Obligada a casarme

capítulo 21

Se levanta de la silla y se va tirando la puerta de un golpe. 
Dejándome con mil preguntas.

De repente los recuerdos regresan.

_Cuando estuvimos en la ouna de miel Taylor tenía su torso desnudo; recuerdo ver que tenía una cicatriz,  la cual le pregunté pero el me ignoró ante mi pregunta._

Mi cabeza está hecha un caos y empieza a doler siento que me voy a desmayar es demasiada información.

Ya después de haber pasado asimilo que una hora.

Mis manos duele al igual que mis pies.

La puerta se abre y aparece Víctor. 
Saca de su cintura un arma,  y el miedo empieza a apoderarse de mi cuerpo.

Marca un número en su teléfono.

— Voy a llamar a tu esposo y si llegas a decir una estupidez..., ¡Te mato!— dice frío

Yo  asiento con la cabeza.

*Llamada telefónica:*

*Taylor:*  
_¿hola?_

*Victor:* 
_Hola,  ¿te acuerdas de mi?, mejor amigo._

*Taylor:* 
_Maldito imbécil ¿Qué quieres ?_

*Víctor:* 
_¿No quieres hablar con tu esposa?_

*Taylor:*  
_Hijo de puta , sueltala._

*Raven:* 
_Taylor, ayudame por favor._

*Taylor:* 
_Raven, mi princesa tranquila._

*Víctor* : 
_Ya es hora de que pagues por todo el daño que me hiciste._

*Fin de la llamada.*

Víctor cuelga el teléfono y unas ganas inmensas de llorar se apoderaron.

Víctor me apunta con el arma,  saca una navaja y me corta la soga de mis manos y pies.

Sobo mis muñecas que están rojas.

—¿Por qué no mejor descansas? —dice señalando una cama de madera que está a un costado.

Quería negarme pero estoy tan cansada.

Asiento con la cabeza,  y el sale del cuarto dejándome sola.

Cierto mis ojos dejándome llevar por el gran sueño y cansancio. 



No sé cuanto tiempo he dormido pero creo que dormí mucho.

La puerta se abre y veo a Víctor con una bandeja con comida. 
Por más que tenga hambre no quiero recibir nada.

—Come. —  dice poniendo la bandeja en la cama.

Tiró la bandeja al piso y lo fulminó con la mirada. 
Su mandíbula se aprieta y se abalanza encima mío.

Me tomó de los brazos y los pone arriba de mi cabeza,  trato de golpearlo con mis piernas pero las tiene inmovilizadas.

— ¿Cuánto tiempo llevo aquí?— pregunté  al fin. 

— Tres días, por eso tienes que comer. —  dice

— no tengo hambre ni sed— digo.

— Mentirosa tienes los labio secos.—dice.

Se levanta de encima mío toma el reguero que hice y se va.

A los minutos llega con otra bandeja.  
Lo miro unos segundos y terminó accediendo.

Se sienta enfrente mío y empiezo a comer.



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En el texto hay: narcotrafico, romance, hot

Editado: 17.03.2019

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