Obertura

ORIGEN

 

Comienza la narración en un trance sin espacio, en el cual Yehero se presenta ante su desconocido espectador.

Este es el escrito que percibe Segma a través del recuerdo de Yehero, hallado en la pequeña roca con inscripciones. Segma es una memge del Universo 17. Pero… ¿cuál es el 19 y el 18? ¿Cuáles son anteriores a los siguientes? No hay ni 17 ni 18 universos, así como tampoco existe nomenclatura alguna para organizarlos…

Es pertinente aclarar aquí que, aunque soy el relator, algunas veces me refiero a mí mismo en tercera persona, ya que me incorporo a la historia como un personaje más: ¡el autor! Un ser omnipresente que maneja a capricho estos universos irreales.

Este fragmento también es parte del Deitabuk, la enciclopedia infinita de otro universo, inicialmente dirigida a mí último amor. De este texto surgen múltiples interpretaciones simultáneas: la de Áitapih, quien al despertar después de que le contase mi sueño, abrió el primer tomo de esos libros, de cubierta negra, que lleva por título Universo19. (Áitapih: quiero que entiendas que he traducido a un idioma comprensible algunas de nuestras vivencias. Aunque para ti son recuerdos de una realidad, para todas las demás percepciones no son más que fantasías plasmadas en un lenguaje escrito).

Si ella es quien lee, estos serían los primeros párrafos de la historia, y poco comprenderá su significado. (Te conozco como nadie, Áitapih, y sé que tu único interés es mantener un diálogo virtual con un ser que amas y que no pudiste retener).

Pero si usted, lector, se considera una persona -no un memge- y está leyendo lo revelado luego de que Segma se apartase de Cavualis, en un estado de inmersión propicio para almacenar los recuerdos de la época en que Yehero era un Dal, probablemente tendrá la más pobre de las interpretaciones, debido a la distorsión provocada por la obtusa manera que tienen los humanos de entender la Realidad.

La interpretación de Segma, en cambio, es la más completa: tú, Segma, esperada por siglos, eres quien mejor comprenderá lo que sucedió, porque estás viendo el recuerdo de cuando Yehero habitaba el planeta Lu-Um y escribía las letras de una historia que ahora son tu realidad, ¡tu presente!

La misión de este narrador es relatar un origen falso acerca de cómo nació la idea del proyecto llamado Universo19, a través de argumentos que pueden ser interpretados como fantásticos dentro de la cotidianidad, pero que, por alguien más racional, con facilidad pueden explicarse coherentemente dentro de un contexto terrenal.

Nos transportamos al departamento del Huila, en Colombia, en el Universo18, a principios de los ochenta. Como en el comienzo de cualquier existencia consciente, los primeros años son difusos. Él no podría decir exactamente cómo empezó la construcción de esa casa ni contar qué eventos sucedieron primero o después, porque en su mente de cuatro años de evolución desde su concepción, los días de la semana anterior parecían un pasado lejano en el que jugaba con amigos del parque a “La lleva” y “Pico, pico, pico ya”. Él difícilmente hubiese hecho un esfuerzo para recordarlos, porque vivía en un frenético presente interpretado desde la intuición y no desde la razón.

Algunas veces se imaginaba siendo un adulto, como si eso fuese una fantasía improbable o un futuro distante. De casualidad recordaba algún evento significativo del día precedente, o a su tía que no veía desde el sábado anterior. Pero exceptuando esos y otros pocos momentos de atención a eventos futuros o pasados, se puede decir que vivía en un constante Ahora. El tiempo estaba lleno de lugares, sensaciones, sentimientos y emociones, que se desvanecían en una mente distraída por la sorprendente cotidianidad.

Un día, según recuerda, iban él y su abuela a llevarle limonada a sus cuatro tíos, quienes estaban levantando los cimientos y poniendo los primeros ladrillos del lugar que dio origen a esta historia. Él ya sabía algo de construcción, pues había ayudado a pavimentar, con su pala de plástico, aproximadamente treinta centímetros cuadrados de la calle donde vivían. Lamentablemente su pala se partió cuando sobrepasó los límites de resistencia de un juguete que simula una herramienta, lo que le generó un desasosiego incomprensible para los humanos adultos que estaban a su alrededor, pero que constituyó la primera pérdida irreparable de su vida.

En una segunda oportunidad, con demasiada precaución pegó al menos cuarenta ladrillos en un mes, aunque su memoria infantil había conservado el recuerdo de construir una pared prácticamente solo, durante casi un año. La “realidad” es que la construcción se había hecho en solamente dos meses.

Con nostalgia recuerda esa casa más que cualquier otro lugar del mundo. Conocía cada uno de sus rincones de una manera diferente a los sitios que posteriormente habitó, porque a cada lugar y objeto le daba una interpretación distinta de la de su utilidad convencional. Los amoldaba a aquello que hubiera en su mente en ese momento y construía una realidad alterna, llamada Imaginación.




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