Nuevo Miembro En La Tripulación - Terminada

Capítulo 64

Mi vista comenzó a desvanecerse, sumiéndome en la oscuridad absoluta. Sentía como si cayera en un abismo sin fin, un vacío profundo y aterrador en el que no tenía control sobre mi cuerpo. Era como si alguien más hubiera tomado las riendas de mi ser, dejando mi consciencia flotando en una prisión invisible. No podía reaccionar, no podía moverme, solo podía caer en esa nada infinita.

Sin embargo, poco a poco, aquella negrura comenzó a disiparse. Mi entorno regresó en oleadas borrosas, trayéndome de vuelta al mismo lugar en el que había estado hace tan solo unos instantes. Pero algo no estaba bien. Escuchaba voces, al principio solo murmullos lejanos, palabras incomprensibles que parecían llamarme. Conforme mi mente iba despertando de aquel estado extraño, las voces se hicieron más claras, más insistentes.

—¡Miyu! ¡Miyu, responde! ¡Vamos, vuelve en ti! —era una voz familiar, cálida y preocupada, pero mi mente aún estaba demasiado nublada para reconocer a quién pertenecía.

Intenté responder, intenté moverme, pero mi cuerpo no reaccionaba. Un escalofrío recorrió mi espalda al darme cuenta de que no podía pronunciar palabra, ni siquiera girar la cabeza. ¿Qué me estaba pasando? La sensación de impotencia me invadió, el pánico comenzó a apoderarse de mí. Quería gritar, pero no podía. Quería moverme, pero algo me lo impedía.

—¡No! —la voz furiosa de Zoro rompió el aire— ¡Suéltala! ¡Déjala en paz! —rugió, una y otra vez, dirigiéndose a nuestro enemigo, vi como su fuerza era más grande, como Zoro rasgaba con sus katanas la carne de este.

Una risa burlona resonó en la habitación, llena de satisfacción.

—Demasiado tarde —dijo aquel ser con un tono divertido y, a la vez, muy dolorido por los ataques de Zoro—. Tengo un nuevo juguetito.

Fue en ese momento cuando todo encajó en mi mente. Antes de que pudiera procesarlo del todo, mi cuerpo, moviéndose sin mi consentimiento, se lanzó con fiereza sobre Chopper. Sentí mis manos rodeando su pequeño cuello, apretando con una fuerza aterradora.

—¡Miyu! N... No... —gimió Chopper, retorciéndose, tratando desesperadamente de zafarse.

¡¿Qué estaba haciendo?!

Mi mente gritaba en agonía mientras veía mis propias manos intentar asfixiar a uno de mis amigos más cercanos.

—¡No, no! —exclamé en un grito de desesperación— ¡Chopper, no quiero! ¡No quiero hacer esto!

Pero mi cuerpo no respondía.

—¡Libérala! —los gritos de mis compañeros exigían que aquel monstruo me soltara.

—Ya es mía —su voz se deslizó entre risas crueles—. Haré que acabe con cada uno de vosotros. Será muy divertido, tanto como aquella noche en la casa del jefe del clan Roronoa.

Mi respiración se volvió errática. Luchaba con todas mis fuerzas por recuperar el control, pero era inútil. Quería apartarme de Chopper, quería soltarlo, pero su rostro aterrorizado me decía que no podía. Lo estaba lastimando, lo estaba matando, tal y como Zoro había intentado hacer conmigo.

Justo cuando creí que todo estaba perdido, un impacto brutal me golpeó en el costado, lanzándome por el aire y alejándome de Chopper.

El dolor fue punzante, dejándome sin aliento.

—Lo siento... —escuché la voz de Luffy, que bajó el puño después de haberme golpeado—. No tuve opción.

A pesar de lo doloroso que fue, le agradecí internamente. De otra manera, no habría soltado a Chopper. Pero no había tiempo para alivio. Ví como Zoro le enterró la katana a aquel monstruo haciendole gritar de dolor pero, algo en mi interior se activó de nuevo y, antes de darme cuenta, mi cuerpo se movió sin que yo pudiera detenerlo. Corrí hacia la persona más cercana.

Nami.

Ella estaba inconsciente.

No podría defenderse.

Mi mano se cerró con fuerza alrededor de un fragmento de cristal partido, convertido en un improvisado cuchillo.

—¡Miyu! ¡Suelta eso! —los gritos de mis amigos se mezclaron con los latidos ensordecedores de mi propio corazón.

Sujeté el cristal con ambas manos, sintiendo su filo contra mi piel.

—¡N... no puedo! —mi voz salió rota, aterrorizada.

—Disfrutad del festín —se burló el enemigo, obligándome a saltar sobre Nami con la improvisada arma alzada.

Todo sucedió en un segundo.

Gritos.

Desesperación. De alguna manera, probablemente porque tras el ataque de Zoro aquel monstruo iba a perder la consciencia, conseguí dirigir el ataque que iba para Nami hacia mi misma, prefería morir yo antes que matar a alguno de mis nakamas y, no sé como, pude un poco contra la manipulación que estaban ejerciendo sobre mi, asi que al menos Nami vivirá.

El filo perforó carne.

Y luego... silencio.

El tiempo pareció detenerse. Mi respiración quedó atrapada en mi garganta.

Sentí la sangre cálida empapar mis dedos.

Temblando, abrí los ojos, aterrada de lo que iba a ver.

Pero lo que encontré me dejó sin aliento.

No era yo, no sentía ningún dolor.

—Z... Zoro... —su nombre escapó de mis labios en un susurro ahogado.

Frente a mí, con su mano envuelta en la mía, sujetando el arma enterrada en su pecho, estaba Zoro.

Mis piernas flaquearon, mi visión se nubló por las lágrimas.

No.

No podía ser.

No podía haber hecho esto.

El mundo a mi alrededor se derrumbó en un instante.

—¡Zoro! —los gritos de los demás resonaron, pero mi mente apenas los registró.

—¡Miyu, lucha contra el control! —exigió Sanji, su voz cargada de furia y desesperación.

La voz de Zoro fue un murmullo débil, apenas un aliento.

—Miyu... —tosió sangre y su cuerpo se tambaleó.

Fue como un rayo atravesándome. Con un grito desgarrador, reuní todas mis fuerzas y me zafé del control. Atrapé a Zoro antes de que su cuerpo golpeara el suelo, sosteniéndolo con todas mis fuerzas mientras él intentaba mantenerse consciente.

—No hables... —susurré entre sollozos, abrazándolo con desesperación.

La batalla continuaba a nuestro alrededor, los gritos de los demás llenaban la sala, pero todo eso desapareció para mí. Solo existía él.




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