Emily Clayton
No todo es como parece.
Por mucho que nos esforcemos por olvidar el pasado termina por consumirnos por completo, pero no todo está perdido.
Eso me ocurrió a mí, pensé que mi vida sería un completo caos por siempre pero la vida da tantas vueltas que a veces termina por sorprendernos.
Bienvenidos a mi historia.
Aquí comenzó todo lo que se convirtió en mi mundo de fantasías, donde creía que cosas como la magia no existían hasta que pasé de ser una colegiala común a una superhéroe que lucha por salvar el mundo.
Eso no es todo pero no les adelantaré nada aún.
Así que pónganse cómodos y prepárense para la historia que contaré a continuación.
Todo comenzó cuando tenía solo trece años Estaba por cumplir los catorce al día siguiente, fue a media noche y cuando estaba sola en mi habitación.
2011
—Ya es hora de que vayas a la cama, querida— me dijo me madre antes de irme a la cama. Esa noche fue la más ansiosa de mi vida, ya a las doce estaría cumpliendo años y quería estar despierta para cuando ocurriera.
A las nueve y media mamá ya me había llevado a la cama, me había leído una página de mi libro favorito y hasta me había dado el beso de buenas noches que ocasionalmente me daba.
Me hice la dormida hasta que apagó las luces y se fue. Recuerdo que mi habitación no quedaba del todo oscura, le temía a la oscuridad desde muy pequeña y por ello mis padres me habían comprado una lámpara de mesa giratoria color salmón.
La recuerdo como si aún la tuviera conmigo, con razón mamá decía que si hubiera un incendio lo primero que tomaría sería eso y es cierto, la amaba.
Me quedé bajo mi manta floreada leyendo más capítulos de mi libro favorito “Ana de las tejas verdes” hasta que en el reloj de pulsera vi que ya eran las doce.
¡Era mi cumpleaños!
Me puse de pie, me acerqué hasta la ventana y ahí estaba.
Mi debilidad desde que tenía ocho años, Oliver Blair. Tenía tanta suerte de que fuera mi vecino y pudiera verlo por la ventana, estaba secándose el cabello húmedo.
Se veía tan lindo después de ducharse con ese cabello revuelto. Pero lo mejor de todo era que en ese estado se veía tan adulto, como si hubiera crecido de un segundo a otro y eso llamó aún más mi atención.
Claro que yo con ahora catorce años no debía pensar en esas cosas.
No éramos muy amigos pero una que otra vez nos hablábamos y de vez en cuando mis padres invitaban a los Blair a cenar.
Él era bastante agradable pero sobre él giraba esa nube de superioridad que me hacía volver a la realidad y es que un chico como él jamás me vería de esa forma pero todo su ser me removía completamente, Oliver era mi debilidad.
Esa noche en mi habitación estuve admirándolo hasta que apagó las luces y se fue a la cama, acostumbraba dormirse más tarde pero creo que mañana tenía un entrenamiento muy importante.
Mi mejor amiga, Allison era quien me aguantaba y soportaba cada que le hablaba de mi amor platónico aunque vivía diciéndome que me olvidara de ello.
Decidí quedarme un rato mirando su ventana, la había dejado abierta como siempre y podía ver la pared de su habitación de dónde colgaban unos posters de algo que desconozco. Su habitación estaba en completa oscuridad, podría sentir escalofríos de solo pensar en eso pero la luz de la luna se reflejaba en su habitación y hacia ver el lugar pacífico.
Debo aclarar que aunque tenía catorce años ya era bastante romántica, cursi y algo madura con respecto a eso pero era algo difícil de evitar, crecí en una familia amorosa y cursi.
Hubo un punto en el que perdí la noción del tiempo y decidí irme a la cama, ya era bastante tarde y mañana tendría clases pero algo me detuvo.
En su habitación y con ayuda de la claridad de la luna pude ver cómo alguien se movía, supuse que era él pero con mis binoculares supe que él se encontraba durmiendo.
¿Se habían metido a robar?. Era una opción posible ya que son una familia bastante adinerada aunque es raro considerando que estábamos alejados de la cuidad.
Intenté detallar a la persona en la habitación hasta que algo vino hacia mí.
Eso era una.. ¿sudadera?.
¡Estaba viniendo hacia mí!.
Vino directo a mis manos y no sé cómo demonios lo hice pero tengo mucho miedo.
Lo bueno es que mañana tendré una buena excusa para hablar con él.
2016 (Actualidad)
Hoy es mi primer día de mi segundo año en la universidad, tan solo me faltan dos años para graduarme y estoy tan ansiosa por ello.
Debo admitir que me encuentro bastante nerviosa, cada año es diferente al anterior y no cabe duda de que este año será completamente distinto. Sin contar el hecho de que este año el instituto recibirá nuevos estudiantes de intercambio y eso realmente me pone muy inquieta.
—Oye, Emily. — llamó un chico a mitad de la calle. Rodé los ojos al verlo y aceleré el paso pero me tomó del brazo con un fuerte agarre.
—¿Qué quieres, Bratt?— farfullé tensando la mandíbula.
—Solo acompañarte, ¿Por qué siempre estás de mal humor?— preguntó girando los ojos.
—Para ti siempre estaré de mal humor. Ahora deja de joderme— vacilé soltándome de su agarre y acelerando el paso. Cuando me di cuenta que no me seguía me relajé y comencé a caminar hacía el instituto.
Bratt suele ser insoportable muchas veces. Ser el sobrino favorito de mi padre lo ha llevado a creer que tiene algún tipo de poder sobre mí pero realmente no lo tiene porque el no es mi hermano y jamás lo consideraré uno.
¿Por qué?. Es sencillo, vive molestándome y no es sólo amor entre primos. No, va más allá de eso pero no me malinterpreten; solo me odia por robarle su lugar de alguna forma y busca sacarme de mis casillas pero nunca lo dejo hacerlo.
Una vez en el instituto me doy cuenta de que llevo 2 minutos de retraso pero por suerte la profesora no ha llegado aún. Busco mi lugar y tomo asiento en la columna que da hacia la ventana, a mi lado se sienta una chica con el cabello a los hombros y un piercing en la nariz.