Eleonora, entra a su casa con una sonrisa de oreja a oreja. Pero al escuchar los pasos de su hermana, trata de ponerse seria, consiguiéndolo por muy poco.
− ¡Ay, perdón, perdón, perdón!− exclama abrazándola, haciéndole más fácil esconder la sonrisa.− Quería que salgas un poco y te diviertas, ya sé que no fue la mejor opción y la pasaste mal pero...− Eva, al escuchar las carcajadas de su hermana mayor, levanta la mirada mirándola incrédula.
−Fue una de las peores citas de mi vida, pero después...−hace una pausa para suspirar− después todo fue maravilloso.
−No te estaría entendiendo nada.
−Cuando venía directo a matarte y dejar a mi sobrino huérfano− dice nombrando al pequeño Emile.− Me choque contra un chico y fuimos a tomar un café.
− ¿Cómo era?, ¿Cuántos años tiene?, ¿es guapo?− las preguntas fueron ignoradas por Eleonora quien, a propósito y para exasperación de su hermana, se fue hasta el salón y se sentó en el sofá.
−Se llama Mateo, tiene dos años más que yo, es decir veintitrés, es guapo tirando a dulce y...
Mientras le contaba todo a su hermana sonreía pensando en el chico, esperando volver a verlo pronto.
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Mateo, mientras esperaba a su amigo, miraba fijamente el último contacto de su celular. Estaba indeciso sobre si mandarle un whatsapp o no.
Al final se decantó por la segunda opción, no quería parecer desesperado ni acosador, era suficiente por un día. Soltó el celular antes de que sus dedos decidieran desobedecer y mandaran un mensaje.
El timbre de su casa sonó, salvándolo de caer en la tentación de hablar con ella.
Al abrir la puerta, lo primero que vio fue el rostro serio de su amigo, antes de que este lo empujara a un lado pasando como si nada, después de tantos años de amistad esa también era la casa de Camilo.
Lo siguió hasta la cocina donde lo vio sacando una botella de agua bebiendo directamente del mismo.
−Si mi madre te viera...− deja caer Mateo, haciendo sonar esa frase como amenaza, que la era.
−No le podes decir nada, encima que me dejaste plantado. Eso no se hace, cambiaste a tu amigo por una mujer.− niega con la cabeza pareciendo decepcionado pero su sonrisa lo delataba, hasta que se puso un poco más serio− ¿Cómo sigue Ana?
−Mi mamá esta con Ariel, en un rato voy a ir para que venga a descansar y tomar su turno.
− ¿Los médicos siguen diciendo lo mismo?− Mateo asiente con la cabeza.− Son idiotas, tu hermana va a despertar, estoy seguro.− intento controlar el dolor en su voz para consolar a su amigo, no lo logro. Ariel, era para Camilo más que una amiga, aunque nadie lo sepa, o eso cree él. Pero tiene la fe de que ella despierte, y así decirle todos sus sentimientos.
Mateo mira fijamente a su amigo, vislumbrando dolor en sus ojos y sentimientos de los que ya está enterado, aunque este nunca se lo confesara.
−Bueno, ¿me vas a contar de la chica misteriosa o qué?− pregunta Camilo, recomponiendo su sonrisa tratando de ocultar el dolor.
−Es un ángel, se llama Eleonora y la conocí hoy cuando...
Mientras le contaba a su amigo sobre la chica, deseando sin saber, lo mismo que ella.
Queriendo verla, pronto.