Recibí un mensaje de Alejandro que decía: "Estuve averiguando quién intentó asesinar a Jean y parece ser alguien de su propia familia. Mantenlo con vida hasta que lleguemos. Si quieres, y no confíes en nadie. Sabes que, si te asustas, no te juzgaré. Así que tienes dos opciones: escaparte por la ventana, donde un carro te espera, o quedarte cuidándolo."
En ese momento entró el hermano de Jean, gritando: "¡Nos vamos!", y cerré la puerta. Él me dijo: "¿Qué haces?" Eres estúpida", como si fuera costumbre en su familia decir esas palabras. Le informé que tres chicos se acercaban por los dos pasillos. Jean me quitó el teléfono donde vigilaba las cámaras. Decidió: "Él viene conmigo", y abrió la puerta.
En ese momento, alguien entró por la puerta y le disparó en el brazo. No dudé en responder, apunté a su brazo, pero la bala le alcanzó el cuello. ¿Quién resiste una herida de bala en el cuello? Pensé que lo había asesinado. Jean tomó el botiquín de emergencia y se apresuró a curar a su hermano. Yo estaba en shock y vi la silueta del segundo hombre, así que me escondí detrás de la puerta. Él entró y, de todas formas, me disparó en el pecho. Fue directo hacia Jean, le apuntó a la cabeza y dijo: "Esto es por traicionar a tu familia". Yo le disparé en la espalda.
Luego se escucharon miles de disparos, estaba disparando a las paredes y el sonido de las balas se acercaba.
Michael estaba perdiendo mucha sangre y le dije a Jean que lo llevara al baño, ya que estaba lejos de la puerta. Jean me dijo: "Tú llévalo, yo disparo". Le dije que no tenía tanta fuerza, no debíamos perder tiempo. Jean me hizo caso y en ese momento llegó el tercer hombre disparando miles de veces mientras reía. Dejó de disparar, entró y, por un lado, le di una patada y cayó. Intentó tomar su ametralladora, pero yo la pisé. Tomó mi pie y me hizo caer, se montó encima y empezó a estrangularme. Mientras lo hacía, en su cara se veía la satisfacción. Le golpeé sus testículos, se tiró al suelo y se quejó de dolor. Lo pateé nuevamente, me monté sobre él y lo estrangulé. Llegaron dos hombres y me escondí detrás de él, utilizándolo como escudo. Pero él hizo lo mismo conmigo y gritó: """¡Esperan dispararle!" Dispararon, pero en la cabeza de él. Empezó a zumbar mi cabeza, todo se tornó borroso y no podía respirar. La parte donde me dispararon se sentía como si la bala me hubiera atravesado. Escuché la voz de Alejandro diciendo: "Todo estará bien, mi niña", y me desmayé.
Al parecer, Alejandro había averiguado quiénes eran las personas que intentaron matar a Jean y descubrió que el plan seguía en pie. Con otros militares, se infiltraron entre los asesinos y, cuando llegó la hora de entrar a la casa de Alejandro, traicionaron a los delincuentes y comenzaron a dispararles.
Desperté en una clínica con oxígeno y ahí estaba un chico con un traje negro, todo cubierto, que claramente era Alejandro. Jean me dijo que tenía que comer. Michael estaba herido, pero se veía de mejor semblante.
Pregunté: ¿Por qué él, que recibió un disparo, está normal y yo, con chaleco antibalas, me siento peor? Alejandro dijo: "Porque él come, no está deshidratado como tú, y sus compañeros no lo golpearon hasta mandarlo al hospital". El chaleco antibalas no detiene mágicamente la bala y la convierte en una flor. Además, a él lo atendieron primero porque tenía seguro. Tuvimos que amenazar a algunos doctores, pero es una historia muy larga.
Llegamos a la casa de Jean y la mesa estaba servida con mis comidas favoritas. Vi en una publicación de tus redes sociales que deseabas tanto esta comida, así que te las mandé a hacer —dijo Jean con mucha confianza.
—Le pregunté: ¿Cómo sabes cuáles son mis redes sociales?
— Él respondió: —No dejaría entrar a mi casa a alguien que no me interesara —luego sonrió—. Llegué a la habitación y ya no había dos camas, solo una. Él dijo: "Ahora serás mi mujer, así que deberías actuar como una pareja en todos los sentidos".
Yo era la sentía tan agotada en todos los sentidos que solo lo ignoré, me acosté en la cama y me dormí. En la madrugada, solo daba vueltas en la cama. Jean me puso un trapo en la frente y me dio unas pastillas. Cerré los ojos por un rato, pero no podía conciliar el sueño. Jean puso una silla al lado de la cama y dijo: "Sabes, mi mamá era colombiana y por eso sé español. La familia de mi padre la humillaba y decía que yo no era su hijo; siempre existieron esos rumores. Mi padre la dejó cuando se enteró de que yo no era su hijo, sino de un guardaespaldas. Mandó a matar a mi madre y su amante. A mí me cuidó para ser el sirviente del otro hijo que tendría con otra mujer, pero mi hermano solo tenía meses cuando mi padre se suicidó por el remordimiento. A pesar de ser una perra, mi madre era el amor de su vida. Tanto fue su amor que me dejó toda la herencia solo a mí.
¿Sabes por qué te digo esto?
Sé que las personas que intentaron asesinarme fueron mis supuestos familiares, es más que evidente, pero la verdad es que me he estado acostumbrando mucho a ti. Así que eliminé todos los archivos y estuve entorpeciendo la evidencia.
¿Estaré cometiendo el mismo error que mi padre? Bueno, el adoptivo.
Deberías estar con Tomás, fingiendo ser su pareja y tratando de ayudar a las chicas desaparecidas. Pero estás aquí solo por un capricho que tengo contigo, desde que te vi.
Editado: 28.09.2024