Esto se siente morir. Frio… y… sed.
Pensé que no sentiría absolutamente nada. Que sería rápido… e indoloro. En cambio todo lo que siento ahora duele.
Pero lo peor es la sed, Mis lengua, mi garganta, mis mejillas, mis labios, todo me pide agua, liquido…algo frio o tibio… algo dulce. La agonía de no tener nada para calmar esa sed es lo que me desespera, aumenta el dolor en mi rostro y en mi cuerpo.
-No…- Es un susurro en mi mente. No es mi voz, es otra voz… pero no sé de quien. Parece que dice algo más pero sólo logro comprender el no.
Mientras sigo sintiendo esa sed, luego el calor. Como si estuviera en el infierno y tal vez lo estoy, hice cosas malas, muy malas.
Escucho mi voz en mi cabeza. ¿Alex? ¿Ben? ¿Están aquí? ¿Alguien? Pero el lugar que sea donde estoy sólo veo oscuridad, no puedo verme a mí, pero sé que estoy ahí, en algún lugar.
Mis ojos están viendo esa oscuridad, y en la misma comienzan a aparecer formas, como luces de colores que forman figuras, como… flores… símbolos y serpientes. Todo se mueve a mí alrededor, de repente tengo miedo. No me gustan las serpientes, y están tienen los ojos grandes aunque sus cuerpos cambia de colores y se mueven constantemente como si se arrastraran sin detenerse ni un segundo.
Pero no hay como escapar y sé que no es real. No del todo, porque no está mi cuerpo aquí. ¿O sí? ¿Por qué tengo sed?
-¡Olivia!- grita la pequeña voz que conozco, pero… no es el mismo grito.
-¡Olivia!- Es la voz de alguien más… se parece a la de Alex.
-¿Dónde están?- pregunto sin gritar, en voz baja como si ellos pudieran escucharme de todos modos.
-¡Ven Olivia! ¡Tengo hambre!
-¿Ben? ¿Dónde…?
-¡Te extraño Olivia!
-¿Ben? Dios. ¿Dónde estás? También te extraño.
-Olivia.- responde sin gritar. Su voz es tranquilizadora y llena de… inocencia.-Estoy bien.
-¿Dónde Ben? ¿Dónde estás? –pero ya no me responde. No escucho más su voz.
En cambio unas risas comienzan a escucharse cada vez más fuerte. Pero únicamente son risas de hombres. Quiero preguntar quiénes son pero ya lo sé. Esta vez no me insultan, pero cada vez se escuchan más cerca de mí y más fuerte, comienzo a sentir pánico en todo mí ser.
-¡NO! ¡Aléjense! ¡Basta!.- Quiero arrancarme los oídos, golpearme la cabeza para no escuchar nunca más sus voces. Siento que unas manos quieren sostenerme.
-Ya se fueron Olivia. Ya se fueron.- Esa voz es de Dank.
-¿Dank? ¿Qué…? ¿Estamos muertos?
-¿Importa?
-Los escuchaba.
-Escúchate a ti misma Olivia.- Luego él también desaparece.
-¿A mí misma? ¿Cómo? No entiendo.
-Hermana... Déjate ir.- Es la voz inconfundible de Alex.- Deja de recordar y déjate ir, como si fueras una hoja que cae en el mar. Deja que la corriente te lleve.
-¿A dónde?
-Donde hay paz. Siéntela.- Y lo hago, me dejo llevar por vibraciones que vienen como olas, me arrastran y no pienso en nada más.
Voy avanzando con cada ola, con cada vibración, y cada una de ellas me inunda de tranquilidad. Veo el color turquesa y las formas desaparecen, sólo queda el color turquesa del mar y el color de la arena.
-Todo está bien.- Me digo a mi misma. Mientras trago una bocanada de agua salada, pero no la siento salada, al contrario me refresca inmediatamente. No me ahoga y respiro profundamente.
-Basta Rhonda ya está despertando. La vas a ahogar.
-Cállate niño. No notas que esta deshidratada. Tiene que beber un poco más de agua.
-Ben…- Beth pronuncia el nombre de su hermano lo que provoca que Rhonda y yo dejemos de pelear por unos segundos.
Estamos en su cuarto, es pequeño y apenas entramos todos nosotros, comienza a hacer calor del poco espacio y los cinco cuerpos que respiran y producen calor y monóxido de carbono no ayudan. Sin mencionar que sólo hay una cama, una mesa y dos sillas, y algo parecido a un ropero o alacena.
-¿Beth? ¿Beth? ¿Me escuchas?- Dice Rhonda dejando la botella de agua a un lado.
-Ben…- Dice de nuevo.