Capítulo 8

Adara.

Sentir sus brazos al rededor de mi cuerpo es lo más reconfortante que puede haber, me siento segura mientras estoy con él y eso es lo mejor.

Hoy, como otros días, me había quedado mirando a la nada, porque en realidad eso era lo que hacía, solo estaba de pie junto a mi ventana.

Algunas veces eso me ocurre y odio cuando pasa esto porque me hace sentir que no puedo manejar mis emociones.

Tengo la suerte que el que siempre me encuentra cuando estoy así es Alonso, nunca alguien que no sea él me ha encontrado en tal estado.

Me duele que me vea en este estado vulnerable, la mayoría de las veces trato de ser fuerte, sé que no lo soy.

Mis manos tiemblan cuando mis recuerdos del pasado aparecen, cuando voy caminando sola por la calle.

Es algo que sin importar ya está en mí, desde esa noche eso está en mí, el temor de estar sola en un lugar desconocido, con personas que no sé quiénes son me da mucho miedo.

Muy pocos entenderán mi temor, pero es inevitable no sentirlo.

-Adara.

Siento como Alonso murmura despacio mi nombre, está tratando de que me enfoque en él para que deje de pensar en otras cosas que no están bien.

Comienzo aflojar mi agarre para así liberarlo y que me pueda soltar.

-¿Qué pasa? -al decirlo tomó un poco de distancia entre los dos.

Limpio mi cara con la palma de mi mano y con los dedos retiró cualquier gota de las lágrimas de mis ojos.

-Estaba pensando y pensé de más.

Él sabía a lo que me refería, no tenía que decirle más que eso para que entendiera.

-Entiendo.

Pasa algunos minutos de silencio que para nada fueron incómodos, me hicieron volver a acostumbrarme con quien estaba, y donde estaba, que era lo más importante.

-Adara, quiero que escuches lo que te voy a decir, ¿está bien?

Asentí para qué continuara:

-No puedo decirte que sé cómo te sientes, porque sería mentira, pero créeme cuando te digo que eres una de las personas más cruciales de mi vida y que nunca te dejaría.

Sus palabras me hacen sentir tan bien, me hacen pensar que algún día no muy lejano todo esto pasará y que solo serán recuerdos.

-Gracias, Lonso, de verdad, no sabes cuanto significan esas palabras para mí.

Alonso vuelve a cortar la distancia que nos separaba y me envuelve entre sus brazos.

-Nunca me agradezcas por decir la verdad, amor mío.
 

[...]
 

-¡Aurora!

Al escucharme da un pequeño brinco en el lugar que estaba y se voltea con una sonrisa inocente hacia mí.

-Hola, mami.

Examino su ropa y me doy de cuenta que su vestido blanco está lleno de tierra porque ella estaba jugando en la arena que hay un poco más atrás del inmenso patio.

-Aurora, ya estabas lista para la cena y lo primero que te dije fue lo primero que hiciste, mi ángel.

Hablé un poco despacio, pero firme para que entendiera que no estaba enojada con ella por ensuciarse.

Agacha su cabeza mostrando que está triste.

-Lo siento, mami.

Me acerco hasta donde estáagarrándome y después agarro su mentón y hago que me mire.

-Mi pequeño angelito. -sonreí-. Sé que querías jugar con la arena, pero habíamos hablado que mañana después de la cena te llevaríamos a jugar al parque.

Mi pequeña volvió a sonreír cuando escucho que iríamos al parque el día siguiente.

-¿Mañana también puedo comer helado, mami?

-Si mi amor mañana podrás comer helado, pero primero te tengo que cambiar el vestido, ¿aceptas?

Ella con su gran sonrisa comienza a saltar a mi alrededor cantando una canción que no sé cuál es.

-Si mamá, pero yo quiero el vestido azul, así toy igual que papi.

Sonrió sin poder evitarlo.

-Claro que si, mi amor.

Extiendo mis brazos hasta donde está ella para darle señal de que la voy a cargar hasta dentro de la casa y así pasa.

Con ella en mis brazos y contándonos como la iba a combinar con su papá, nos adentramos a la enorme casa.