Narra Nurbanu
-¡Señorita Nurbanu! ¡Despierte! ¡Señorita!
Abrí los ojos de inmediato al oír los gritos. Solía estar acostumbrada a que mis sueños sean interrumpidos, porque toda mi vida había sido una esclava que debía de estar al servicio de los demás en toda hora del día y en cualquier momento. Muchas veces había sido despertada en mitad de la noche. Pero desde que era una favorita que no me pasaba eso de que alguien interrumpiera mis sueños tan abruptamente.
Me incorporé en la cama, sobresaltada.
-¿Qué sucede Melissa?-Pregunté mirándola con el ceño fruncido.
Ella me mostró sus dientes en una enorme sonrisa.
-Debe prepararse de inmediato, el sultán está aquí en el palacio, nuevamente. Debe ir a recibirlo.
Mi quedé petrificada al oír la noticia. El sultán había llegado, finalmente, el día había llegado…
Ada entró en la habitación.
-Señorita, por favor debe prepararse de inmediato-Me dijo Ada acercándose hasta mi cama.
Yo me levanté de la cama lo más rápido que pude, Melissa me ayudó a levantarme y me colocó una bata.
-Enviaré a otra criada para que la ayude a vestirse-Dijo Ada y volvió a marcharse.
Cuando Ada se fue, Melissa me dijo.
-¿Desea tomar un baño antes?
Yo asentí, todavía me hallaba algo dormida.
Me dirigí al hammam, junto con Melissa y otra criada que me ayudaron. Todo fue rápido porque el sultán querría verme en el salón principal junto con su madre y su hermana. Luego me ayudaron a ponerme el vestido y a peinarme bonito. Cuando estuve lista me eché perfume en el cuerpo y en las ropas. Y finalmente me dirigí al salón principal con Melissa y la otra muchacha detrás de mí. Cuando estuve en la puerta del salón principal Melissa y la joven se despidieron de mí con una reverencia y entre sola. Allí se encontraba la madre sultana, y la sultana Mihrimah, además de ellas se hallaban presentes sus respectivas criadas. Entre ellas estaba Elif, la saludé con un gesto de cabeza y ella se inclinó haciendo una reverencia.
Luego Ada entró y nos avisó que el sultán ya se dirigía al salón principal. En ese momento se hallaba pasando por el pasillo del harem…
Las sultanas y yo formamos fila y a los pocos segundos oímos al guardia decir:
-¡El sultán Selim está aquí!
La puerta se abrió y el sultán ingresó, se lo veía feliz como quien regresa a casa después de una gran victoria.
Se acercó a la sultana Hürrem y besó su mano. Ella hizo una reverencia.
-Querida Madre-Dijo y acto seguido le dio un abrazo-Estoy feliz de verte.
-Igual yo hijo mío. Esperaba con ansias el momento de tu regreso.
Luego se acercó a la sultana Mihrimah. Ella realizó una reverencia.
-Hermana, siempre tan bella.
Finalmente se situó frente a mí. Con la cabeza agacha realicé una reverencia. Alcé la mirada y vi sus ojos mirarme fijamente, me sonrío y me acercó a él para poder besar mi frente.
-Mi amada Nurbanu, la luz radiante que ilumina mi camino, te he echado tanto de menos.
Sonreí con timidez, él me acarició la barbilla. Luego se dio la vuelta y anunció que se hallaba feliz de estar de regreso en el palacio y de traer consigo una nueva victoria. Luego le dijo a la sultana Mihrimah que vaya a ver a su marido, porque estaba en el palacio y deseaba verla. Ella sonrío con felicidad, hizo una reverencia y salió de inmediato.
-Hijo mío, ven, vamos a sentarnos unos minutos-Dijo la madre sultana señalando los divanes.
El asintió y los 3 tomamos asiento. Yo me sentía nerviosa de encontrarme presente ante el sultán y su madre. Me sentía diminuta al lado de ellos.
-Selim-Dijo la sultana-¿Has visto a tu hermano?
Mi atención se centró en el sultán. Hablaba del príncipe Bayezid. Se había marchado hace tanto tiempo.
-Claro que sí madre, mi hermano se encuentra bien, cumpliendo con su deber, como debe ser. Pronto volverá. Pero no aún. Le he informado de mi boda, pero me temo que no podrá estar presente.
La sultana hizo una mueca y ladeó la cabeza.
-Bayezid no quiere volver al palacio-Dijo ella bajito-¿Lo has permitido? Debe estar presente.
-Madre no puedo imponerle que renuncié a su misión por mi boda, mi hermano me ha dado sus bendiciones y eso ya es suficiente-Dijo él sultán.
Así que el príncipe sabía del casamiento… ¿Sabría el príncipe que era yo quien se casaría? ¿Podría saberlo? ¿Le importaría eso? Que boba me sentía con siquiera hacerme esa clase de preguntas.
-Nurbanu-La voz del sultán me sacó de mis pensamientos-Dime ¿Qué tal fueron los preparativos para la boda?
Yo miré a la sultana Hürrem al instante, ella sólo me miró sin decir una palabra. Así que respondí.
-Ha ido todo excelente, su majestad.
-Me alegro mucho-Miró a la sultana-Madre ¿Cuándo será la boda?
-Todo está organizado. Cuando su majestad desee se dará comienzo a la ceremonia.
Miré al sultán, él me dedicó una sonrisa.
-Entonces que sea dentro de dos días-Anunció.
Dentro de dos días. Sonreí enormemente intentando verme feliz.
La madre sultana asintió e inclinó la cabeza.
-Como lo desees hijo.
Narra Selim
Nurbanu se hallaba a mi lado, dormida. Quería pasar la primera noche en el palacio junto a ella, quien sería mi futura esposa. Dentro de dos días Nurbanu pasaría a ser mi sultana y mi única esposa. Me hallaba feliz, porque había triunfado en la campaña contra el enemigo y porque me casaría con la mujer más bella y delicada de todo el palacio. La había extrañado tanto durante todo el tiempo que estuve fuera del palacio, que sentía la necesidad de no apartarme de ella en los siguientes días. No podía dejar de mirar su rostro, su rostro de niña de rasgos morenos, sus ojos grandes y brillantes, sus labios finos y rosados. No podía dejar de mirarla. Tampoco quería hacerlo, porque no tenía porque. Nurbanu era mía, y lo sería siempre.
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Editado: 16.01.2024