Palacio Topkapi (1545)
Narra Nurbanu
Desperté a media mañana, miré a mi lado, donde se suponía que debía estar el sultán Selim. Pero no había nadie. Miré hacía el otro lado y allí estaba Elif. Ella hizo una reverencia.
-¿Elif? ¿Dónde está el sultán?-Le pregunté.
-Se ha marchado en cuanto llegué.
Asentí, seguramente tenía asuntos importantes que hacer. Me incorporé en la cama, con cuidado de no descubrirme el cuerpo ya que me hallaba desnuda. Sentí un poco de pudor, no porque Elif me viese desnuda, en realidad Elif y las demás muchachas eran quienes se encargaban de ayudarme a bañar y a vestir, como si yo no supiese hacerlo sola. Sentí pudor porque Elif sabía que había pasado la noche con el sultán.
-Elif, tráeme mi bata-Pedí.
Ella de inmediato cumplió mi pedido, me alcanzó la bata color celeste, y ayudó a ponérmela.
Suspiré.
-¿Te sucede algo?
Negué con la cabeza.
-No, estoy bien-Dije yo- Dime ¿Alguna novedad?
Ella hizo una mueca pensando.
-Si no me equivoco, he escuchado decir que el príncipe Bayezid llega hoy.
Di un respingo, mi corazón se paralizó. Traté de mostrar indiferencia. Sabía que Elif ya sospechaba, así que debía hacer que sus sospechas se desvanecieran, debía convencerla de que cualquier pensamiento que haya tenido al respecto se esfumara de su cabeza para siempre.
-Iré a ver a la sultana Hürrem-Anuncié.
Entré en los aposentos de la sultana y me senté junto a ella en el diván. Me preguntó si había desayunado y le respondí que no, así que ordenó a Gülsa que mandara a decir a Gul Aga que nos trajeran el desayuno para ambas.
-Nurbanu, no te alimentas bien, debes comer o acabarás enfermando.
Yo fruncí el ceño. No creía que fuera así, pero claro que no dije nada, sólo asentí con la cabeza y le dije que comenzaría a comer más.
-Debes ser fuerte, o no toleraras el parto cuando tengas hijos. Podrías morir, es importante que seas una mujer sana.
Era cierto, había oído de muchas mujeres que morían al dar a luz, no quería ser una de ellas.
-Anoche has estado en los aposentos del sultán-La madre sultana me miró perspicaz.
¿Cómo es que sabía todo? Seguramente alguien se lo había dicho, en el palacio todo se sabía, las paredes oían y escuchaban.
-Así es madre-Respondí yo.
-Que Allah nos bendiga-Rogó- Ya es momento de que des a luz a un príncipe, a un futuro heredero. No quiero presionarte Nurbanu, pero si no te embrazas tendré que mandar a una muchacha del harem a los aposentos privados.
No comprendía como podía decirme aquello, ella que había violado todas las reglas del harem para que el sultán Solimán, padre de Selim, no estuviese con otra mujer.
-Madre-Dije yo-¿Haría eso? ¿Haría eso sabiendo el dolor que provoca a una mujer enamorada que su amado duerma con otra mujer?
La sultana abrió los ojos con sorpresa, no esperaba que respondiera de tal manera.
Una falsa sonrisa asomó en sus labios.
-¿Tú amor hacía el sultán es tan fuerte cómo dices?-Era una provocación, lo notaba en su voz-Nurbanu, sé que quieres a Selim, no tengo dudas, pero tu amor jamás llegará a ser como el que tuve por Solimán. Lo veo en tu mirada, aceptas tu destino, como una mujer muerta en vida, pero no hay amor verdadero… Eso lo sé.
Sólo apreté los dientes, y sentí que las excusas y mentiras que tenía en la punta de mí lengua se desvanecían, no tenía sentido. La sultana Hürrem nuevamente me hacía sentir descubierta. Me hacía temer. Ella sabía la verdad, pero no toda la verdad. Y eso era mi consuelo. Ella me había descubierto. Yo sólo era una mujer que seguía el camino que le era marcado.
En ese instante, Ada entró en los aposentos.
-Valide, sultana Nurbanu-Dijo reverenciándose ante ambas- El príncipe ha llegado.
Ambas nos pusimos de pie al instante. No pude evitar elevar la comisura de los labios en una sonrisa. La sultana Hürrem por el contrario se hallaba completamente contenta.
-¿Dónde está? Tengo muchos deseos de verlo-Dijo.
-En el salón principal, con nuestro sultán y el príncipe Cihangir.
La sultana Hürrem fue inmediatamente hacía el salón principal. Yo me fui a mis aposentos, para ponerme el vestido que había reservado para usar ese mismo día.
Casi corrí por los pasillos hasta llegar a mis aposentos, le pedí a la criada que custodiaba en el umbral que buscara a Elif y a Melissa y les dijera que acudan de inmediato.
-¿Qué desea Sultana?
-Quiero prepararme, vamos, deprisa-Dije- Trae mi corona más grande, y tú Melissa busca mi vestido magenta, el que te pedí que reservaras. Vamos, debo cambiarme de inmediato.
Vi que Elif me miraba con intriga, pero no hacía preguntas al respecto. Y si se le ocurría preguntar, pues no respondería. Porque ni siquiera sabía porque yo misma actuaba así. Mi lado audaz y rebelde tomaba parte y me sentía capaz de lograr cualquier cosa, como por ejemplo buscar la atención del príncipe Bayezid. Aun con los riesgos que eso podría traer. Pero esa parte de mí era tan osada que no pensaba en ello, esa parte de mí era capaz de arriesgarse a probar del fruto del pecado si con ello conocía al verdadero amor ¿Qué clase de mujer era? Una mujer que no sabía hacía donde iba, una mujer presa del destino con deseos de libertad.
Melissa ayudó a ponerme el hermoso vestido magenta y me cepilló un poco el cabello, luego me colocó perfume en el cuello y finalmente me coloqué la corona. Respiré hondo. Había llegado el momento de ver al príncipe nuevamente…
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Editado: 16.01.2024