Nueva América

Prólogo

    Las reuniones en “La Cueva” no son lo mío. Los pocos miembros del comité tratan de hablar uno más alto que otro, deseando ser escuchados, todos queriendo jactarse algún día del mayor poder, el Reino de La Nueva América. El desagradable olor del cigarrillo invade mis fosas nasales, provocándome náuseas y ganas de salir corriendo, de huir de aquí.

Mi padre, William Bronte, es uno de los encargados de la resistencia, aunque a veces me da a entender que es solo el peón de un juego mayor. Es un hombre de 1.80, moreno, de cabello oscuro y crespo. Con un carácter demandante y autoritario. Él es, también, a lo que muchos llamarían un doble agente. Es un miembro fundamental del equipo de gobierno del Rey, mejor conocido como “El consejo”, es de hecho el Ministro Social.  Tal parece que se ha tomado personal la frase “Mantén a tu enemigo cerca”.

Rara vez algún de los jóvenes viene a las reuniones, de hecho, nunca he visto a alguna persona de mi edad aquí, aunque sé que muchos apoyan la resistencia.  Mi padre prefiere mantenerlo así, dice que es más seguro. Lo cierto es que solo conozco a dos personas que conformen el mando de la Resistencia, además de mi padre:

Jacob Taylor es uno de ellos, hombre de 36 años, blanco, bajo y regordete. Siempre vistiendo un impecable traje negro. Proporcionando continuamente datos importantes y precisos. Es realmente valioso para la resistencia. No sé cuáles son sus funciones en Nueva América, pero por la cantidad de datos que recibimos de este ha de ser del Alto mando.

Margot Russell de 45 años, es de piel blanca, regordeta y de ojos negros, cabello rubio lacio sobre los hombros. Es una mujer soberbia y fría. Con razones que no van más allá que su interés personal, ella desea la corona. Su esposo, Stephan Russell, es el Ministro de seguridad, encargado del alto mando militar.

- ¿Estás de acuerdo con esto, Savannah? – Escucho la voz de mi padre alejándome de mis pensamientos. 

Subo la mirada del escritorio analizaba detenidamente desde que empezaron a debatir, los tres están mirándome con el ceño fruncido en espera de mi respuesta.

- Tengo algunas dudas, Señor ¿Podría repetirlo? – le pido, deseando que ignore mi falta de atención.

- ¿Qué dudas tendrías? – pregunta disgustado. – Solo deberás pasar algunos días en Palacio. – me indica. Ah, eso era.

- No tengo claro el porqué. – le indico confundida. – Paso allí casi todos los días.

- El Rey creara un nuevo ministerio de Juventud, te necesitamos dentro. – explica Russell, tan dictadora como siempre.

- Sé que creara el Ministerio de la Juventud. Le recuerdo que fue mi propuesta la creación de este. – le digo con carácter y esta voltea los ojos.

- El punto es que te debes quedar en Palacio, querida. Pernoctar en este – me indica el Señor Jacob con amabilidad y yo asiento. – y deberás hacerle saber al Rey lo emocionada y ansiosa que estas por esta nueva iniciativa.

- De manera discreta, por supuesto. – Indica Margot. – no queremos que pueda sospechar…

- Se hacer mi trabajo. – le digo cortándola y miro a mi padre. – Puedo hacerlo. – le aseguro y este asciende.

- Sé que podemos contar contigo. – me indica sonriendo y yo asiento.

- Querida. – llamar Margot sonriendo. – de manera ligera sugerirás a alguien para el cargo de ministro. – dice y todos en la habitación la miramos sorprendidos. – Sera mi Hijo, Lucas Russell.  

- ¡No pienso hacer eso! – le digo molesta. – No recomendare a alguien que considero incompetente para cumplir esta tarea. – me planto y ella me mira ofendida. –

- Mocosa Insolente ¿cómo te atreves? – Grita acercándose a mí e inmediatamente el Señor Jacob se interpone entre las dos. Yo milagrosamente logro mantener mi compostura.

- No te acerques. – le indica Jacob, haciendo que Margot retroceda furiosa y se voltee hacia mí. – y usted no puedes sugerir nada.

 - Pero él es el indicado. – Grita histérica Margot.

- Baje ahora la voz, Señora Russell. – interviene mi padre con tono severo. - Tendremos luego la reunión en la que se decidirá quién será el nuevo ministro, fue todo por hoy. – indica y sale de la habitación.

- Señor Jacob, fue un placer verle. – digo despidiéndome y este asiente tratando de ocultar una pequeña sonrisa.

Desde los 06 años he sido cercana a la princesa y aunque inicialmente la detestaba, es realmente una gran chica, se ha convertido en mi mejor amiga. Crecí corriendo por los pasillos del palacio, aunque con los ideales que me inculcaban mi padre siempre fueron contrarios al gobierno actual, la monarquía debe terminar.




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