Palacio Topkapi (1545)
Narra Nurbanu
Finalmente Fatma cumplió con su castigo, pasada una semana, fue puesta en libertad de inmediato. Y desde ese entonces no he vuelto a cruzármela. Pero me han llegado rumores de que su odio hacía a mí era más grande, y que estaba tan molesta por lo que hice que había dicho a una de las criadas que me las cobraría con sangre. Pero no había hecho acto de presencia hasta el momento. Una parte de mí siempre supo que encerrar a Fatma en el calabozo no haría que me respetase más, si no que acrecentaría su odio. En fin, yo no sería débil, jugaría su juego con sus reglas. Ella había sido una incompetente, y mi deseo era que se fuera del palacio, pero dicho deseo no se llevó acabo. Fatma siguió siendo una favorita, siguió frecuentando al príncipe. Y la primera noche, después de que pasaran dos días de su regreso al harem, ella visitó sus aposentos.
-Sultana-Miré a Melissa que se hallaba ante mí tan servicial como siempre.
Yo estaba sentada en el diván. Era mediodía y sentía hambre como si llevara mucho tiempo sin comer.
-Tengo hambre, ve a la cocina y que me preparen el almuerzo.
Melissa asintió, hizo una reverencia y se marchó de inmediato.
Últimamente tenía hambre, que extraño, porque yo solía ser de tener poco apetito. Además de comer, me lo pasaba durmiendo y cuanto más dormía más sueño tenía.
Pasaron unos minutos y finalmente Melissa ingresó en los aposentos, traía una bandeja que depositó sobre la mesa, frente a mí.
-Muy bien, muchas gracias-Dije.
La joven hizo una reverencia y se marchó. Empecé a comer con voracidad, era increíble que tuviera tanta hambre.
Las puertas se abrieron y Elif ingresó.
-Provecho, sultana-Dijo riendo.
Se acercó a mí.
-Siéntate y come conmigo-La invité yo.
-Si es que me dejas algo, comes como si alguien te apurara-Río Elif.
Me quede con el cubierto a medio camino, estaba a punto de llevarme un bocado a la boca.
-Es cierto-Dejé el cubierto nuevamente junto al plato- Si sigo así engordaré mucho.
Elif sonrío.
-Ay Nurbanu ¿Eso que importa? Gorda o delgada eres la sultana. Come todo lo que quieras, nadie jamás se atrevería a cuestionarte.
Hice una mueca, Elif se sentó junto a mí.
-Aun así… Es muy raro, hace días que noto que tu apetito ha crecido ¡Y vaya que ha crecido! No es normal.
-¿Qué quieres decir?-Pregunté frunciendo el ceño.
-Tal vez se trate de…
Las puertas se abrieron, y ambas nos sobresaltamos. Se trataba de la sultana Mihrimah.
Ambas nos pusimos de pie e hicimos una reverencia. Noté que la sultana clavaba su mirada en Elif con desprecio y rencor.
-Sultana ¿Qué la trae por aquí?-Pregunté intentando que mi voz sonará cordial.
-No estoy aquí por gusto Nurbanu, estoy aquí porque mi madre me ha enviado.
-¿Y qué desea nuestra Valide?-Pregunté.
-Pues pregúntaselo tu misma-Replicó con fastidio-Quiere que vayas a verla a sus aposentos.
Acto seguido la sultana Mihrimah dio media vuelta y se fue.
-Se volverá vieja antes de tiempo si sigue siendo tan amargada-Comentó Elif.
Yo me reí por lo bajo.
-Ven, vamos a ver que quiere nuestra querida Sultana Hürrem-Dije con cierto matiz irónico.
Elif y yo salimos de los aposentos. Comenzamos a caminar, ella como siempre a la par mía. Detrás Melissa y Alina.
Comencé a sentirme rara, un malestar que jamás antes había sentido. Nauseas, seguido de mareos. Seguía caminando, pero todo se hallaba inestable, el suelo parecía moverse.
Me quedé quieta, tratando de normalizar mis sentidos y enfocar mi vista en un punto fijo para ver si de ese modo todo dejaba de dar vueltas.
-Sultana-La voz de Melissa parecía venir de muy lejos.
-Nurbanu ¿Qué tienes?
Elif se arrimó a mí.
Cerré los ojos, la cabeza me dolía demasiado. Me sentía tan inestable.
-Yo… creo…
La oscuridad se hizo presente.
-¡¡Sultana!!...
Cuando abrí los ojos, lo primero que vi fue el rostro de la Valide Sultán.
-Nurbanu…-Pronunció mi nombre tan bajito que apenas pude oírla.
Miré con más atención y vi que me hallaba en mis aposentos, acostada en la cama. Estaba presente la Sultana Hürrem, Elif, Melissa, Alina, Lena y Aurora. Además de una doctora.
-Doctora, ya ha despertado-La Valide apunto hacía a mí con un movimiento-Vamos, revísela.
La doctora asintió con un leve movimiento de cabeza y se acercó a mí. Comenzó haciendo masajes en la zona abdominal.
-Sultana ¿Le ha pasado antes?
Yo aún me hallaba algo aturdida. Pero respondí.
-No, es la primera vez.
La mujer entornó los ojos.
-Bien, voy a pedirle que abra las piernas y se levante un poco su vestido.
Mi cara de pánico hizo reír a la mujer.
-Quedase tranquila sultana, no le haré daño.
Cerré los ojos, que vergüenza sentía. Enfundándome fuerzas hice lo que la mujer me dijo.
La mujer me revisó. Yo sólo deseaba que acabara pronto.
-Listo sultana-Dijo.
Cerré las piernas rápido, me acomodé las ropas y me incorporé en la cama.
#1242 en Otros
#232 en Novela histórica
#3360 en Novela romántica
amor matrimonio arreglado esposa virgen, historia de reinos, imperio otomano
Editado: 16.01.2024