se sentía distinto.

Las luces no estaban frías, ni las cámaras inalcanzables. Las voces del equipo sonaban más suaves, como si todos estuvieran en ese modo especial que aparece cuando ya no se graba para corregir, sino para capturar lo que queda.

Gabriel llegó primero. Se bajó de la van saludando al aire y casi se tropieza con un cable enrollado que ya conocíamos como parte del paisaje.

—No me digas que ya se volvió set sentimental —dijo riendo mientras me veía bajar con mis cosas desordenadas.

Yo tenía el pelo recogido como en los ensayos, pero esta vez sentía que cada pasito dentro del estudio me estiraba un recuerdo en el pecho.

Cami nos recibió con dos abrazos largos, uno para cada uno, como si necesitáramos apapacho más que correcciones.

—Les juro que hoy no hay cambios drásticos de vestuario. Solo... ajustes cómplices.

Clara y Valentín ya estaban repasando los últimos movimientos. Pero esta vez no daban indicaciones. Solo señalaban cosas como:

—Ese paso ya tiene historia, no lo toques.

—Esa mirada funciona porque ya no es actuada.

Tomás, desde la consola, revisaba las tomas sin apuro. Martu estaba con la cámara pequeña de detrás de escenas, esa que a veces capturaba nuestras torpezas y nuestras risas desarmadas. En esta ocasión, nos enfocaba como si estuviera armando el capítulo final de un documental íntimo.

Las escenas finales que nos quedaban por grabar no eran complejas en técnica. Pero sí pedían verdad.

Un plano cerrado con los dos frente a frente. Otra toma donde se nos ve caminando en medio de un decorado iluminado por luz suave. Y una escena donde no decimos nada... solo nos miramos.

Gabriel puso su chaqueta, se miró en el espejo y me dijo:

—¿Te das cuenta que ya no estamos actuando?

—¿Desde cuándo?

—Desde hace unos días. Pero hoy se nota. No estamos representando. Estamos recordando.

Valentín se acercó a ajustarme el micrófono sin perder la sonrisa.

—Hoy todo lo que hagan va directo al detrás de cámara emocional. No lo bloqueen.

Clara nos colocó en posición. Tomás levantó una mano desde su cabina.

—A grabar. Pero con compás del alma.

La primera escena quedó en la segunda toma.

Gabriel me miraba como quien no necesita ensayar más. Yo lo miraba como si mi silencio fuera parte de la coreografía.

Y cuando nos pidieron caminar hacia la luz del fondo, lo hicimos como si supiéramos a dónde íbamos... aunque no hubiera guion.

La última escena fue aún más simple.

Nos sentamos en dos sillas frente a la cámara. Sin música. Solo aire.

Martu grababa como si estuviera esperando que alguno dijera algo profundo. Pero no dijimos nada.

Y aún así... ese silencio tenía todo lo que no pudimos cantar.

Cuando Tomás gritó "¡listo!", nadie festejó de inmediato.

Fue como si todos necesitaran un segundo para entender que ya estaba.

Que lo que iba a salir de ese videoclip no era una coreografía impecable... sino una historia vivida.

Tania entró justo en ese momento. Tenía un pastel pequeño en las manos. Uno de esos que no parecen gran cosa hasta que ves el cartelito escrito encima:

"A Dos Voces: esto fue más que música"

Nos lo puso en la mesita y nos dijo:

—No se apuren a cortarlo. Tómense el tiempo que se merece haberlo logrado.

Cami sacó copas de plástico. Martu seguía grabando, incluso mientras nos servían jugo.

Gabriel levantó su copa y dijo, nervioso pero genuino:

—A lo que nunca pensamos que íbamos a sentir... y hoy sentimos. A la gente que nos miró sin pedirnos perfección. Y a esta canción que ahora tiene colores y luces.

Yo no dije nada. Solo levanté mi copa. Y aunque no hice ningún gesto exagerado... sentí esa pequeña arruguita en la nariz que siempre aparece cuando estoy emocionada de verdad.

Valentín nos abrazó a los dos. Clara nos dio una palmadita en la espalda como si dijera "ya está, ya se logró".

Todo fue grabado.

Las risas. La entrega de pastel. La mini charla con el camarógrafo que se emocionó al ver la última toma.

Incluso el momento en que me emocioné viendo a Gabriel sonreírle a su reflejo en la pantalla pequeña de playback.

Martu cerró la cámara y nos dijo:

—Esto... es lo que se siente cuando la cámara capturó algo que ni sabía que existía.

Más tarde, cuando todos se fueron, nos quedamos un rato sentados en la esquina del set.

Gabriel miraba el suelo. Yo jugaba con los flecos de mi chaqueta.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó él.

—Esperar que el mundo nos vea... como nosotros ya nos vimos.

Él sonrió.

—Y si no nos ven como eso...

—Que al menos escuchen lo que dijimos sin decir.

Querido diario:

Hoy se terminó la parte técnica. Pero lo que cantamos, grabamos, bailamos... sigue vivo.

Porque no hicimos solo un videoclip. Hicimos una página emocional con luz propia.

Y cuando lo vea alguien, no va a entender todo. Pero quizá... sienta algo.

Y eso, ya es suficiente.



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En el texto hay: cantantes, inspiracion, sueño

Editado: 10.09.2025

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