Página uno

25 de enero del 2019.
 

"Ayer te he visto, no puedo creer como me has sonreído. Mis latidos acelerados se transformaron en una divina armonía.
 

Hoy te vi de nuevo, paseabas por un lindo piso de madera. Chocamos y nuestras miradas conectaron ¿Sentiste lo mismo que yo? La armonía había vuelto, y me dejó una boba sonrisa.
 

Te encontré."


 

Dejé el lápiz en el escritorio de madera que decoraba mi habitación y sonreí. Luego de tantos años, lo había visto de nuevo y de no ser porque la profesora había dicho su nombre, no me habría dado cuenta que era él.
 

Estaba tan cambiado, era reservado, enigmático, atractivo y con una actitud que detonaba relajación y serenidad. Solo era él mismo.
 

Escuché el grito de mi madre para bajar a comer, cerré mi diario de tapa dura decorada con fotos de mi infancia y mi adolescencia y bajé a toda prisa por las escaleras.

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Nota de autora: ¡Hola! Mucho gusto, gracias por tomarte una pequeña parte de tu tiempo para leer esta hermosa historia llena de dramas, amores, crush y cosas de la vida cotidiana. 
 

¿Teorías? Son bienvenidas;).

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Un beso. ❤

—Nicole Santana, 2020. ©