Nunca fue mi culpa

Historias

Mis momentos de descanso eran cuando las chicas me tenían que entrenar, aunque la mayor parte del tiempo ellas trabajaban en un bufé y en un hospital. En su tiempo libre se dedicaban a investigar, trabajaban para el gobierno, pero no de manera directa, solo cuando su presencia era requerida.

Pasar tiempo con ellas hizo que creciera un lazo. Me sorprendía la determinación de Sia y Laura. A pesar de llevar tiempo entrenando, no llegaba ni a los talones. No le encontraba sentido que comentaran que solo eran de oficina y ya, cuando eran más que eso. Tenían una pared con fotos de "Andrea", la novia del mayor, pues habían encontrado a los secuestradores, pero no a quién mandó a secuestrar. Algunas cosas de la investigación no tenían sentido.

Sia dudaba del mejor amigo del mayor, ya que era lo único cercano a una familia que Andrea y el mayor tenían. Incluso las tres lo estuvimos vigilando todo el tiempo, salía con mujeres, iba a discotecas y regresaba a su casa y todo eso durante varios días.

Las tres estábamos cansadas, yo salía de mi entrenamiento que era prácticamente en la selva y luego iba con las chicas a cambiar el turno. Todas teníamos trabajos agotadores, pero teníamos algo en común: dudábamos de ese chico.

Las tres salimos a comer donde estaba el chico y Sia, molesta, dijo: "se acabó, lo voy a seducir".

Yo: ¿Y si resulta ser su asesino y luego quiere obligarte a hacer cosas que no quieres?

Sia: Amor, sabes que esto es parte de lo que te prepararon en nuestro entrenamiento y es algo a lo que te tendrás que enfrentar. Tienes la suerte de haber conocido a Tomás y es un caballero, pero existirán veces en las que te vas a encontrar con unos patanes, y es parte de nuestro trabajo, es algo que de seguro nadie ve, tendrás que hacerlo alguna vez, con Tomás o con un idiota. Pero si alguna vez te sientes presionada, siempre tendrás una amiga abogada.

Laura le dijo a Sia, triste: "No tienes que hacerlo, yo lo haré. Además, tienes novio y te vas a sentir muy culpable, te conozco, niña ruda."

Sia: Tu hermano me terminó, tuve un problema con él porque piensa que estoy ocultando algo, y mi niña, si me ponen a elegir entre un chico y mi trabajo, escojo mi trabajo. Pero tú, Laura, eres distinta, estoy segura de que escogerás al chico porque lo amas mucho. Así que aléjate de mi hermano. A diferencia del tuyo, el mío es un patán, machista, así que aléjate.

Les dije a las chicas, sus historias de amor entre hermanos eran muy interesantes, pero el chico que se está besando con esa rubia es el mismo por el que están peleando.

Pero la rubia solo le sacó dinero y se fue, y Sia aprovechó para robar su teléfono. El chico tenía un mal aspecto, tuvo que fingir que le gustaba. Al llegar a casa, se bañó y puso muñequitos para olvidar lo que tuvo que hacer para poder conseguir esa información.

Sia le quitó la clave, pero no había nada. Ella solo sabía lo esencial de hackear, así que Sia empezó a llorar. Se creía poca cosa, me decía que todo lo que hacía siempre era en vano y que nadie validaba su esfuerzo. Le dije que le pidiera el favor a Tomás. Y sia me dijo él, a nadie le da el número, además para contactarlo es un problema, mantiene viajando y, aunque creas que es bueno, en realidad es la persona más seca que he conocido.

Le escribí a Tomás y mandó un coche para recogernos, pero Sia se había emborrachado y Laura me dijo que fuera sola.

Enzo, que fue el que me recogió, me llevó a la oficina de Tomás. Tomás me quedó mirando fijamente, tenía una mirada intensa, su forma de mirar era como si me desnudara con la mirada. Su oficina era grande y me pidió que me sentara en el mueble. Estaba muy nerviosa, él solo se sentó a mi lado y me ofreció unas papitas de limón. Tomás me dijo: "Cuando estuviste en mi casa, me contaste que te gustaba lo ácido, así que te compré unas". Yo le pregunté: "¿Cuándo te dije eso?" Creo que estaba muy borracha, hasta me obligaste a acostarme a tu lado y me abrazaste toda la noche, y cuando quise salir, lloraste".

"¡Ay, Tomás, discúlpame!", le dije avergonzada. "Fue divertido", me respondió. "Eres muy graciosa, borracha y me contaste toda tu vida, fue interesante escucharte. Contigo logré tener una conversación real, todos a mi alrededor hablan de cosas muy aburridas".

"¿Y qué dije?", le pregunté.

"Esas cosas me las guardaré", respondió. "Tú, yo borracha, me dijo que no le contara a tú, yo sobria, dijo que eras muy aburrida".

"Genial, ahora tengo una doble personalidad", le dije a Tomás.

Él sonrió y me pidió el teléfono del chico. Conectó su computadora al teléfono, y me sorprendió lo rápido que escribía códigos. Mientras escribía, me preguntó: ""¿Cómo van tus clases de sistema?"

Le pregunté: "¿Cómo sabes que tengo una clase de sistemas?", y le dije sonriendo.

"Yo sé más cosas de ti de las que te imaginas", respondió Tomás.

En lugar de asustarme, quedé sorprendida, pues en el computador de Tomás salía toda la vida del mejor amigo del mayor.

Le pregunté a Tomás por qué haría eso, ya que había muchas fotos de Andrea.

Tomas dijo: "Estaba obsesionado con ella".

Yo: "Entonces, ¿secuestró a las otras chicas para disimular?"

Tomas: "Él jamás se imaginó que el mayor se dedicaba a trata de blancas. Para el mejor amigo, el mayor solo era un fracasado que trabajaba en una oficina de secretario, mientras que él era un tipo millonario. Siempre tenía lo que quería, pero no pudo conseguir a la chica y la obligó a estar con él".




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