Nunca digas jamás.

Capitulo 6º Sin alma

Victoria llevaba en el hospital ingresada casi un mes, por desgracia los médicos, han hablado con Michael y Dark, y no le habían dado muchas esperanzas de vida, para Victoria, que todavía tenía muchas ganas de vivir, y seguía luchando por ello.

Dark como es sábado no trabaja, y quiere ir a ver a su madre, y estar un rato con ella.

—¡Scarlett acompáñame! A ver a mi madre, le hará ilusión verte.

—¡No me gustan los hospitales! Dark, me ponen enferma.

—¡A nadie nos gusta! Amor, pero a veces tenemos que ir, no queda otra.

—¡Mejor que quedo aquí! Además, me siento un poco mareada, no me encuentro muy bien.

—No estarás... Embarazada amor, eso sería maravilloso, y una noticia que le gustaría mucho a mi madre.

—¡No, lo sé cariño! pero me siento mal, ayer por el mediodía me daban arcadas, con el olor de la comida.

Dark se acercó a Scarlett, y le puso las manos en el vientre, y la beso en los labios suavemente.

—Es lo mejor que nos podía pasar Scarlett, ser padres, y tener una niña que se parecería a ti, además esta casa necesita alegría, y tener niños correteando por todas partes, de un lado para el otro, y me gustaría que serían, por lo menos tres o cuatro.

Scarlett sonrió a Dark, y lo abrazo.

—¡Eso estaría bien! La casa llena jajaja.

Dark salió de la habitación, bajo las escaleras, y se cruzó con Margarita.

—¡Hola buenos días! Señor. ¿Le preparamos el desayuno ahora mismo?

—¡Cuantas veces! Te tengo que decir, que no me llames señor, llámame Dark, y no te preocupes Margarita, desayunare en el hospital. ¡Hazme un favor! Estate atenta de Scarlett, no se encuentra bien, dice que esta mareada, a lo mejor te damos una sorpresa....

—¡Dios le oiga! Señor... Perdone Dark, no se preocupe váyase tranquilo, estaré todo el día pendiente de ella, espero que la señora Victoria se mejore, he cogido unas rosas lléveselas, le alegraran la habitación.

—¡Muchas gracias! Le van a encantar, le fascinan las flores, ella cuida las de su jardín, le diré que las has cogido, expresamente para ella, se pondrá muy contenta, eres una mujer muy buena Margarita.

Se acerco a Margarita y le dio dos besos en las mejillas, ella no estaba acostumbrada, a los besos, desde que se quedó viuda, y se puso muy colorada.

Dark se marchó, y Margarita subió las escaleras para ir a la habitación, para ver cómo estaba Scarlett, entró en la habitación, y Scarlett estaba asomada por la ventana.

—¡Sera mejor que se acueste! Niña, no se vaya a caer, el señor me ha dicho, que este pendiente de la señora.

—¡No hace falta! Margarita.

—¡Como que no, hace falta! Se puede caer, y eso es muy peligroso, cuando se está ....

—¡Margarita, no estoy embarazada para nada! Le dije que me sentía mal, para no ir al hospital, me da mucho asco, ¡Te crees, lo que me ha dicho! Que quiere tener, tres a cuatro hijos, jajaja, yo lo quiero mucho, ¿pero, hijos? No nací para tener hijos, no me gustan los mocosos.

—¡Pero, mi niña! Y si se entera...De que le está engañando.

—¡Pero! ¿Cómo, se va enterar? A caso tú, se lo dirías....

—¡Para nada niña! Jamás le diría nada al señor, sabes que, para mí, eres lo más importante, y te quiero como si fueras mi hija.

Scarlett se acercó a ella y la abrazo, y le dio un beso en la mejilla.

—¡Anda baja! Y tráeme el desayuno, que tengo hambre, y no tardes.

Cuando salió Margarita, corrió hacia el baño para quitarse el camisón, lavarse las manos y la cara, ¡Que asco me ha dado, besar a Margarita! Pensó.

Liam y Abigail, llegaron en el avión privado, para visitar a Scarlett, hacia un tiempo que no la veían, tocaron la puerta y les abrió Alejandro.

—¡Hola buenos días! Que desean, los señores.

—¡Por ahora! Solo queremos entrar joven, soy Liam Branson, el padre de Scarlett.

—¡Perdonen! Pasen, claro sígame a la sala ¡Por, favor!

Salía Margarita de la cocina, con el desayuno, cuando se cruzó con ellos.

—¡Hola buenos, días! Señor y señora Bransom. ¿Cómo, se encuentran?

—¡Muy, bien! Margarita. ¿Y tú como estas? Se te ve, muy guapa como siempre—dice Liam.

—¡Muchas gracias! Mi señor, usted siempre un caballero, voy a decirle a la señora que están aquí.

—Muy bien Margarita, aquí esperamos jajaja.

Abigail puso mala cara, Margarita le parecía una mujer de lo más vulgar.

—¡Mi niña! Están aquí tus padres.

—Que pereza, ¿no? está bien, me voy a duchar y ahora mismo bajo.

—Está bien mi niña, los entretendré de mientras.

Margarita bajo las escaleras, y fue a la sala donde estaban los padres.

—La señora bajara ahora, ¿les apetece, tomar algo?

—¡Margarita, nunca aprenderás! Es lo primero que tenías que haber preguntado, tantos años trabajando, para nada—dice Abigail.

—¡Perdone, señora! MI torpeza, no pretendía molestarles, no se volverá a repetir.

—Lo dudo mucho... Tráiganos algo para beber, dos whiskies, y a ver cuál nos pones.... y no tardes dos días en traerlos.

—¡Si señora! Vengo enseguida.

—Abigail, has puesto a Margarita nerviosa, es una buena mujer, por eso no me importó, que se vendría con Scarlett.

—Es una patosa, y lo ha sido toda su vida, y no la despedí por lástima, porque no tiene familia, todavía me tiene, que dar las gracias.

—Sera mejor que cambiemos de conversación Abigail.

 




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