-¿Qué paso? –Jared le preguntaba a Rhonda que había sucedido mientras vendaba mis manos, mis nudillos ensangrentados, la piel roja raspada y herida de tantos golpes que di. Yo no podía responder, yo no podía hablar, no podía alzar la mirada y ver fijamente a los ojos de Jared.
Lo mate a golpes, y no fue suficiente.
No quiso decirme a quien los vendió. Por mucho que lo torture, por mucho que lo amenacé. No dijo ni una palabra después de decirme que lo más probable es que ya estuvieran muertos, o vendidos como esclavos a otro lugar o algo peor. Pero lo más seguro era que estuvieran muertos, sobre todo el mayor.
Nunca encontré una señal de ellos, no tenía como buscarlos, como encontrarlos. Supuse por mi propio bien que estaban muertos y que ya no sufrían.
Di cada puñetazo con el dolor de mi alma, con la rabia escapándose en cada golpe, y las lágrimas cayendo con mi sudor. Lo mate por haberme quitado a lo que más amaba, a mi única familia, y cuando estuvo muerto lo seguí pegando. Destrocé su cara, su nariz, sus pómulos. Destroce mis manos, y una parte de mi murió con ellos. Y no fue suficiente, nunca es suficiente. El dolor me inundaba el cuerpo y la venganza corría por mis venas. Fue por eso que busque más culpables, mis padres.
Jared estuvo ahí.
Mientras pasaba los días como en un estado de letargo. Mientras no iba a trabajar, mientras no me bañaba, comía y dormía. Jared se quedó ahí. Cuando lo único que daba indicios de que seguía viva eran mis gritos por la noche al despertar de mis pesadillas. Hasta que un día lo supe, no podía quedarme aquí. No podía salir a la calle sin mirar a un hombre a la cara y preguntarme si él era uno de ellos, si él sabía dónde estaban. No podía pasar un día sin pensar en todo lo que debieron sufrir, pensar, sentir y saber que yo no podía hacer nada. Imaginarme que ellos tenían que vivir lo que me hicieron a mí solo una noche, y que ellos tuvieron que vivirlo durante días, semanas o meses me carcomía el alma. Fue cuando decidí volver con Rhonda. Dejar todo atrás.
Jared me siguió. Y todo siguió empeorando.
Al está en el suelo, sudando y con una cara de cansancio. Puedo ver que le cuenta respirar, le partí el labio, podría suponer que también unas dos costillas, o tal vez solo están con fisuras.
-Dank…- dice mirándome sorprendido.- Juraría que no tienes un brazo roto.
- Es el entrenamiento de Beth.
-¿Has logrado vencerla alguna vez?
-No sé si esa sería la palabra. He logrado derribarla, pero ella se recupera o yo no continúo. Supongo que podría vencerla, pero algo me detiene.- Al comienza a levantarse con dificultad.
-Pues…diría que es muy probable que lograras vencerla. Te ha entrenado muy bien Dank. Creo que no hay nada que yo pueda enseñarte que no sepas ya. Veo que te eligió bien.
- Hasta ahora no logro entender porque yo. Era débil.
-Eras débil. Ya no lo eres, y lo único que te diré será esto: Cuando ella llego aquí, era igual o más débil que tú, y mírala ahora, segunda al mando.
-¿Segunda? ¿Quién en la primera o el primero? ¿Tú? Porque la verdad parece que la obedeces todo el tiempo.
-Está de vacaciones. Rhonda, ella es la primera, fue la quien entreno a Beth cuando llego, y fue la que decidió que ella se haría cargo de todo mientras ella no estuviera. Si tienes suerte y tiempo la conocerás algún día. O tal vez no. Por ahora creo que iré donde Nube.- Veo como comienza a caminar lentamente devuelta al Oasis, pero se detiene y se voltea para mirarme.- Dank, necesito pedirte un favor.
-¿Cuál?
-Vigila a Beth, protégela si yo no estoy cerca. Es como una hermana para mí. Y esté lugar a pesar de todo es nuestro hogar Dank. Este lugar fue y será nuestra salvación. No sé si tú ya lo vez, pero esté lugar lo es todo para nosotros. Los que nos hemos quedado aquí es porque no tenemos una razón para regresar.
Es de noche. Y yo estoy como una retardada esperando que aparezca Lest. Pero está vez voy preparada, no bajare la guardia. Y quiero respuestas.
Espero y espero. Escucho como Al entra a nuestra cabaña, como se detiene y observa, sabe que estoy de nuevo en el techo. Sé que quiere subir y preguntarme como estoy, que hago aquí y darme un sermón de porque debería dejar de hacer esto. Pero no lo hace, escucho como se quita sus botas, las lanza con cansancio y se recuesta en su cama. Se quedara dormido en unos 15 minutos.