Obsesión

“¿En dónde estoy?”

 Capítulo 1

–Scarlett– 

Desperté por un inmenso dolor que abundaba en mi cabeza; creí estar en mi habitación después de haber terminado con mi novio y largarme prácticamente corriendo de su casa en plena noche, pero no era así, no me encontraba en mi cuarto, ni en el de mi hermano, ni en el de mis padres, o tan siquiera en la sala; no, me hallaba en un lugar completamente desconocido. 

––¿En dónde estoy?–– me pregunte alterada, con miedo en mi tono de voz. 

Mi vista de dirigió a un lado de mí, topandome con una silla rota y varios pedazos de comida. ¿A quién se le ocurre comer en este cuchitril? Pensé. Mis pensamientos de desvanecieron al ver que yo estaba en una silla, intente moverme, pero me era imposible. Voltee todo lo que pude mi cabeza tratando de mirar la parte trasera de donde me encontraba sentada, descubriendo que estaba atada a ella con una enorme soga amarilla, la cual me lastimaba las muñecas por la fuerza con la que la habían amarrado. ¿Era todo esto cierto? ¡Dios! Acabo de terminar con un chico cuyo corazón creí que era lo suficientemente bueno para quererme con todos mis malditos problemas y mi absurdo pasado, pero claro, estaba claro que el destino me haría una muy mala jugada. 

––¿Es esto una broma?–– le pregunte a la nada, presa del estúpido temor que sentía en estos momentos –– Porque si lo es, ya los descubrí, ¡así que salgan y saquenme de aquí –– reí amargamente, acompañando eso con un leve temblor –– Por favor... 

Y sin poder evitarlo comencé a llorar como una niña pequeña que acaba de perder si juguete, sintiéndome sola y tan jodidamente solitaria. Empecé a gritar cosas inententendibles, llena de pánico. 

––Vaya, eres muy débil, Dixon–– dijo una voz ronca a lo lejos, provocando que yo sollozara cada vez más fuerte. El miedo en mi aumento y mi terrible dolor de cabeza se hizo cada vez más fuerte. 

––¿Q-quién eres?–– inquieró temerosa al no haber visto a aquella persona. 

––No me recuerdas pequeña–– susurró a mi oído, haciéndome estremecer por su tan repentino acto, sintiendo yo la necesidad de huir. 

Me tensé al momento en el que sus heladas manos tocaran mis hombros, intente alejarme de él moviéndome frenéticamente, lo que sólo provocó que obruviera una risa de la persona y que mis muñecas se lastimaran aun más. 

––Tranquila, no te haré daño–– habló, pude sentir como sonreía ampliamente en mi oreja ––. No aún. 

El hombre dejó a relucir finalmente su rostro; era un tipo de no más de veintiocho años, tenía unos hermosos ojos cafés y en su boca sólo se reflejaba una enorme sonrisa dejando ver unos perfectos dientes blancos. 

––¿Q-qué quieres... de mí?–– preguntó con el nerviosismo marcado en mis palabras. 

Su sonrisa se amplió a tal grado que temí que sus pómulos se rompieran. Casi podía ver al gato de Alicia en el País de las Maravillas reflejado en su rostro. 

––Te quiero a ti–– contestó haciéndome temblar al instante ––. Sólo a ti. 

Y al él decir eso, solamente pude cerrar los ojos hundiéndome en un oscuro vacío. 

 

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En el texto hay: obsesion, secuestro

Editado: 13.12.2019

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