—¡Te dije que ganarían Lina!
Claro que no dijo eso, solo por no contradecir, me quedo callada, parece un niño de siete años diciendo que ganó un juguete en la máquina.
—Si claro.
Hace quince minutos que estoy en el auto, mientras me hago sorda para no hablar sobre el béisbol con el abuelo que está demasiado emocionado al igual que imperativo.
Mañana será lunes, y es el día en que iré a la junta de la nueva preparatoria en la que ingresé, estoy algo nerviosa pero por lo que se solo explicarán las reglas de la instalación y como debemos de ir y como pagar la tarifa es todo, si hago amigos ahí mejor, aunque no estén en mi salón al menos tendré con quien hablar por fuera.
El abuelo me deja directo a la casa de mi madre, apenas y son las seis de la tarde. Vale, ya entiendo a que llegamos aqui, pero no me voy a quejar tengo la misma hambre que la que tiene mi abuelo.
—Laila ¡Llegamos!
Al fin casa, al entrar siento como el aire fresco golpea mi cara y todo mi cuerpo. En estos momentos me da ganas de tirarme al suelo para no levantarme de nuevo. Mi madre llega y me mira con miedo.
—¿Qué?— la miro confundida al ver el rostro que pone, uno molesto y con terror. Ahora me da más miedo. No otro castigo por favor.
—¡Pero mira tu cara Lina!— toma mi rostro entre sus manos— ¡Estás quemada!
—¿En serio?
Vaya, no pensé que mi cara estuviera quemada, no siento el ardor ni nada y eso que me puse bloq... Mierda.
¡Maldición! ¡Cómo pude olvidar el bloqueador!
—Yo le dije que se pusiera bloqueador Laila— el abuelo se defiende mientras mete a su boca un pedazo de pollo— pero no hizo caso—lo miro mal, no por el hecho de que me hecha la culpa sino también por lo asqueroso que se ve al comer con la boca abierta.
—Papá no hable con la boca abierta— mi madre lo mira de la misma manera que yo.
—Juro que me iba a poner bloqueador pero se me olvidó en la barra del comedor de la abuela.
Mi madre rueda los ojos y suelta un largo suspiro para negar, sus facciones se arrugan cuando aparece una sonrisa en su rostro, su cabello negro cae hasta por el final de su columna. Toma de mis hombros y hace que camine hasta la cocina.
—A la otra, quiero que cuando lleguen en vez de ir directo a la mesa— mira de reojo al abuelo que trata de ocultarse, pero le es en vano— se vayan a dar una ducha, que apestan.
—¡No es culpa mía! El abuelo escogió las peores gradas solo para atrapar la pelota, ¿y adivina que?— ambos me miran— ¡No atrapó ninguna! ¡Ninguna! ¿Pero el sol? Bien gracias— ruedo los ojos con un bufido. En mi día no estaba anotado el bronceado tipo brocheta.
—Papá, sabes bien que tu ya no atrapas como antes— recibe el regaño de mi madre.
Hace un leve puchero cruzando sus brazos por sobre su pecho. Mamá esto me hubiera servido antes de ir al juego para no obedecer por esta vez al abuelo.
Tanto ella como yo tomamos asiento en la mesa del comedor para comenzar a servir la comida menos al abuelo que el ya se había adelantado por mucho; pollo, papas fritas, ensalada, fruta picada al igual que cierta variedad de salsas. Al ver todo se me hace agua la boca, el abuelo no quería que comiera nada en el juego salvo que aguas que por cierto me arrepiento ya que ir al baño más de ocho veces no es una manera en la que disfrute mucho y menos entre tanta gente que miraba que a cada rato pasaba, que vergüenza.
—Y ¿quién ganó?
—¡Los Trenders!— gritó el abuelo con euforia mientras tamborilea la mesa.
—Que suerte, el equipo que tenían era uno fuerte.
—¿Fuerte? El equipo que jugó con ellos era una basura, no llegaron ni a cinco carreras y los Trenders hicieron más de cinco.
—¿Y eso?— la miro confundida por su respuesta, no se a que se refiere— Milagro que le pones atención a algo.
Ya veo a que se referia con eso, si mami yo también te amo. Y no, no es que no ponga atención, salí de nacimiento con algo llamado distracción, solo la realidad, puedo ser muy distraída y eso se trata igual a que olvido muchísimas cosas y los chicles no me sirven para nada en los exámenes.
—Ja ja— ruedo los ojos y suspiro.
Ambos ríen por el sarcasmo que es algo impropio de mi, yo solo me dispongo a comer donde el abuelo se levanta para poder servirse más. Yo de pronto ya estaba llena, muy rico y todo pero mi estomago no da para más. Así mismo me levanto de la mesa para tomar el plato, sus cubiertos y mi vaso para ponerlo en el fregadero.
Apenas y me quiero retirar mi madre toma de mi mano antes de que me vaya y aclara un poco su garganta.
—Tu uniforme de West School está en tu cama junto con tu celular, recuerda que mañana tienes que ir a CTS así que duerme temprano— me sonrió y su mirada hizo que me tranquilice.
Si, mis nervios ya eran notorios y eso me da miedo, no quiero que las personas se den cuenta del miedo que tengo al saber como ingreso a otra escuela muy diferente como CTS, es algo difícil pero necesario, se que me hará bien y podré salir adelante, pero de verdad me da miedo.