La luz del sol atraviesa los cristales de mi ventana lo que señala que es horario de ir a la escuela secundaria, soy estudiante de mi último año y estamos a principio de año escolar, mis notas siempre fueron buenas incluso ahora soy un alumno destacado.
Levantarse por la mañana es fastidioso, pero no me desagrada ir a la escuela, allí puedo divertirme con mis pocos amigos y ocuparme de la biblioteca junto a Mel.
Al levantarme de mi tibia y cómoda cama observo mi habitación hecha un desastre, la ropa esta por todos lados u los libros que suelo leer se encuentran desparramados en mi mesita de luz, incluso mi mochila no está en su lugar.
Me dirijo a al baño cerca de mi habitación y en el momento en que abro la puerta se escucha a mi hermano menor del otro lado.
-¡Esta ocupado! ¡No entre!- Exclama en pánico.
-Perdón, era yo.- Respondo mientras cierro la puerta rápidamente.
Tendré que esperar para bañarme, mi hermano pequeño Jin está adentro, mientras tanto buscaré mi ropa de la escuela en el conjunto de ropa tirada en el suelo. Camino pocos pasos para llegar a mi habitación nuevamente en pijamas, me arrodillo mientras hago la ropa a un lado en un intento de encontrar lo que nunca debí dejar tirado.
-¡Te encontré!- Grito victorioso con el uniforme superior en mis manos.
Sólo me faltan los pantalones para tener el conjunto, mis zapatos deben de estar en su caja.
Luego de encontrar mi ropa me doy cuenta que esta se encuentra arrugada, motivo suficiente para acudir a mi madre seguramente en la cocina preparando el desayuno para nosotros dos.
-Mamá, se arrugó mi ropa.- Digo después de abrir la puerta de la cocina.
Mi madre prepara café con leche para ambos, desde que lo probamos se hizo costumbre en esta casa a excepción de ella que odia la leche. La situación de la familia no es tan mala, somos una familia muy unida con mi hermano menor de 12 años, mi madre que cumplirá los 40 esta semana, detesta que se lo recordemos, y yo con 17 años. Mi padre nos abandonó y encontró otra familia, nada mas que hablar de él, sus memorias se encuentran en lo profundo de mi mente para no ser recordadas nunca.
-¿Otra vez? Ordena tu habitación la próxima, siempre es un "chiquero"- Exclama entre quejidos mientras toma la ropa.
-Hermano, ya puedes ir al baño si quieres.- La aguda voz de Jin se hace presente en la cocina.
-Por fin, te tomaste tu tiempo.- Declaro en burla.
-¡Cállate!- Grita avergonzado con su linda voz.
•••
Luego de bañarme y desayunar juntos, me visto y mi madre nos apura para salir.
-¡Chicos, el tiempo, se les va a hacer tarde!- Declara mirando su reloj en su muñeca.
Su vestimenta es diferente, ya no viste ropa de entrecasa sino que luce su guarda polvo de maestra jardinería, ella se dedica a trabajar en el jardín de niños, mientras mi hermano y yo la misma ropa de secundaria.
Salimos apurados hacia la salida y una vez en la vereda saludamos a nuestra madre que no nos acompañara para ir a su trabajo en dirección opuesta.
-No vemos después madre.- Murmuro mientras saludo con mi mano derecha.
Mi hermano no dice nada, solo saluda con su mano en alto mientras permanece a mi lado sosteniendo en la otra mano una de las tiras en el hombro de su mochila.
-¡Vallan con cuidado, Matías cuida de tu hermano!- Exclama levantando su voz cuando nos alejamos.
-¡Si, descuida!- Grito para separarnos finalmente.
El camino a la escuela no es muy largo, siempre tomamos el mismo camino por la avenida por que es mas transitada, solo un par de cuadras y llegaremos.
-¿Como vas con tus notas?- Pregunto observando a Jin quien camina tiernamente con sus dos manos en las tiras de la mochila.
-Bien.- Dice sin ánimos, sin embargo, con la voz que tanto me agrada.
-¿Alguna chica linda que te guste?- Pregunto de manera burlona.
No recibo ninguna respuesta de su parte y noto como su rostro hace una mueca extraña de vergüenza o tal vez nervioso... ¿Eh, la hay? Pero aún tienes doce años.
-¡Matías, Jin, esperen!- Una voz femenina se hace presente como es costumbre en este camino.
Ambos volteamos hacia atrás mientras la esperamos, se trata de Cecilia mi compañera de clases y también ayudamos juntos en la biblioteca, mientras camina de manera acelerada hacia nosotros sus castaños rizos jugando en el aire y llaman mi atención, su pelo está muy bien cuidado, su vestimenta impecable y sus ojos azul casi celestes irradian felicidad junto a su enorme sonrisa. La conozco desde que tengo uso de razón , su madre es amiga de la mía y por ese motivo somos tan cercanos, ella entra y sale de casa como si fuese de su propiedad, cuando mi madre y yo no estábamos en casa, ella se ocupaba de cuidar de mi hermano cuando era pequeño y ahora mi madre confía en ella declarando ser su hija que no tuvo u nuestra hermana mayor, es mayor a mi solo por dos meses.
-Buenos días Cecilia.- Saludo normalmente.
-"Buenas" a los dos.- Corresponde.
Una vez juntos nos ponemos nuevamente en marcha.
-¿Trajiste los libros?- Pregunta Cecilia.
-¡Uy!- Emito un sonido declarando mi error de manera involuntaria, esos libros que estaban en mi mesita de luz eran de la biblioteca los tomé hace un tiempo y nuevamente olvidé devolverlos.
-Que torpe eres, te van a regañar otra vez.-
-No importa, me inventaré una excusa.- Declaro remarcando que el asunto no tiene mucha importancia.
-¿Que tal tú pequeño Jin? ¿Alguna ya hay alguna chica en tu mira?- Pregunta de manera burlona al igual que yo.
-...Si- Afirma bajando la cabeza avergonzado.
Estoy seguro que ella pensó lo mismo que yo, impresionada.
-Ya lo sabía.- Dice descuidadamente.
-¿Qué dices? ¿cómo que ya lo sabías? ¿Quién es la afortunada?-
-¡No griten!- Reclama Jin mientras tira de mi cinturón con fuerza.
-¡No hagas eso!- Mientras forcejeo con él.
En un rápido tira y afloja se puede observar como mi hermano que no quiere hablar sobre su amor platónico usa tanta fuerza que estira mi cinturón y mi pantalón bajándolos haciendo que mi boxear estén a la vista de Cecilia quien está a mi lado. Ambos nos detenemos al darnos cuenta de que Cecilia se acerca un poco y mira de costado mi entrepierne observando mi ropa interior, al ver que el movimiento se detiene ella levanta su mirada hacia nosotros dos aún con las manos en mis pantalones sin movernos.