¿Qué es ese sonido?
Pum. Pum. Pum. Rápido, luego, un poco más despacio. Un golpeteo.
¿Dónde estoy? Pum. Pum. Pum.
-Deja de hacer eso.- Es la vos de un hombre. Una vos profunda. ¿Dónde la he escuchado antes? ¿Al? No.
-¿No debería ya haber despertado?
-Deja que descanse, una herida así tarda en sanar.- ¿Herida? Si… mi tobillo, pero ya no me duele.- Deberías estar pensando que le diremos.
-¿sobre?
-Nosotros.
-¿Nosotros? Ni siquiera yo sé que somos nosotros. Ni como llegamos a esta situación, ni que haces aquí, ni porque vuelves cada noche, ni porque yo dejo que te quedes.
-Somos amigos.
-¿Amigos? Claro.
-¿No somos amigos?
- Y… No me preguntes esas cosas ahora. Mierda.
-¿Entonces cuando? Si él volvió significa que se quedara aquí, lo que significa que no podre quedarme, lo que significa que no hay un cuándo.
- Jared no era tan obstinado.
-No soy Jared. – Luego unos pasos, alguien camina. Ya no se escucha el Pum. Sé que una de las voces es de Beth. Luego… la otra voz… esa cosa… ese monstruo. Esos ojos azules. ¿Cuál era su nombre?
-¿Te vas?
- ¿Por qué te interesa? ¿O es que quieres seguir comparándome con Jared? Me voy. No tengo porque soportar esto.- Escucho un suspiro de frustración que nunca antes había escuchado salir de la boca de Beth.
-No quise… A veces no lo puedo evitar.
-Me voy. No creo que él se sienta feliz de verme aquí al despertar.
-¿Volverás?- Un silencio, y lo único que escucho son pasos alejándose.
-Te esperare donde siempre.- Luego el chirrido de la madera.
-Mierda.- Escucho decir a Beth. Y entonces vuelve el sonido. Debería abrir los ojos. ¿Y entonces qué?
Abro mis ojos de tal forma que mis parpados no se levanten por completo, para poder observar un poco a mí alrededor. Beth se encuentra sentada en el borde de su cama, con las manos apoyadas en las rodillas, y el pie derecho se mueve frenéticamente, como un tic. Su mirada está centrada en el suelo y en su pie.
-¿Beth?- el golpeteó se acaba.
-Dank.- Dice acercándose a mi.- ¿Cómo te sientes?
-La verdad, algo agotado pero bien.- Me siento lentamente en la cama y comienzo a mover mi tobillo, el que se supone que debería estar roto.- ¿Fue él no? ¿Quién me curo?- Beth asiente.
-Escucha Dank, sobre eso.
-No vine para hablar de eso. Sé que eres lo suficientemente inteligente para saber lo que haces. Si confías en él, tendrás tus razones. Yo confío en ti. Ahora eso no es importante.- Beth no dice nada, y sólo me mira. No sé como empezar esta conversación. No sé si es el momento.
-¿dónde está Al?- pregunto.
-De vacaciones.
-Que bien. – Otra vez ese silencio.
-Tal vez quieras darte una ducha.- Dice Beth caminando hacia la salida.
-Beth…- se detiene. – Necesito hablar contigo.
-Descansa, ya habrá tiempo.
-¿Qué te sucede?- está tan distante, como si su mente estuviera en otra parte.
-No tengo ni la más puta idea. Tal vez yo necesito esa ducha.
-Beth, espera.- Pero ya había salido.
No sé si podré hacer esto. Mierda. Mierda. Mierda. No es fácil. No es como contárselo a la policía. Esto es diferente. ¿Cómo le dices a alguien que uno de los seres humanos que más amas, fue cruelmente abusado, maltratado y por último, que está muerto?
Las horas pasan y no sé qué hacer. Pensé que después del desayuno Dank me buscaría para hablar, pero al contrario, tengo la sensación de que está evitándome. Nube se alegró mucho de verlo, y los demás también. Pero no me quede ahí para escuchar toda la conversación y bienvenida. Y después del almuerzo, cuando fui a buscarlo para intentar hablar sobre Lest, sobre lo que vio, él simplemente me miro y se fue excusando que había quedado en ayudar a Nube a recolectar agua.
Ahora me encuentro en el techo de mi cabaña, mirando el extraño ocaso de este lugar. Pronto llegara la noche e iré a buscar a Lest. Pero antes debo hablar con Dank.