Rafaela
Lo quedé mirando sin entender que quiso decirme con eso, está bien lo ensucié de lodo el día anterior, y sí, le lancé alcohol en la cara, aunque se lo merecía, pero no es para dejar caer un vaso al piso de esa manera ni tampoco para mirarme como si hubiese cometido un gran pecado.
—Mira, digo, mire señor gerente —le hablé de la forma más educada que puedo—, sé que el accidente de ayer fue mi culpa, y prometo pagarle la lavandería de su traje, lo del hotel bueno, puedo explicárselo, pero debe darme un plazo, yo no tengo dinero para…
Me interrumpió de golpe agarrándome de ambos brazos, su mirada enloquecida me asusta, más al notar su aspecto que luce algo desaliñado y su despeinado cabello. ¿Se ha vuelto loco por su traje? ¿O se siente muy ofendido por el trago que le tiré en el rostro? Tal vez se ha dañado el cutis por el alcohol, aun así, siento que está dramatizando demasiado, no es un niño pequeño para molestarse tanto, además él se lo buscó ¿Cómo se le ocurre molestar a alguien que estaba sufriendo como yo?
—La adivina me lo advirtió, la novia del infortunio —exclamó amenazante.
Guardo silencio, confundida, ¿De qué habla? ¿Estará borracho? Aunque no huele a alcohol.
—¿La novia? —le pregunto por qué no sé si lo escuché bien, además que me siento intimidada con sus manos aun sosteniéndome de los brazos, y esa cercanía a la cual no estoy acostumbrada. Esos ojos azules parecen intentar penetrar mi mente como si buscase algo.
Y fue como si en ese instante pude entenderlo y atando cabos por su aspecto, acabo de darme cuenta de que algo extraño ha pasado.
—¿Ha perdido la razón? —balbuceé porque, aunque suena ridículo y no sé si es eso lo que está pasando, no se me ocurre otra cosa.
—¿Qué? ¿Mi razón? —me tomó de la muñeca y quiere decir algo, pero no puede—. Mira, mujer, necesito que vengas conmigo, esto debe tener una solución…
¿Será esta su venganza por el hotel? ¿O por el lodo? No sé si algo más le he hecho, porque no recuerdo.
—Señor, esto es incómodo —le dije mirando a nuestro alrededor como otros empleados nos contemplan confundidos.
Al darse cuenta de que ha llamado la atención, más de lo que tal vez quisiera, sin soltarme de la muñeca, me llevó consigo. Daniel, mi jefe, aparece mirándonos sin entender nada de lo que pasa.
—¿Leonardo? —pregunta, pero el gerente solo le hace un gesto con la mano indicándole que después hablaran.
No saco nada con mirar a mi guapo y gentil jefe con cara de cordero degollado porque parece ni siquiera reaccionar ante lo que ve. No sé qué esperar de esto ¿Lo que dirá es cierto o solo está haciéndome una jugarreta? Aunque, ¿Por qué el gerente general de los hoteles Hall me haría una broma de ese tipo? Camine a su paso, pero es tan alto y camina con tal rapidez que siento que estoy siendo más arrastrada que llevada.
—¿Señor Almendárez? —exclamó su secretaria, apenas lo vio poniéndose de pie—, su madre…
—No tengo tiempo ahora, dímelo más tarde —la interrumpió con brusquedad.
—Pero señor… —intentó seguirlo.
La detuvo en seco con una mirada poco amistosa, por lo que la mujer abrió los ojos, espantada ante la actitud del gerente.
—Después —y dicho esto me hizo entrar a su oficina para luego cerrar su puerta y apoyarse en ella para mirarme con su rostro enloquecido.
Retrocedí hasta chocar contra la pared del fondo. Y lo miré sin saber qué es lo que hará en este momento. Respira agitado, arreglándose el cabello y busca en sus cajones una peineta y un perfume, arreglando su apariencia como si se hubiera olvidado de mi presencia.
—No te quedes ahí y ven acá —me indicó señalando el lado suyo en tono autoritario.
—Sabe que el acoso está penado por la ley —repliqué y me miró como si no me entendiera.
Se acercó molesto tomándome de los hombros y acercando su rostro al mío sin que pueda evitarlo, ya que estoy pegada a la pared. Sus ojos azules se detienen en mí y puedo sentir el aroma del perfume varonil que antes se echó, huele bien, la verdad que a pesar de estar despeinado y lucir agitado, se ve bien ¿Por qué tiene que existir gente tan guapa mientras otros solo nos tocan las migajas?
—No la estoy acosando, solo quiero que me solucione esto —habló antes de soltarme y darme la espalda.
—¿Solucionarlo? ¿Qué cosa? —la verdad es que sí me está asustando.
Arrugó el ceño, es claro que cree que estoy actuando y carraspea molesto.
—Habla de ese tema de la novia sin fortuna —me reí nerviosa—. ¿En serio puede creer en algo inverosímil como eso? Señor Almendárez, está bromeando conmigo, no me parece gracioso.
Me dio la espalda caminando inquieto por la oficina, como si intentara ordenar sus ideas y no pudiera, ya que solo maldice y maldice. En tanto de reojo veo el lujo del lugar y la cantidad de trofeos y diplomas, este tipo debe estar acostumbrado al éxito, por eso le desespera haber vivido un par de horas como yo he vivido toda mi vida. Arrugué el ceño, molesta, solo de pensar en su desesperación, me molesta.
—Mi despertado no sonó en la mañana, mi gas se cortó en plena ducha, mi auto se quedó botado ¡Un deportivo nuevo! Y…y para más remate llegó acá corriendo para que mi madre me dé un sermón como si fuera mi culpa haber llegado tarde a la reunión de mi padre —y dicho esto le dio un golpe a la pared apoyando su cabeza.
“Pobre niño rico y berrinchudo” pensé con ironía.
—La verdad es que lo que me dice, es absurdo, disculpe que le diga, pero que haya tenido una mala mañana no significa que sea mi culpa —me alcé de hombros.
—Ese día, esa misma noche en el hotel, el socio de mi padre nos llevó a ver a una adivina, una mujer que nos leyó las cartas y me dijo “cuidado con la novia del infortunio, si ella lo maldice tres veces, la mala fortuna lo perseguirá para siempre” no le creí, incluso me pareció ridículo, pero luego de todo lo que pasó hoy estoy tan desesperado que crearía lo que fuera con tal que este día no se vuelva a repetir—me dirigió una mirada de fiera por lo que volví a retroceder a pegarme a la pared como un cervatillo a punto de llamar a su madre, mi mamá le daría con su cuchara de palo—. Desde ese día que me lanzaste tu trago en la cara, empezaron a suceder cosas raras, y luego al chocar conmigo con tu lodo, todo empeoro, un tercer golpe entre ambos y todo sé irá al carajo.