10.
Abracé a mi madre mientras ella soltaba grandes sollozos aferrándose a no cuerpo, rodé los ojos.
— Mamá... — musite avergonzada.
Lirio se separó solo un poco sorbiendo con fuerza su nariz, hice una mueca antes de elevar mis manos y limpiar las lágrimas que corrían por sus sonrojadas mejillas. Fruncí el ceño mirándola, esos dos días que habían estado en la academia había notado algo extraño en su actitud; lloraba, reía y comía como si el mundo fuera acabarse...
— ¡Lo hice por tu bien nena! — siguió con sus lloriqueos apretando mi cuerpo con fuerza. — Mamá te ama mucho... — miro a Ander unos segundos antes de sonreír entre el montón de mocos y lágrimas. — Y por eso Andy se va a quedar contigo.
El aludido había abierto la boca tan grande que Fleur, quien estaba a su lado mirando la escena consternada, había tenido que cerrársela.
— Pero...
— ¡Te quedaras aquí y vas a cuidar de tu hermana o te juró que yo misma te voy a rapar la cabeza! — gruño y volvió a echarse a llorar.
— Cariño el auto espera por nosotros... — murmuro papá de forma cautelosa sin saber muy bien que hacer, miraba avergonzado a la directora sin saber cómo parar tal escena.
— ¡Pues te esperas! Tengo que despedirme de mis bebés. — le gruño furiosa la bruja apartándose de mí. Suspire aliviada, por lo menos Lirio se había quitado de encima. Ahora solo tenía que encontrar la manera de hacer que Kaztiel quitara su molesta mirada de mí, parecía que me había convertido en su payaso personal.
Mire atentamente a mi madre tratando de analizarlo hasta que algo en mi cabeza hizo clic, pero no podía ser posible. Abrí la boca sorprendida al caer en cuenta de que, sí que era muy posible, una sonrisa se abrió paso por mi rostro.
— ¡Estas embaraza! — chille sin poder creerlo, Ander dejó caer uno de sus libros en el pie de Félix que chillo dolorido y papá nos miró dejando de lado su semblante de vergüenza para sonreír con orgullo y rodear a mi madre con sus brazos dejando sus grandes manos sobre el vientre de Lirio.
Salte sobre ambos y nos abrazamos con fuerza, sentí como un par de brazos nos rodeaban desde atrás. Estuvimos los cuatro por un largo rato abrazados sin decir nada hasta que mi padre nos apartó alegando que era muy tarde.
— ¡Ryo baja todo lo de Ander del auto! Ya escuchaste a tu madre hijo te quedas con la señorita desastre. — hablo con diversión haciendo gestos con sus manos. — Fue un gusto poder estar en este lugar Alfa Klog. Le agradezco mucho que nos haya recibido a pesar de que todo haya sido tan precipitado... Pero sabrá que debido a la condición de Sia... — los tres comenzaron a murmurar entre ellos en voz baja.
— Así que también te quedas. — hablo Fleur dándole un pequeño empujón a mi hermano, el rubio la miro con los ojos brillantes.
¿A que venía eso?
Sonreí fijando inconscientemente mi mirada sobre el vientre de mi madre. Me rasque los ojos con ambas manos y pestañe sin poder creer lo que veía. ¿Acaso...? Mis ojos se encontraron con los de Kaztiel, el lobo corrió hasta donde estaba parada y con cuidado paso su brazo sobre mis hombros.
— Kaztiel... — musite asombrada sin salir de mi estupor, no podía creer lo que había visto.
Estaba tan sorprendida que ni siquiera me importada el acercamiento de ese idiota. El lobo me acerco a su pecho con cuidado y me ayudo a recuperar el equilibrio. Solo debía de aguantar un poco hasta que mis padres se fueran y podría desmayarme con tranquilidad. ¡Es que no terminaba de creerme lo que había visto! Sabía que mis poderes eran grandes, pero jamás había podido ver algo como eso en todos mis años de vida.
Suspire tranquila cuando vi el auto alejarse con rapidez hasta salir por el enorme portón de la academia Ander miraba fijamente sus maletas tiradas aun lado de la carretera, parecía que no terminaba de creerse que nuestros padres le hubiesen obligado a quedarse en ese lugar para que me cuidara, aunque yo sabía que más que todo lo hacían para que el ermitaño saliera al mundo real y dejara de estar metido todo el día en su biblioteca, porque si, Ander era tan mimado por nuestro abuelo que le había mandado a hacer una solo para él.
Con cuidado me aparte del pecho caliente del lobo y le dedique una minúscula sonrisa, él había sido el único en notar cuando me había sentido extraña. Sus ojos naranjas me miraron con calidez por un instante antes de brillar con burla. Oh no, ahí venia de nuevo el Kaztiel idiota de siempre.
— Siempre encuentras una manera de estar entre mis brazos, fresita. — musito sonriendo con diversión.
Una sonrisa ladeada se formó en mi rostro mientras cruzaba los brazos sobre mi pecho y le lanzaba una mirada cargada de acidez.
— ¿No será al revés? Después de todo eres tú el que siempre termina viniendo a donde estoy.
— Sigue soñando fresita. — gruño dando media vuelta. — Vamos por algo de comer Félix, muero de hambre... Tal vez encuentre un pedazo de pastel de fresa por ahí.
El rubio lo siguió rápidamente, apreté los puños.
— No lo soporto. — escupí. Ese idiota me las iba a pagar.
— Es un poco difícil de entenderlo. — musito la directora parándose a mi lado, la mire con interrogación esperando a que me dijera algo, pero ella se limitó a sonreír con misterio. —Siempre está escapando y causando problemas. Vamos adentro, comienza a hacer frió y no es bueno estar tanto tiempo afuera. Fleur cariño podrías buscar a alguien para que recoja las pertenencias del príncipe, en unos minutos podrás instalarte en tu habitación querido.
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Editado: 20.10.2020