Descansas recuperando horas de un día perdido.
Te recuperas de esa llamada que tanto temías recibir.
Recibís tanto y no hay forma de expresión que sirva.
Mientras tanto ves como lloran las manos que tanto ven.
Palmaditas en la espalda, manos que buscan sentir algo desesperadamente.
Se esconden en bolsillos de nostalgia buscando luces antiguas que dejaron rastros incluso hasta hoy.
Cada tarde de autitos en la terraza de mi infancia. Manchas de chocolatada y tostadas con triángulos.
Despedís una vida para vivir mejor.
El negocio de la muerte nos da la mano con la misma indiferencia de siempre.
Obras
Por Santey y texto de Lautaro