Nuestro pequeño error.

CAPÍTULO 1: Thony de niñera ✔️

MIA

—Thony, como vuelva a ver a Noa en tu Instagram, te mato —susurré más alto de lo normal mientras entraba a la universidad para mi entrevista.
Escuché la carcajada nerviosa de mi amigo mientras corría hacia la puerta y entraba en el pasillo de dirección.
—Mía, deja el dramatismo. Si te digo que mi pequeña princesita no volverá a aparecer en mi fabulosa página de Insta. No volverá a pasar.
Escuché cómo Thony separaba el teléfono y le susurraba algo a mi hija parecido a que "tendría que bloquearme de su Insta".
—Thony, que te he escuchado —le regañé—. Deja de decir tonterías y cuelga de una vez.
—Vale, churi. Me llamas luego para saber cómo te fue.
Le dejé besitos a ambos y colgué.
Vi a la secretaria del director al final del pasillo y me acerqué a su mesa.
—Buenos días —levantó la vista de su ordenador y la concentró en mis vagos 1.60 de estatura y las gafas que tenía sobre el puente de la nariz—. He venido por el puesto de profesor de historia del arte.
La chica asintió y dirigió su vista de vuelta al ordenador que observo durante algunos segundos para devoler de nuevo a mí.
—Su currículum, por favor —le entregué el currículum y esperé mientras ella lo revisaba. Después de unos minutos levantó el teléfono privado directo a dirección, marcó y esperó—. Director Márquez, tenemos otra candidata para el puesto de historia del arte —espera y luego de aceptar la orden colgó—. Puede pasar, señorita Montés. El director le recibirá.
Cogí mi currículum y me acerqué a la puerta. Toqué discretamente y esperé a que me dieran la orden. Cuando obtuve respuesta, entré silenciosamente en la oficina y me acerqué al gran escritorio donde se encontraba el director Márquez.
—Buenos días —se puso de pie y me ofreció su mano. Acepté gustosamente. Después de soltar nuestras manos, me indicó la silla frente a su escritorio y me invitó a tomar asiento—. Debo suponer que usted es la candidata para el puesto, señorita...
—Montés —aclaré.
Asintió mientras yo le entregaba mi currículum, que comenzó a analizar cuidadosamente. Después de unos minutos, dejó el currículum sobre el escritorio.
—Al parecer hace poco que se ha graduado —asentí—. Pero con el título de oro, al parecer.
Después de todo, ser el celebrito de la clase no era tan malo...
☆☆☆
Salgo del taxi y le doy la propina al chico que me ha hecho la carrera. Me dirijo al portal de la vieja casa de mis padres, donde he vivido toda mi vida. Después de la entrevista, en la que debo añadir que me fue muy bien, decidí no llamar a Thony y venir directamente a casa para ver a mi pequeña que tanto he extrañado.
Saco las llaves del bolso y me dispongo a entrar en casa.
¿Quién diría que después de todo lo que me ha pasado estos últimos cuatro años podría estar tan en paz?
Flash Back:
*—Pero Thony, ¿qué haré yo en una de esas fiestas?
—Tú tranquila, churi. Además, te ves fantástica.*
*—Una copa, por favor —pedí.*
*—Sabía usted que se ve preciosa, señorita —dijo una suave voz muy cerca de mi oído.*
*—Una cosa más —pedí mientras él devoraba mi cuello. Retiro un poco la cabeza buscando mi mirada—. Solo será una noche.
Sonríe y volvió a besarme.
—Una noche, gafitas.*
*La espera se ha hecho eterna.
—¿Todavía nada? —pregunta Thony.
Hago un gesto de negación. Llevamos un rato esperando y todavía no se ha cumplido el tiempo. De pronto suena la alarma en mi celular y todo mi cuerpo se pone en tensión. Thony se acerca a la mesita de noche y toma la prueba.
—Mía. Esto... —mira la prueba y después a mí—. Positivo. Estás embarazada.*
Fin del Flash Back.
Entré en mi vieja casa buscando actividad. Si algo tenía claro es que el dúo que formaban mi hija y mi amigo Thony no era de los más organizados. ¿A saber cuál era más responsable? Pero como no podía pagar una niñera en este momento y no podía encontrar ninguna en el último momento que se ajustase a mi presupuesto, tenía que conformarme con mi loco y buen amigo.
Era más de mediodía y mi niña debería estar tomando su siesta. Cuando llegué al salón, me lo encontré un poco desordenado. Entre los juguetes de mi hija, los tazones para palomitas y los cacharros tecnológicos de Thony, no daba para más. Ignoré el desorden y dejé el abrigo en la percha de la entrada.
Seguí el pasillo hasta la cocina para encontrarme con algo parecido a lo del salón: cacharros sucios del almuerzo y vasos con algunas sobras de jugo. Recogí algunas cosas y las dejé en el lavabo. Al pasar por delante de la nevera, observé los dibujos de mi hija y las notas que había dejado para Thony, así como alguna que otra foto de mi pequeña familia. Sonreí y abandoné la pequeña cocina agendando las labores que debería llevar a cabo dentro de un rato.
Encontré a mi pequeña en su habitación. Se había quedado dormida y con ella Thony, que aún conservaba el libro de historias infantiles preferido de Noa. Sonreí ante la imagen y me acerqué. Tomé el libro y lo dejé en la mesita de noche. Corrí las cortinas y apagué las luces dejando que las estrellas del techo fuesen las protagonistas. Antes de salir de la habitación, dejé un beso en la frente de las dos bellas durmientes que compartían cama y sonreí.
Al terminar las escaleras y concentrarme en el desorden del salón, me dispuse a ocupar mi tiempo. No tenía demasiado que hacer, así que me pareció lo más entretenido.
Aún no podía creer lo rápido que cambio mi vida por una sola decisión.
Cuatro años atrás, cuando aún estaba en la universidad, había aceptado la invitación de Thony a una de sus grandes fiestas. Como ya en ese entonces era respetada en las redes sociales, había comenzado a asistir a todos esos tipos de eventos. Y cuando alguien quiere inaugurar un bar, ¿qué mejor para dar publicidad que invitar a influencers?
El resultado de esa fiesta había sido enrollarme con un desconocido del que no sabía ni el nombre. Habíamos acordado que sería una sola noche, por lo que no nos molestamos en presentarnos como es debido. Lo que ninguno de los dos sabía es que unas semanas después me llegaría la noticia de que estaba embarazada y no tenía ni idea de quién era el padre. Bueno, sí sabía qué hombre era, pero no cómo se llamaba ni dónde encontrarlo. Y después de pensarlo mucho, decidí que no interrumpiría la perfecta vida de uno de esos niños ricos que habían asistido a la fiesta. Así que, con la ayuda de mi mejor amigo y la pequeña herencia que me habían dejado mis padres, tomé la decisión de seguir adelante con aquello.
Nueve meses después llegó a mi vida un pequeño diablillo al que nombré Noa y, para mi mala suerte, resultaba ser la viva imagen de aquel chico, con sus preciosos ojos grises y su cabello oscuro. Además de eso, se ganó el mote de "diablillo", pues resultaba ser muy buena en mantenerlo. Hacía travesuras sin parar y siempre lograba sacarme sonrisas. También descubrí que le encantaba el piano y que al escucharlo podía calmarse muy rápido. Había estado pensando que sería buena idea inscribirla en clases de piano dentro de unos años; quizás tuviese talento para ello.
—Churi, tengo que aceptar que esto de poner todo en orden se te da bastante bien —dijo Thony.
Me giré hacia él con tono burlón mientras terminaba de secar los últimos cubiertos.
—No digas más tonterías y ven a ayudarme —le tiré el paño de secar hacia el rostro y me giré antes de ver cómo lo atrapaba—. Yo sí debo admirar tu talento para dejarlo todo desordenado —le dije cuando se colocó junto a mí y comenzó a ayudarme.
—¿Qué quieres que te diga? Me declaro culpable, señorita.
Le miré divertida y comencé a negar.
—Esa relación tuya con el juez te dejó traumatizado —comenté y me dispuse a observar su reacción horrorizada.
—No vengas con eso; mi Juanito era muy bueno conmigo —aclaró mientras me atizaba con el trapo.
Solté una carcajada dramática y le pegué en el hombro.
—¿Y por eso le dejaste? —pregunté divertida.
Ya sabía la respuesta, pero me encantaba picarle.
—No. En realidad, le encontré con una puta en su oficina.
Hubo un momento de tensión que pronto se rompió en carcajadas.
Seguimos bromeando mientras terminaba. El tiempo se fue en un suspiro y, antes de darnos cuenta, ya era más de media tarde.
—Ve y despierta a Noa, que después no se duerme hasta las tantas.
Terminé de guardar los cubiertos mientras Thony subía las escaleras en busca de mi diablillo.
Pronto escuché cómo mi amigo bajaba las escaleras, riendo divertido por las ocurrencias de mi pequeña. Cuando ambos entraron en la cocina y mi bebé enfocó su mirada en mí, corrí hacia ellos y la tomé en mis brazos mientras ella sonreía y se revolvía encantada por volver a estar en mis brazos.
—Mami, has vuelto. —Me aparté un poco y le dejé un beso en su pequeña frente.— Hemos jugado toda la mañana y el tito Tony me dio palomitas.
Aún con ella en brazos, volví junto a la encimera y vi cómo Thony nos observaba.
—Qué bueno, bebé. ¿Te has divertido mucho? —pregunté acariciando su oscuro cabello.
Mi diablillo asintió sonriente.
—Mucho. El tito Teny es muy divertido.
—¿Ves? Ella sí sabe apreciar mi talento —dijo Thony en un tono burlón.— Y ella sí sabe divertirse.
Miré de forma asesina a Thony y él se encogió de hombros. Aún no olvidaba la conversación pendiente sobre lo de exponer a Noa en su Instagram y pronto lo tendría que abordar.
☆☆☆
Escuchaba en el salón los murmullos de las caricaturas que mi hija disfrutaba. Thony me ayudaba con la cena mientras charlábamos sobre mi entrevista.
—¿Tienes el trabajo?
—Pues sí. Comienzo dentro de una semana. Tendré dos clases, una en la mañana y otra en la tarde —expliqué.
—Eso es muy bueno —aseguró—. Pero, ¿qué harás con Noa?
Esa pregunta ya había estado en mis pensamientos mientras regresaba a casa. La verdad no tenía idea de qué haría con Noa durante mis clases; tendría que ir adaptándome y ver los horarios para pensar mejor qué hacer con ella.
—No tengo idea —aseguré.— Ya se me ocurrirá algo.
Thony se acercó a mí y me abrazó. Me dejé hacer en sus brazos durante un rato. Conocía a Thony desde el instituto y resultábamos ser inseparables. A pesar de las diferencias de personalidad, él siempre había estado ahí para mí, incluso cuando nadie más lo hacía.
—Sabes que puedes contar conmigo cuando quieras —aseguró.
—Sí, ya lo sé.
En ese momento, mi bebé entró como un remolino en la cocina, anunciando que estaba muerta de hambre. Ambos sonreímos y nos separamos: Thony para tomarla en brazos y entretenerla, y yo para terminar la cena antes de que armara un berrinche.
Cenamos los tres juntos entre risas y bromas. Thony criticó mi comida como cada vez que cocinaba, aunque todos sabíamos que lo hacía en broma. Cuando despedimos a Thony en nuestro portal, tuve que consolar a mi pequeña. Ella siempre había querido a su tito Thony y, cuando pasaban mucho tiempo juntos, costaba mucho separarlos.
Sabía que Thony también se iba triste, pues no soportaba abandonar a su princesita. Yo amaba la relación que ellos mantenían y la ayuda constante de mi amigo. A pesar de todo, no sabía la suerte que había corrido con mi mejor amigo y la belleza de disfrutar de mi hija




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.