Me giré casi de inmediato para encontrarme de frente con Brooke, que caminaba hacia mi con gesto de enfado. Su cabello pelirrojo resplandecía amenazadoramente tras su espalda y cubría parte de su cara; corrió los últimos metros que le quedaban y se paró junto a mí con los brazos en jarras.
- ¿En dónde se supone que estuviste?
- ¿Yo? - pregunté un poco desorbitada.
-¡No! el que va allá - dijo señalando a un chico que pasaba a nuestro lado -. ¡Claro que hablo de ti! ¿en dónde estabas?
- ¡Ah, sí! Lo siento mucho, Brooke - dije yo recordando que la había dejado a ella y a Brad plantados en el almuerzo-. Me he encontrado con alguien y me ha invitado a pasar el almuerzo con él.
- ¿Con él? - exclamó con las cejas arqueadas -. ¿Hablas de Curt?
Sorprendentemente su voz se relajó a tal punto que pareció un tanto preocupada.
- Sí, y en verdad siento haberte dejado así como así.
- Bueno, a mi no me tienes que pedir perdón - dijo ella encogiéndose brevemente de hombros -. Brad se pasó todo el almuerzo preguntando por ti.
- ¡Brad! ¡Claro!
- Claro - repitió ella con los labios fruncidos.
Sus ojos estaban fijos en mí en un gesto de suspicacia que me ponía un tanto nerviosa.
- ¿Y que le has dicho? - pregunté yo con preocupación.
- La verdad. Que no sabía nada de ti - respondió ella poniendo los ojos en blanco.
- ¿Crees que se haya molestado mucho conmigo? - pregunté un tanto arrepentida por haber olvidado aquello.
- No lo creo, está demasiado enamorado para enojarse - exclamó mi amiga con una amplia sonrisa en los labios.
No supe que contestar, tenía entendido en cierto punto que Brad estaba algo interesado en mí, pero no estaba segura de que realmente estuviera enamorado como ella aseguraba.
Una sonrisa nerviosa salió de mis labios y mis ojos apuntaron al suelo, no sabía qué pensar o decir a cerca de aquello. Sólo me limité a hacer como que no había escuchado bien lo que mi amiga había dicho. Miré a ambos lados del pasillo. No había ni una alma en este, todos los estudiantes de seguro ya se encontraban en sus respectivas clases, menos nosotras.
- ¿Crees que nos dejen entrar a nuestras clases? - preguntó ella mirando a su alrededor.
- No lo creo - contesté yo con una sonrisa.
- Vamos, hay que irnos de aquí antes de que nos vea el prefecto.
Las dos nos echamos a andar por el pasillo y nos refugiamos en la primera aula desocupada que encontramos en nuestro camino. En varias ocasiones estuve tentada a dar marcha atrás e ir de nuevo hacia el patio para estar un rato más con Curt ahí sentada sobre la hierva, pero la culpa de haber dejado plantada a mi amiga en el almuerzo me lo impidió y me obligó a quedarme con ella para pasar toda una hora en aquella aula polvorienta.
- ¿En qué estás pensando? - preguntó después de un rato en el que permanecí en silencio.
- ¿Cómo sabes que estoy pensando en algo? - exclamé sin poder evitar lanzar una sonrisa que admitía haber sido descubierta.
- Lo veo en tu cara - explicó ella un tanto seria -. Normalmente haces ese gesto cuando piensas en algo. Miras hacía arriba y sonríes un poco.
- Ummm...-fue lo único que se me ocurrió decir.
¿Así que yo misma me delataba?
- ¿En que piensas? - insistió la pelirroja - ¿En ese tal Curt?
No contesté de inmediato, medité un momento la respuesta que daría a continuación, tratando de adivinar qué diría ella si le dijera que sí estaba pensando en él. Aunque la verdad es que ni yo misma lo sabía.
- No lo sé - repuse encogiéndome de hombros.
- ¿Cómo es que no puedes saber si estás o no pensando en él? ¿te has planteado seriamente en visitar a un médico? - exclamó con frustración.
- Ahora que lo dices... - empecé en tono de broma.
- Hablo en serio. Dime, ¿estás pensando en él?
- Sí - contesté sin poder huir.
- ¿Qué tanto le vez?
Me encogí de hombros.
- ¡Pero si hasta hace sólo un día habías dicho que te caía mal o algo así! - dijo con tono de indignación.
- Es que lo he conocido mejor y he cambiado de idea... Pero eso no quiere decir que me guste, eh - repuse antes de que ella saltara con otro más de sus comentarios.
Mi amiga movió la cabeza negativamente. Pero es que era la verdad, ¿no?. Yo no estaba enamorada de Curt.
Al terminar aquella hora que resultó ser un poco tediosa, por que además de hablar sobre Curt, y que Brad seguramente era mejor que él, Brooke se pasó casi la mayor parte del tiempo hablando sobre lo emocionada que se encontraba por su próxima fiesta, indecisa por la ropa que se pondría y preocupada por que su tía abuela Ruth, que era bastante gruñona, estaría aquellos días en su casa.
Pasadas las siguientes clases mi mundo volvió a la aburrida rutina del trabajo. En donde yo era una más de las trabajadoras de Chad, y en donde yo hacía más que obedecer sus ordenes y las de la gente que iba a comer a su preciada cafetería.
- ¡La orden de la mesa cinco está lista! - exclamó Sherly desde la barra.
Me encaminé hasta allá, tomé un plato que contenía una orden mediana de papás a la francesa con un poco de salsa de tomate y me dirigí hasta una mesa ocupada por dos chicas. Ambas chicas llevaban el cabello teñido de rubio. ¿Qué como sabía que era teñido?, las conocía desde niñas y antes su cabello no era tan claro, ni tampoco tenían los ojos de un verde tan brillante.
- Orden mediana de papas - dije al llegar a su lado.
Una de las muchachas alzó un poco la mano y yo puse el plato frente a ella. Pero justo antes de darme la vuelta y volver hasta la barra ella llamó de nuevo mi atención.
- Esto está frío.
- Las acaban de sacar del fuego- repuse yo.
- ¿Me estás llamando mentirosa? - preguntó con las cejas arqueadas.
- No, yo no...
- Entonces ve y tráeme otras papas o llamaré al dueño para poner mi queja - dijo ella en tono autoritario.