Nubes de amor

14|Envidia

Case Carter;

Savannah tiene una naturaleza atrayente, es sarcástica, callada cuando quiere, reservada, inteligente y es guapa.
No es como las demás chicas, que pena que sea hermana de Mark, le recuerdo y por su culpa perdí la apuesta.
Siempre lo he envidiado e odiado, siempre tenía que ser el mejor a la hora de jugar al hockey, en los estudios, caía bien a los demás.
Pero eso desde un principio no me importó, éramos amigos, las chicas nos deseaban.
El no daba gran importancia a todo ello, a pesar de su popularidad, siempre fue bueno con todos. Y eso me molestaba, siempre un gran ejemplo a seguir, lleno de energía, haciendo buenas acciones.
Pero lo que más me dolió, lo que todo cambio fue cuando vino Courtney, los dos estábamos enamorados de la misma chica, ella se fijó en él, lo eligió a él. Antes que a mí.

Eso me dolió tanto, que decidí cambiar, me empecé a meter en las carreras de moto ilegales.

Ella siempre fue una manipuladora, nos usó a los dos sin darnos cuenta, y allí fue cuando nuestra amistad empezó a romperse, ella se interpuso entre los dos.
Aprieto mi mano en un puño, esa noche me sentí culpable de lo que hice, ahora él está en grave peligro, no sé dónde está.

Pero a pesar de ello, no puedo dejar mi rencor así de fácil.

—Cariño, ¿Qué te pasa? — Me pregunta Kristen, estamos en su casa. — Te notas tenso, voy a hacerte un masaje.

Me dejó hacer, pero no dejo de darle vueltas a todo.

Esos ojos grisáceos, que son los mismos de la persona que una vez fue a ser mi mejor amigo.

Al único al que podía acudir cuando todo iba mal en casa, el que me escuchaba sin juzgarme y me daba los mejores consejos.

Y ahora me estaba acostando con Kristen la chica a la que llegó a querer. Soy un mal amigo, o mejor dicho ex-amigo.

—Si quieres podemos, ya sabes — me dijo de manera seductora, mordiendo sus labios.

—Lo siento, pero me debo ir — me levanto y me pongo la cazadora.

— No puedes dejarme con las ganas — la miro serio.

— Yo a ti, no te debo nada. Te lo dije desde el principio, la relación que tenemos es por beneficio propio — sé que era duro con ella, pero si se ilusionaba eso era su problema — si quieres algo más, buscaré a otro, porque yo no estoy dispuesto a tener nada más contigo.

— Eres un gilipollas, ¿Cómo puedes hacerme esto? — la miro, y es para reírse.

— No hay mucha diferencia entre los dos — giro el pomo de la puerta, pero ella habla.

— Te arrepentirás de lo que me has hecho — la miro y me acerco a ella, le acarició con el pulgar el mentón — No...no me toques.

— Tu voz y tus piernas, tiemblan con mi solo toque — es una chica tan fácil, que ahora me la podría llevar a la cama, pero no tenía ganas — La única que se va a arrepentir aquí eres tú.

— No digas tonterías — no me mira a los ojos, eso es señal de que la tengo en la palma de mis manos.

— Solo digo la verdad, se qué te enamoraras de mi. Solo te aviso, de que si sales con el corazón roto, no será mi culpa, porque tú fuiste la primera que me lo rompió de la manera más cruel. — le aprieto el mentón —. Si estuvieras segura de tú misma, me mirarías a los ojos.

— No digas estupideces Case, que tu ego es palpable — solo la mire, baje la mirada a sus labios, me acerqué más a ella y la acorralo contra la pared, veo como cierra los ojos, y entreabre los labios.

— ¿Quieres que te bese? — le susurro al oído.

— Si quiero Case.

— ¿Estás segura, de poder controlarte? ¿De qué no me dirás cosas, de las que pude que luego te arrepientas?— la estaba tentando.

— No me hagas esto — murmuró.

Me aparte de ella.

— ¿Pensabas que te besaría?— la estaba provocando.

— Eres un...— no acabo porque yo ya había cerrado la puerta de un portazo, y me iba de su casa.

Salí, y respire un poco.

No me quitaba de la mente, esos ojos grisáceos como la niebla misma.

 




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