-¿Dónde están los novatos? – le apunto con la punta de mi espada.
- No te puedo decir.- Lest ni siquiera se mueve un centímetro, no hay miedo en sus ojos.
-Se los llevaron a todos, vimos las huellas en la arena. Los últimos chicos que deberían estar en el Oasis. ¿Por qué? Nunca antes se habían llevado a todos. Y había algo extraño…- Lo miro fijamente, miro esos ojos azules…demasiado azules. Espero que sepa de qué hablo, que confíense.
-No me mires así Beth.
-¿Cómo?
-Buscándolo a él. Jared no está más en este cuerpo. Entiéndelo. Se fue.
-¿Entonces porque no me matas?
-Una cosa no tiene que ver con la otra Beth. No te mato porque yo no quiero.
-Entonces yo debería matarte.
-Sí, deberías. Pero aún no puedes.
-Lo haré. ¡Dime! Los que llegaron eran niños. ¿Por qué?
-No puedo decírtelo. Pero sospecho que ya tienes una idea.
-Necesitan niños obviamente.
-Continúa.
-¿Ustedes se reproducen? ¿Cómo es posible? –Lest me sonríe en señal de satisfacción.
-Ya no. Antes. Pero aún quedan niños. Necesitamos esos cuerpos.
-Dijiste que ustedes no mataban niños, que no les hacían daño.
-Y no lo haremos. Es temporal. Los devolveremos, será por un corto periodo Beth. Sólo los necesitamos un tiempo.
-Mientes. Si fuera así Jared volvería.
-¿Hasta cuándo estaremos así? Sigues sin confiar en mí. Confía Beth.
-¿Para qué? ¿Para que baje la guardia y luego poseas mi cuerpo? ¿Qué paso con ese trato?
-Ya no me interesa. Eres muy débil.
-Primero dices que soy fuerte luego que soy débil. Sigues mintiendo Lest. Averiguare porque ese cambio de opinión.
-¿Cómo? – me reta. Bajo mi espada, y la lanzo a metros de distancia. Pero tengo un cuchillo escondido en mis botas, por si las dudas.
-Así.- le respondo. Y me acerco tan rápido que se asusta. Pero le doy un beso uno largo, pero sólo con mis labios. Y me separo de él. No son los mismos labios. No son los labios de Jared. Ahora lo sé. Y me voy corriendo devuelta a mi cabaña. La cual se encuentra vacía, abandonada incluso por mí. Al volvió a su casa por un tiempo, Rhonda aún no vuelve. Dank se fue hace mucho y hace tan poco.
-¿Qué hice?- pienso, mientras entro en mi cama. Tonta, tonta. Me quedo dormida con la rabia y vergüenza atrapadas en mi pecho.
Pero no duermo por mucho tiempo. La pesadilla empieza. Las manos me golpean, me sacuden. Intento atacar, muevo mi cuerpo, quiero defenderme. Pero solo hay más dolor, y más dolor, un ardor, punzadas. Solo dolor. Y luego un grito. ¡Olivia!
-Shhh… - me susurra una voz familiar, que acaricia mi cabello cuando despierto. Pero no puedo ver quién es, estoy dándole la espalda. Siento un peso familiar subir en mi cama, apartar una sábana. Una mano fría tocar mi brazo.- No soy Jared, Beth. Pero también te puedo proteger. Si me dejas.- y me abraza por detrás, poniendo su rostro en mi cuello. Me tranquilizo y me quedo dormida.
Cuando despierto, Lest se ha ido.
Y por alguna razón que no logro entender. Vuelvo a confiar. Pasan los días y Lest viene cada noche a cuidarme.
-No soy Jared.- me dice mientras me abraza.
-Lo sé.- le digo.
-No quiero que nos confundas. No quiero que olvides.
-¿Por qué me dices esto ahora? ¿Qué quieres realmente?
-Porque en las noches Beth, vuelves a ser Olivia. Porque olvidas que yo tengo su cuerpo y que Jared ya no está aquí, siento tu confusión. Siento tu resentimiento en el día, recuerdas quién eres, quién soy. Y lo que hemos hecho. Luego cae la noche y te olvidas de todo.
-Entonces quieres que te odie en la noche también.
-Beth… no soy humano. Soy sustancia, metido en el cuerpo de alguien que una vez amaste.
-Tú no fuiste quien se lo llevo.
-No.
-Ellos sólo te dieron el cuerpo.
-Si.
-Entonces tampoco es tu culpa.