Bajo indicaciones de la recepcionista, tomé el ascensor y me direccioné al tercer piso. Estaba sola en el ascensor y mi pie empezó a tener un tic, estaba nerviosa, más que nerviosa, ¡aterrada! ¿Y si esto es una trata de blancas? Descarté la idea de mi cabeza al comprender que era una empresa muy bien ubicada con reconocimiento por lo lleno que se veía el buzón de recomendaciones. Suspiré asustada cuando el ascensor frenó y se abrió en el tercer piso. Con el corazón latiéndome a mil por hora, salí y me acerqué a la recepcionista del piso, ésta me sonrió con amabilidad y su voz sonó calmada.
—Muy buenas tardes, señorita Dakota —me saluda, mi rostro se llena de sorpresa y ella me sonríe aún más—. La base de datos ha sido actualizada. Permítame, por favor sentémonos en la sala.
Ella sale de su puesto de trabajo, estaba vestida totalmente igual que la chica de abajo, me sorprendía lo bien que les lucía el uniforme que consistía de una falda negra ajustada que llegaban cuatro dedos arriba de la rodilla y una camisa manga larga de botones blanca, lucían tan serias y a la vez tan sensuales que me sentía infantil con mi sencillo vestido de flores con el que me sentía elegante. Quizá yo no había nacido para ser sensual. La recepcionista me lleva al sillón y me presta una tabla con unos papeles.
—Por favor, tómese el tiempo de rellenar estos datos, depende de cuan exacta sea podremos conseguir el chico que necesita —ella me aclara pacientemente y recibo el esfero, que se veía tan caro como mi teléfono. Le sonreí y me dediqué en la tabla.
Estatura del chico: 1.78.
Color de cabello: Castaño.
Color de ojos: Grises.
Personalidad:
Leí esa pregunta y quedé quieta, ¿qué personalidad quería? No tenía ni la más mínima idea, ¿se supone que uno escoge la personalidad de una persona? Dios santo, apenas la cuarta pregunta y ya no sé qué hacer, se parece a mi parcial de letras.
Personalidad: Pícara, cómico, coqueto.
Así es la personalidad de Zac Efron, así que no me vendría mal un tiempito con un Zac Efron hispanohablante.
Edad: 20 años.
Para qué necesitas al chico: Tengo un viaje familiar y necesito llevar un novio para evitar problemas familiares.
¿Se permiten los besos?: Sí.
Dios, sí, necesito besar a alguien al menos.
¿Se permite las relaciones sexuales?:
No. No. No. No.
¿Se permite las relaciones sexuales?: Sí.
Observaciones: Que sea atento y que tenga disponibilidad de viajar por más de veinte días.
Al acabar, releí y todo, me regañé mental por aceptar las relaciones sexuales, pero quizá en el viaje pueda pasar de todo y no me quiero frustrar. Igual, soy consciente de que no se puede involucrar sentimientos en esto y que no será nada más que algo ficticio. Suspiré, esperaba que de verdad encontraran al chico que necesitaba. Le pasé la tabla a la señora y ésta asintió para luego devolverse a su lugar de trabajo, digitó algo rápidamente y me miró con una sonrisa:
—Su chico ha sido encontrado, aprovechando que estamos en temporada navideña hay un descuento en precios, por favor lea el contrato que se ha elaborado y fírmelo si se encuentra de acuerdo, apenas firme, se le mostrará el chico, en caso de que no sea lo que buscaba, volverá a rellenar el formato junto con otras preguntas más explícitas y se le buscará el chico correcto —me pide, y me pone un conjunto de papeles, los cuales leo. Al leer el precio de lo que cuesta el mes, casi salgo corriendo. ¿Cómo puede ser tan caro? ¿Se supone que tiene descuento? Desesperada, acepto. Benditos sean los que crearon las tarjetas de crédito, y malditos sean los que crearon los intereses tan caros. Firmé y le pasé el papel a la chica. Ella me sonrió y me mostró el monitor, la imagen del chico era perfecta, ¡el chico era perfecto! —. Él es Ethan García, ¿aceptas rentarlo?
—Sí y definitivamente sí —respondí, obligándome mentalmente a no babear por él.
—De acuerdo, por favor pase a la siguiente habitación, en diez minutos podrá encontrarse con él para conocerse y cuadrar lo necesario, recuerde que buscamos su satisfacción.
Seguí por donde me indicó y me encontré en una habitación llena de ventanas con vista al parque central, tenía unos cuantos muebles y había aire acondicionado; me abracé a mí misma, mordiéndome el labio, realmente curiosa, ¿qué estaba haciendo? ¡Mamá me matará cuando se entere en qué gastaré mis cinco quincenas siguientes! Agh, ya firmé, no hay modo de devolverme, aparte esto estará mejor que recibir bullying por parte de mi familia, y con un mes bastará, diré que no lo soporté y que preferí mi universidad, no sé, aprovecharé al máximo el mes y fingiré que duramos dos meses y ya está, hay que sacar provecho, ¡se trata de salvar mi pellejo en ese viaje! Maldita sea, a veces realmente odiaba a mi familia, ¿quién hacía eso en su sano juicio?
—Hola, Dakota, ¿no? —habla una voz masculina y me volteó rápidamente. Mi corazón para un microsegundo y siento que el aire me falta. Es mucho más atractivo en persona. Cumplía a la medida las cosas que escribí, al menos físicamente, él me sonrió—. Soy Ethan García, un gusto —él me extiende la mano y la estrecho.
—Dakota Ríos —respiré pesadamente; su mano era tibia y grande, irónicamente me sentía bien teniéndola con la mía.
—Temía por haberme equivocado de habitación —dice sentándose—, una vez me pasó, fue incómodo.
—¿En serio? ¿Por qué?
—La señora gritó diciendo que no era lo que había pedido, me sentí muy mal, pero hoy en día me da risa —comenta con una sonrisa, y sus dientes eran blancos, me sentí mal por no aceptar el diseño de sonrisa, pero en ese momento el concierto de Coldplay lo valía más.
—Me imagino el alboroto —reí tímidamente, sentándome a su lado.