"Los amigos son la familia que tu escojes, pero recuerda que la familia también te puede traicionar"
Aún mantenia la duda constante en mi cabeza. ¿Por qué? Esa era la pregunta principal. ¿Por qué yo? Nunca le hice daño a alguien, o bueno, quizas si, pero jamas a tal punto de que esa persona quisiera buscar venganza de esta manera.
Dos.
Ese era el numero de muertes que cargaba en mi conciencia, con 26 años ya era la "culpable" de que dos personas inocentes se convirtieran en cadáveres. Los oficiales me aconsejaron salir con un guarda espaldas o algo por el estilo, al principio me pareció algo exagerado pero después de analizar la situacion, me di cuenta de que realmente era necesario tomar ese tipo de precauciones.
No quería salir de casa, me pondría yo misma en un riesgo innecesario. Tenía planeado ver alguna película o leer uno que otro libro, pero todo plan se esfumó cuando tocaron el timbre.
—¿Daiana?
Me sorprendí al ver a mi mejor amiga cuando abrí la puerta, llevábamos al menos dos años sin vernos y tenerla aquí era casi como un sueño.
Daiana y yo somos amigas desde tercero de secundaria, ambas nos parecíamos tanto que no fue problema el iniciar una amistad que con el tiempo se fue reforzando.
Nos contábamos secretos y compartíamos aventuras, todo lo hacíamos juntas.
Pero nuestros caminos tomaron diferentes rumbos y nos tuvimos que separar; ella se casó y se tuvo que ir a Monterrey con su esposo.
Al principio nos mandabamos mensajes todos los días preguntándonos cosas triviales sobre nuestro día, pero poco a poco los mensajes fueron menos, las llamadas disminuían y los "Te hablo mañana" se convertían en "Te hablo cuando pueda" y así hasta que perdimos la comunicación.
—¿Acaso no me reconoces? Tantos años y te haz olvidado de esta belleza
Sonrió mostrando su dentadura ahora libre de brackets.
—¿Olvidarme? De una loca como tu, jamás
Soltó sus maletas y me estrecho entre sus brazos. Un abrazo que había anhelado tanto tiempo y que obtuve en el momento en que más lo necesitaba.
—Te extrañe mucho
—Yo también
Esas simples palabras me sacaron una gran sonrisa, relamente la extrañaba, extrañaba sus consejos, sus abrazos, las locuras que compartíamos juntas.
—Pasa
La ayude con sus maletas y las lleve a mi habitación mientras ella me seguía el paso. Al llegar deje las maletas junto a mi cama y me senté en la esquina de esta.
—Antes de que digas algo Melissa, quiero que me respondas por que estas así.
Me señaló mi cara mientras hacia una mueca de desagrado. ¿Tan fea me veo?
—¿A que te refieres?
—Te cargas unas ojeras que pareces panda
Solté una sonora carcajada al escuchar su comentario, era claro que tendría una ojeras horribles, no había podido dormir y estaba con los nervios de punta a causa del problema.
—¿Tienes algún problema? ¿algún acosador que no te deje dormir?
Quede sin palabras por un momento al escuchar lo último que dijo. ¿Sabrá lo del número desconocido? No, imposible.
—¿Acosador? No, por supuesto que no
Por alguna extraña razón no pude decirle la verdad, algo en mi interior me decía que no era lo correcto o el momento indicado. Se acomodo en la cama e hizo un gesto pensativo.
—¿Recuerdas lo último que le dijiste a marco?
Claro, Marco. El chico que conocí cuando a penas tenia 17 años y se me había declarado frente a todo el instituto, claro que recordaba sus palabras.
"Písame, pero cuando me levante asegúrate de correr"
Fueron las últimas palabras antes de que se cambiara de colegio y no se supiera más de él.
Me sentí mal al decirle que no frente a tantas personas, pero hay que tomar en cuenta que todos hemos sido rechazados o no correspondidos alguna vez en nuestras vidas y que de alguna manera u otra con el tiempo los gustos van cambiando y el rechazo de esa persona queda en el olvido.
—Si, aun las recuerdo, ¿Por qué?
—La frase esta tan buena como para ponerla en mi estado de Facebook, ¿la pongo?
Negué con una sonrisa sobre mis labios, nuestra conversación era algo extraña pero así solían ser siempre.
No entendía por que había sacado el tema de Marco pero me abstuve de preguntar.