Ryan miraba desconcertado todo el lugar, había grandes empresarios, conocidos y amigos. Pero a la final todos se igualaba en algo: el deseo del dinero.
Johnny Fernández, su padrino, había organizado un evento para anunciar algo muy importante y todos estaban con una gran curiosidad, pero Ryan ya lo sabía; Su padrino se tomaría unas largas vacaciones y dejaría toda su empresa a manos de él. Esa noticia era una idea que lo emocionaba y a la vez aterraba, pero se sentía lo suficiente capaz de seguir adelante con su empresa y dejaría en claro, el primer día, que no importaba lo joven que era para ocupar un puesto que llevaba una gran responsabilidad, él podía hacerlo, no quería decepcionarlo.
Tomó en sus delgados dedos un pequeño vaso, cuando iba a llevárselo a la boca escuchó unos pasos acercándose a él y luego que llamaban por su nombre. Ryan volteó con la copa en su manos y se encontró con su padrino, el hombre que lo quería como si fuera de su propia sangre, como un hijo verdadero. Ryan le sonrió y sus ojos se desviaron a la mujer que estaba junto a él.
Su pulso se aceleró y sus manos temblaron, obligandolo a dejar sobre la mesa su bebida, sin despegar los ojos de ella.
Él no podía dejar de mirarla y ella le sostenía la mirada con esa intensidad tan propia, tan bella y sensual. Su corazón latía con fuerza que llegó a pensar que podría salirse de su pecho, él quería controlar sus sentimientos y no emocionarse por un (posible) falso malentendido, por una ilusión de su mente, por una fantasía.
Porque eso es lo que era, ¿no? Era imposible que después de tanto tiempo ella estuviera en frente de él, con esa belleza única, tenía que ser una gran fantasía.
«¿Cuanto he bebido» se preguntó en la mente, «no he tomado ni una sola gota»
Debía que ser un espejismo, cual oasis en el desierto; la esperanza en su corazón, la que siempre estaba buscando.
«Ryan, quiero prestarte a Dayana, es mi secretaria», dijo Fernández.
«Dayana», su bello nombre quedó como un eco en su cabeza. Tenía que ser ella, no tenía la menor duda.
Estiró su mano para tomar la de ella en forma de saludo, Dayana con timidez hizo lo mismo. Al tocarse, sintieron una corriente eléctrica en sus cuerpos, era como sí todo hubiera desaparecido y solo ellos estuvieran ahí, con sus manos unidas, amando ese contacto añorado por tanto tiempo.
Él no quería soltarla; sentía que sí lo hacía Dayana desaparecería, como siempre pasaba en cada una de sus pesadillas de la noche. Por eso no soltó su mano y se mantuvieron así por algunos segundos, con sus corazones latiendo con fuerza, con sus dos almas encontradas, unidas por los recuerdos.
Ryan quería correr, abrazarla con fuerza y decirle que su corazón latía aún por ella pero... ¿ella sentía lo mismo?
La realidad volvió a él y sus manos se alejaron.
La examinó por unos segundos y fue lo suficiente para entender que ella no lo reconocía; las mentiras y secretos se mantenían ocultos, los recuerdos fueron arrebatados pero en su corazón se mantenían resguardados con la esperanza de volver al tiempo atrás para volver a empezar.
El tiempo se encargó de borrar el pasado.
¿A caso este fue el único culpable?
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Hola! Estoy muy emocionada por empezar esta nueva historia.
¿Sigo? Espero que les esté gustando <3
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<3