-¿Qué te hicieron a ti?- Estaba en el techo de mi cabaña, mirando hacia el cielo nocturno, la vía láctea o algo parecido y a Lest a lo lejos. Observándome. Cuando la voz de Dank me saca de mi transe.
-¿Cómo sabias que estaba aquí?
-Creo que todos los saben, o todo aquel que alguna vez haya observado como trepas al techo como un gato cada noche.- Dice mientras se sienta a mi lado.- ¿Qué te hicieron?- repite.
-¿De qué hablas?
-Una vez me dijiste que me elegiste porque era él más débil, él que más necesitaba defenderse. Pero sé que no fue sólo por eso.
-¿No?- le pregunto, aunque sé que tiene razón.
- He conocido a otros como nosotros ¿sabes? Es como si nos reconociéramos, como si toda la mierda que nos tocó vivir se reflejara en nuestros ojos, en nuestros gestos. En nuestra desconfianza y debilidad. Nos reconocemos y nos unimos. Creo que por eso me elegiste. Viste en mi algo de ti, algo que alguien vio en ti antes. Por eso te pregunto: ¿Qué te hicieron?- Pero no le respondo, no lo miro.
-Beth estoy en desventaja. No estoy obligándote a contarme nada, es más, estar aquí, ahora, para mí es más difícil de lo que parece. Pero tú viste algo de mí. Una parte que me duele, que siempre me dolerá, ese recuerdo que me trae odio y vergüenza cada vez que veo mis cicatrices. Yo nunca me quito la polera, ni cuando me baño, a veces me quedo con una camiseta, y sólo me desnudo si estoy en una habitación de cuadro paredes sin ventanas y sin nadie alrededor. Tú viste esa parte de mí, sin que yo estuviera preparado, sin que yo quisiera. Pido un cambio justo por lo que me hiciste hoy.
-No puedo decirte lo que me hicieron.
-Entonces dime algo que si puedas decirme.
-Los mate. Los mate a todos.
-¡Puta!- Philip intento agarrarme del brazo. La verdad fue mi culpa. Le hicimos creer que éramos un par de drogadictas, buscando mercancía, que no teníamos dinero y que pagaríamos de otro modo. Rhonda se sentó a un lado de él y yo al otro. Pensé que podría controlarme, deje que pusiera su mano en mi rodilla, y sentí náuseas, cuando se inclinó para besarme cerré los ojos. Pero cuando sentí sus labios, su asquerosa lengua, el mismo demonio se apodero de mí. Lo mordí y lo aparte. Entonces Rhonda reacciono rápido, lo agarró del cuello y comenzó a intentar asfixiarlo para que se desmayara.
Pero él era fuerte, y alto, intentaba zafarse de su agarre.
-¡Ayúdame!- me grito Rhonda. No sabía que hacer así que lo primero que hice fue darle una patada en los testículos, dejo de luchar contra Rhonda y ella aprovecho. En cuento estuvo segura de que estaba completamente inconsciente, lo soltó. Su cuerpo cayó al suelo. Su cabeza hizo un ruido contra el piso de madera.- Hay que atarlos a los tres. Pero ya.
-¿Cuál es el plan?- Me pregunta Rhonda, mientras terminamos de atarlo.
-Empezaremos por los otros dos. Quiero saber que fue de mis hermanos.- Así fue como atamos a los otros dos. Cada uno separado en una habitación.- Dejaremos a Phil para el final.
-Dank ¿necesitas algo?- Nube me mira, estaba concentrada en ordenar sus suministros de medicamentos y vendas cuando entre a su cabaña. Ella es linda, pero lastimosamente no me siento atraído por ella de ese modo.
- Yo… quería que revisaras mi yeso, lo siento algo flojo.- Miento y digo la verdad al mismo tiempo, el yeso que me hizo hace días si se está quebrajando pero estoy aquí por otras razones.
- Puedo hacerte otro. No te preocupes. Ven, siéntate. – Ella comienza a sacar vendas, algodón y agua. Rompe mi yeso y me duele un poco.
- Calculo que en un mes más ya podrás quitártelo, pero aun no podrás hacer mucha fuerza, te daré una fruta muy buena que te ayudara. Sabes, es una fruta que nunca antes había visto, es muy amarga y roja, pero tiene algunas propiedades curativas, ayuda a cicatrizar heridas más rápido tanto externas como internas. Lástima que ya casi no las pueda encontrar.
-¿En serio?- preguntó con poco interés mientras ella saca los restos del yeso.
-Si… He estado estudiándola un poco y….
-Nube.- La interrumpo, no me interesa su estudios de plantas o frutas.- ¿Hace cuánto tiempo que estas aquí?
-Bueno… llegue por primera vez hace dos años. Desde entonces, vengo, me voy, y así. Me fascina este lugar.
-Pero es peligroso.
-Lo sé, pero mi curiosidad es más fuerte.- Asiento.