Estaba celosa, completamente celosa.
¿Pero qué podía hacer?
No iba ir junto a Keniah y decirle que su novio me gustaba y mucho. Debía ser la buena amiga de siempre y apoyar su relación, su primera relación.
Como agosto llegó se fue tan rápido que ni siquiera pude notarlo, odiaba ir al colegio, el ir solo significaba encontrarme con una parejita que me hacía revolver el estómago, y cabe aclarar que no era en el buen sentido.
Nadie parecía percatarse de como sufría en silencio.
Yo no tenía la culpa de que Daniel me gustará, sucedió de la nada. La verdad ni yo misma se cómo paso pero cada vez que hablábamos seguía poniéndome nerviosa como una tonta y la necesidad de un abrazo o aunque sea un leve rocé es lo que sigo anhelando todos los días. Me frustraba el comportarme como una chiquilla tonta al estar con él, mientras que Keniah podía actuar normal. Cuando ella falta al colegio... Daniel se queda solito para mí y no saben cómo me alegra eso aunque sé que está mal.
— ¿Amaia te encuentras bien? —La voz de mi madre me saca de mis pensamientos.
Asiento con la cabeza.
—Sí, solo estaba algo distraída.
—Mm —Murmuró de manera recelosa—, la cena está lista, baja a ayudarme a poner la mesa.
Quiero quejarme pero no lo hago y bajo a ayudarla, cuando baja encuentro a mi hermana jugando con sus muñecas le sonrío gesto que ella imita. Ella tiene cinco años y va al kinder en el mismo colegio que yo.
Mi mamá me mira de reojo mientras colocamos la mesa, caminábamos por la cocina mientras preparábamos pollo, ensalada de arroz y cortaba unas rodajas de pan. Coloqué los cubiertos justo a tiempo en que todos venían a sentarse.
— ¿Cómo vas con los estudios Amaia? —La pregunta de mi madre me tomó por sorpresa.
—Bien —No tenía nada más que decir, el ambiente se volvió tenso.
—Espero que estés repasando tus apuntes para los exámenes finales.
Arrugue el ceño.
—Mamá estamos en septiembre —Dije riendo—, falta como tres meses para que comiences los exámenes.
Mi padre y hermana no estaban al pendiente de nuestra conversación, ellos seguían cenando como si no estuviésemos los cuatro en la mesa.
—Debes mejorar —Su voz sonaba autoritaria, autoritaria como siempre—, tuviste nueve en castellano y matemática es algo inaceptable.
— ¿Qué? ¿Me estás reprochando eso? —Dije molesta—, por dios mamá estás exagerando.
—No le hables con ese tono a tu madre, Amaia —Mi padre me regaña.
—Es que solo fue un nueve...
—Silencio, termina tu cena y vete a dormir.
—Se me quito el hambre.
Me levante de mi asiento dispuesta a irme pero la mano de mi madre me detuvo, baje mi mirada hasta la de ella.
—No te vas a levantar hasta que termines de cenar —Quiero irme pero me contengo y vuelvo a sentarme—, no puedo creer lo maleducada que te estás volviendo, yo no te críe así.
Apreté mis dientes pero no dije nada, no dije nada como siempre.
🐇🐇🐇
No aguantaba estar en casa por lo que salí lo más temprano posible directo al colegio, mi madre ya me dejaba venirme caminando sola por lo cual agradecí no estar incomoda todo el camino.
Mi casa no estaba ni tan cerca ni tan lejos del colegio, caminando llegaba a la hora justa sin inconvenientes.
Saqué mi celular del bolsillo y conecte los auriculares para escuchar la radio, quería escuchar algo que me pusiera de buen humor entonces la deje en una emisora que me pareció buena. Mientras caminaba me fijaba en los autos pasar estaba realmente cansada de mi aburrida vida.
¿Pero qué podía hacer?
Mi vida era aburrida porque yo lo era.
Cuando llegue al colegio casi nadie estaba aún, fui directo a mi salón de clases y al llegar me fije que la puerta estaba entre abierta. Fruncí el ceño pero igual entre, maldición.
Mi corazón se sintió pisoteado de alguna manera.
Keniah se encontraba besando a Daniel, ambos al verme se apartaron y me miraron algo avergonzados. Forcé una sonrisa.
—Qué asco, no vendré temprano nunca más.
Keniah se rió nerviosa, Daniel se encogió de hombros y beso la mejilla de su novia para levantarse.
—Mejor me voy —Al llegar junto a mí me sonrío—, adiós conejito.
Quise formular un adiós pero su sonrisa me dejo algo atontada como para responder y cuando ya me creía capaz de formular una palabra él ya se había ido.
Lo odio, ¿Por qué tiene que gustarme tanto?
Fui a sentarme junto a mi amiga la cual comenzó a soltar suspiros cual enamorada, y lo estaba, estaba enamorada de Daniel y eso me convertía en una mala amiga porque yo también me estaba enamorando de él.
No podía decir que estaba enamorada de él en ese momento porque estaría mintiendo, pero si me gustaba mucho.
— ¿Crees que lo de Kike y Sofía va durar mucho tiempo? —Preguntó ella.
—Ya pasaron dos semanas desde que son novios y eso ya es todo un record.
Mi amiga Sofía comenzó a salir con mi compañero Enrique, no sabía cómo alguien como ella podía fijarse en él, digo, Kike era simpático pero era un completo tonto y también era bastante mayor. Ella ya tenía doce al igual que Keniah pero él seguía teniendo dieciséis.
—Me parecen adorables.
No estaba de acuerdo pero si mi amiga era feliz con ellos que podía hacer yo.
Luego de unos minutos hablando entre nosotras Sofía entró por la puerta con un aire de grandeza, eso no me sorprendía mucho ella siempre fue así.
—Hola chicas —Se acercó para colocar su bolso en su silla y luego sentarse en ella—, ¿Mi novio no ha llegado?
— ¿Lo ves en alguna parte? —Pregunte y Keniah rió.
—Muy chistosita.
Si Enrique no venía hoy no iba a ser algo muy raro ya que prácticamente él casi nunca asistía a clases.
Y había acertado, ese día no fue a clases lo que puso a mi amiga de mal humor.
—Deja de tener esa cara de amargada —Dije y ella me fulminó con la mirada.
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Editado: 12.04.2019