Venus.
Estaba a punto de preguntar si te encontrabas bien, si había algo que atormente tus sueños, pero tu propuesta detuvo mi mundo.
¡Una chica me invitó a salir! Y no cualquier chica.
¡Tú me invitaste!
Por un momento pensé que estabas bromeando, pero como vas a bromear si la sinceridad y dulzura en tu invitación llenó mi alma con una felicidad.
Momentos después tuviste que retirarte, ya que me comentaste que tenías cita en el médico, era una revisión general.
Cuando llegué a casa le conté a mi mamá, y como era de esperarse; se alegró por mí. Me dijo: que eres una maravillosa chica. Y en ello no hay duda.
Porque sí, mi madre sabe de ti.
Dicen, que una madre nunca se equivoca.
Con cariño, Oswaldo.